Ricardo Salinas Pliego, otra vez impune. Cierra sin sanciones (testimonio)
La pandemia Covid-19 ha demostrado, entre otras cosas, la rapiña de diversas empresas. Millones de personas en el mundo participan en mitigar de la propagación del virus Sars-Cov 2: usan cubrebocas, se lavan y desinfectan las manos y, sobre todo, hacen lo posible por someterse a una cuarentena. El aislamiento provoca malestares corporales y psicológicos, pero también socava las economías. Aún así, la gente decidió ser parte de esta mitigación. Sin embargo, contrario al esfuerzo de muchas personas que se juegan hasta su patrimonio al encerrarse, empresas multimillonarias, magnates y opulentos comerciantes, decidieron no cerrar sus negocios. Por supuesto, ellos no laboran ahí. Lo hacen sus empleados, quienes se arriesgan a un contagio y en ese lance les puede ir la vida. Uno de los peores casos lo ejemplifica Ricardo Salinas Pliego, dueño de Elektra, Banco Azteca y Tv Azteca –del Grupo Salinas–, quien atentó contra la vida de sus empleados al decidir dejar abiertos sus negocios. Ahora sí cerrará, dice, después de semanas desobedeciendo las indicaciones gubernamentales. Qué bueno, pero ¿no habrá castigo?
El testimonio de un exempleado
Samuel N* trabajó casi un año en el edificio de Rascarrabias 911, en la colonia Narvarte de la Ciudad de México. En el inmueble laboran 2,500 empleados, aproximadamente. Cada piso del edificio está habilitado como call center de distintas empresas, todas, del Grupo Salinas. En el lugar se trabajaba en distintos turnos, incluyendo el nocturno. Todos los días, a todas horas, había empleados en riesgo de contagio. Samuel N decidió renunciar a su trabajo después de un brote de enfermedades respiratorias ante las cuales la empresa no actuó, a pesar del avance de la epidemia. Del piso donde laboraba, comenta, por lo menos diez personas solicitaron incapacidad por enfermedad. El 26 de abril se conoció la muerte por Covid-19 de un trabajador del área de cobranzas de Elektra. Aún así, la indicación fue continuar laborando.
La Fase 2 de la pandemia comenzó el 24 de marzo; casi un mes después, el 21 de abril, se anunció la Fase 3, que incluía el cierre de empresas con actividades no esenciales. Pocas cosas son tan poco esenciales como la venta de motocicletas, teléfonos celulares o lavadoras. Quizá Banco Azteca, como institución financiera, debiera permanecer abierto, no así el resto de las empresas asociadas a Ricardo Salinas Pliego. El 11 de mayo se anunció, por fin, el cierre de las empresas de Grupo Salinas y pareciera un enorme favor hacia la sociedad mexicana. Pero ocurre 20 días después de anunciada la Fase 3. Repitámoslo: 20 días después. Y esto ocurre por alguna negociación desconocida entre el gobierno federal y Salinas Pliego, porque el 3 de mayo, Grupo Salinas presentó un amparo contra el cierre de sus negocios. Éste operó durante semanas en la impunidad, y sólo hace muy pocos días, las empresas de dicho consorcio comenzaron a ser clausuradas no sólo por mantenerse abiertas, sino por el hacinamiento y las faltas de protección sanitaria con que hacían trabajar a sus empleados. El edificio de Rascarrabias 911 fue clausurado el 4 de mayo por incumplir con normativas sanitarias, sin embargo, se obligó a los empleados a continuar laborando: al día siguiente de haber sido cerrado el edificio por las autoridades, los hicieron entrar por el estacionamiento para evitar romper los sellos de clausura.
“Los problemas de los edificios clausurados a Grupo Salinas son los mismos en casi todos los centros de contacto o call centers –comenta Samuel N sobre su empleo en el edificio Rascarrabias–; también de todos los trabajos en esquema de subcontratación, outsorcing o BPO. Hasta el inicio de la Fase 3 de la pandemia no había instrumentos para la limpieza de teclados o de diademas, por lo que el cambio de turno sería una forma casi segura de contagio. No hay forma, además, de limpiar el aire. No hay áreas verdes, ni plantas; ni siquiera se limpian los ductos y filtros del aire acondicionados tan seguido como se debe”.
Esclavitud moderna en Grupo Salinas
“No se tienen algunos derechos laborales –o humanos–, como poder ir al baño cuando te plazca, porque si pierdes llamadas pierden dinero, o se considera ‘interrupción de servicio’, y eso le cuesta dinero al proveedor del servicio. Básicamente, si hay mucho trabajo no irás ni al baño ni a comer, y si te quedas horas extras tampoco te darán tiempo extra para tomarte un respiro”.
Grupo Salinas presentó un amparo contra la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, quien les ordenó cerrar diversos negocios durante la Fase 3 de la pandemia. Dicha Secretaría se encarga de proteger a los trabajadores, pero en este momento, gran parte de la planta laboral de Grupo Salinas es contratada a través de esquemas de subcontratación, outsourcing–. “Pero esa es la realidad del país, en donde hay centros de trabajo […] que no dan más de media hora de descanso por jornadas de 9 horas. Lo que sí es el colmo de […] Grupo Salinas es no cerrar ni siquiera los centros de cobranza, servicio para nada esencial en la Fase 3 de una pandemia, así como no mandar a su casa a todos los compañeros del trabajador fallecido por Covid-19. Tampoco mandaron a su casa a la mitad del personal, como lo hicieron todas las empresas para hacer espacio y cumplir con la sana distancia”.
La inhumanidad de Grupo Salinas está amparada por la legalidad. En México, la subcontratación está contemplada en las leyes laborales y es una de las herencias terribles del gobierno de Felipe Calderón. No obstante, evitar los sellos de clausura del edificio Rascarrabias no sólo es un delito por el cual nadie ha pagado, sino es un claro atentado contra la salud pública y una afrenta a las leyes de la ciudad y las federales. Ricardo Salinas Pliego se ríe, con impunidad, de la legalidad mexicana.
La avaricia de Salinas Pliego provoca la muerte
“Tampoco se suspendió el cobro de comisiones ni intereses durante la pandemia, lo cual es francamente mezquino, ya que el interés es superior al 100% anual, y si una persona se queda sin trabajo 6 meses, su deuda crece en 50% sin poder hacer nada”.
Las empresas de Ricardo Salinas Pliego tienen fórmulas de pago y préstamos con rasgos de usura fraudulenta. Los famosos “pagos chiquitos” en Elektra, tienen cláusulas contractuales que llevan al cliente a pagar, en ocasiones, un 50 por ciento más agregado al valor inicial. Asimismo, los préstamos del Banco Azteca, en ocasiones, no se pueden terminar de pagar antes del tiempo establecido, sino hasta cuando el contrato lo indique. Ha habido casos donde se le obligaba al cliente a pagar de más por este tipo de cláusulas, como sucedió en Los Cabos, Baja California Sur. Por si fuera poco, el servicio de cobro incluye intimidación domiciliaria, una violenta práctica gangsteril fuera de toda legalidad y sin atención de las autoridades.
“Otra cosa preocupante es que en la empresa se hablaba de 3 muertos, y casi todo el personal de algunas áreas de trabajo –Elektra, Total Play, Banco Azteca– tomó incapacidades de 1 a 15 días por enfermedades respiratorias, pero a nadie le hicieron la prueba de Covid-19. Las autoridades laborales y sanitarias sí tardaron en reaccionar, ya que un compañero lleva fallecido más de una semana y se sabía de su enfermedad respiratoria desde hace mas de 15 días”.
La empresa de Ricardo Salinas Pliego tiene, según el portal informativo Sin Embargo, cuatro contagios y hasta una persona muerta. Pero esa es una nota del 22 de abril, cuando se decretó la Fase 3. Veinte días después, no se tienen contabilizados los contagiados y enfermos de Covid-19 dentro de las instalaciones de Grupo Salinas, una enfermedad cuyo virus se transmite fácilmente, por ejemplo, al tocar un objeto infectado y luego tocarse la nariz, la boca o los ojos.
“Si Grupo Salinas, a través de outsorcing, tiene diversos centros de trabajo, es decir, hay 2,500 empleados sólo en el edificio de TKM en Rascarrabias 911, y tiene más de 10,000 empleados en diversos edificios, ¿de cuántos casos no será responsable? ¿Grupo Salinas es responsable también por la expansión del virus si cada uno de nosotros podría haber infectado a 3 personas más de manera exponencial?”
A nadie deja contento que cierren, hasta hoy, las empresas “no esenciales” del Grupo Salinas. Obvio, sólo a Ricardo Salinas Pliego, quien, en veinte días de evitar los cierres de sus empresas, obtuvo ganancias inmensas sobre la seguridad de sus empleados. Tan poca importancia le da a la vida de los mexicanos que, en un noticiero de televisión conducido por Javier Alatorre, con todas sus letras llamaron a “no hacer caso a López-Gatell”, contraviniendo las medidas sanitarias implementadas por el gobierno (Tv Azteca y su irresponsable invitación al suicidio). Con ese mismo método, es decir, con todas sus letras, preguntaremos: ¿de cuántas muertes por Covid-19 es responsable Ricardo Salinas Pliego? ¿Debería ser juzgado por atentar contra la vida de los mexicanos?
Seguimos esperando a la justicia.
*Samuel N es un nombre ficticio para proteger al informante. Su testimonio lo obtuvimos por dos medios: nos hizo llegar una primera parte por escrito y, posteriormente, completamos la información mediante una entrevista.