La pobreza de los rankings sobre las universidades
Lo confieso, me da gusto enterarme de que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es la mejor universidad de América Latina, según los rankings que evalúan a las instituciones de educación superior. Pero también me obliga a poner en su justa dimensión dicho reconocimiento, pues su deslumbramiento nos puede cegar sobre otros aspectos fundamentales de la máxima casa de estudios, y que por cierto, no caben en la metodología dequienes con una misma medida, calculan la calidad académica de las universidades.
Segunda confesión, nunca he dudado de su calidad, valor y trascendencia de la UNAM. Ni en tiempos de la pos huelga de 1999, cuando por cierto, no le fue bien en los rankings. En aquellos años su imagen se deterioró al grado que ser egresado unamita era sinónimo de desempleo seguro, y sin embargo, aquella huelga se convirtió en una herida abierta al modelo neoliberal, pues representa una prueba irrefutable de su fracaso, ya que el argumento neoliberal por excelencia es la privatización de las instituciones para mejorar su calidad.La UNAM aún es gratuita y es de excelencia
El precio que se pagó en aquellos años, hoy ha rendido fruto, al preservar un modelo de universidad con cinco principios básicos: pública, laica, gratuita, de masas y de calidad. Es decir, las movilizaciones estudiantiles de hace 20 años, como las de 1968, “empañaron” temporalmente esa imagen “inmaculada” y tecnócrata de la institución (según la élite y el poder), pero que hoy definen su esencia, su vocación:poner el conocimiento al servicio del pueblo. La máxima casa de estudios está enraizada y entrelazada en la historia nacional como pocas en América Latina.
Otras universidades como Harvard serán de excelencia, pero nunca han tenido el arrojo de ser de masas, ni son una apuesta de educación nacional de sus países. Son de élites para élites. La Universidad Nacional no cabe en esos estrechos márgenes de quienes elaboran esas listas de rankings. La metodología más recurrente es la de artículos publicados en revistas científicas y número de premios Nobel de sus egresados o planta docente. En ello la UNAMha destacado, pues produce abundante ciencia básica.
Entiendo la importancia mediática al encabezar los rankingsde las universidades; sé que es un fuerte argumento en la definición del presupuesto universitario, así como en la consolidación del orgullo puma; una de las identidades más poderosas del país. Pero depositar la valía de la universidad en esa lista se pierde de vista la raíz de su mayor fortaleza: su enorme tradición académica y de compromiso social, depositada en varias generaciones de profesores, investigadores, estudiantes y trabajadores.
Sintámonos orgullosos de encabezar la lista de las mejores universidades, pero sobre todo, de pertenecer a una comunidad universitaria que ha sabido defender un modelo educativo para el pueblo de México. Su mejor defensa es no ignorar los retos y problemas a los que se enfrenta hoy en día.