El cambio climático tiene mayor impacto en hogares pobres

En el texto  Cómo entender el cambio climático, analizamos las generalidades del mismo, así como sus implicaciones en distintos ámbitos de las actividades humanas. En esta nueva entrega, pensaremos en cómo estas consecuencias son diferenciadas según las condiciones sociales o actividades económicas.

Imaginemos el siguiente escenario. Formamos parte de una familia campesina en algún estado de México. Nuestra principal actividad económica es la agricultura de temporal, de la cual obtenemos en mayor medida, alimentos para nuestro propio consumo y un pequeño excedente lo vendemos de manera local. Dependemos totalmente de que las lluvias ocurran en el momento y en la cantidad necesaria, ello a fin de garantizar el éxito de nuestras cosechas.

Dado que habitamos en una zona rural, el agua la transportamos desde un río o arroyo cercano, puesto que nuestra casa no cuenta con agua entubada ni drenaje. Nuestra vivienda es de ladrillo, aunque su construcción es precaria y el techo es de madera junto con distintos materiales forestales de la zona.

El poblado más cercano a nuestra comunidad está a dos horas en un camino de terracería, mientras que la capital del estado se encuentra a cinco horas. Cuando las lluvias se acrecientan, el acceso a la comunidad se vuelve muy complicado, ello a causa de deslaves que dañan severamente el único camino rural que sirve de entrada y salida.

La zona en donde se encuentra la comunidad  que habitamos, solía ser anteriormente una gran masa forestal, sin embargo, en los últimos veinte años esto ha cambiado debido al crecimiento de varios poblados aledaños y principalmente como resultado de un incremento en las actividades ganaderas que son, junto con la agricultura, la principal fuente de ingreso para nuestras familias.

El cambio climático tiene mayor impacto en los hogares de pobreza

Un informe reciente de la Organización de Naciones Unidas confirma esta tendencia: el cambio climático tiene mayores impactos en los hogares en condiciones de pobreza. Lo anterior significa, por una parte, el aumento en las brechas de desigualdad que prevalecen a lo largo del planeta, y por la otra, un acelerado retroceso en rubros como acceso a vivienda, servicios de salud dignos, disponibilidad de agua potable y seguridad alimentaria.

Ello a su vez implica que, durante la próxima década, cerca de 120 millones de personas podrían sumarse a las filas de la población en situación de pobreza. En este sentido, cabe señalar que las condiciones en las cuales se desarrolla la pobreza son diferenciadas para el ámbito rural y el urbano. Pensemos, para los términos del presente artículo en la primera de estas dos categorías.

Si regresamos a la comunidad descrita al inicio, recordaremos que nuestros ingresos dependen mayoritariamente de la agricultura de temporal, lo cual implica que eventos como sequías, huracanes o heladas, comprometen severamente nuestros rendimientos. Dado que se trata de una agricultura de subsistencia, nuestros recursos para reponer pérdidas son realmente muy limitados.

Ante este escenario, quedan algunas posibles alternativas. Una primera sería cambiar o diversificar nuestras fuentes de ingresos a otras actividades menos dependientes de las condiciones climáticas, por ejemplo, la ganadería. Esta actividad económica, nos reportaría ingresos incluso mayores que las que la agricultura podría ofrecernos.

Entonces, decidimos que para que nuestro ganado pueda pastar libremente, será necesario desmontar una zona forestal vecina a nuestra comunidad. Procedemos con éxito a deshacernos de la cubierta boscosa y logramos que nuestro ganado se reproduzca con bastante celeridad. Obtenemos ingresos suficientes por tres años, pero al cuarto año nos encontramos con que ya no hay agua disponible en nuestra comunidad y entonces la existencia de nuestro ganado, e incluso la nuestra está en riesgo.

Como tuvimos también que deforestar para que nuestro ganado tuviera suficiente espacio, las lluvias en la comunidad son también cada vez menos frecuentes y los deslaves, por el contrario, cada vez más recurrentes en las ocasiones en que la lluvia se presenta.

La migración interna se vuelve obligada, pero sólo agudiza la desigualdad social en las ciudades

La vida en nuestra comunidad cada vez se vuelve más costosa, dado que tenemos que comprar alimentos a comunidades vecinas. Dependemos cada vez más de los subsidios que otorga el gobierno, sin que ello signifique una mejora en nuestro bienestar. Un sistema robusto de protección social hubiese traído diferencias notables al protegernos de la variabilidad climática, sin embargo, la condición de nuestro entorno fue significativamente diferente.

Al poco tiempo, migrar a la ciudad más cercana se vuelve más una condición a la que estamos obligados, porque en nuestra comunidad ya no contamos con los medios suficientes para llevar una vida con las condiciones materiales mínimas.

Pasamos de ser campesinos a convertirnos en un número más de las migraciones del campo a la ciudad, llegando a un lugar en el cual tampoco tenemos muchas certezas, salvo que, con una alta probabilidad, contribuiremos a engrosar las filas de la pobreza urbana. Y aquí nuevamente, el cambio climático también tendrá impactos en nuestras vidas.