Los retos del nuevo gobierno en el campo mexicano
El espía de la 4T
Desde la campaña electoral del presente año, el candidato de izquierda hizo el compromiso de voltear a ver al campo como zona estratégica para detener la gigantesca desigualdad y pobreza de nuestro país. Se consultó y tuvo todo el apoyo de organizaciones indígenas y campesinas que pusieron de su parte en la apabullante victoria del primero de julio.
Ahora, la pregunta son los cómos y a quién van los apoyos a partir de la toma de protesta en diciembre. López Obrador responde con el programa Sembrando vida, presentado el 8 de octubre en la Ciudad de México por María Luisa Albores, próxima titular de la secretaria del bienestar social (antes desarrollo social) y los intelectuales Armando Bartra y Víctor Manuel Toledo.
En la presentación del programa se planteó atender dos problemas centrales: la pobreza rural y la degradación ambiental. Para lo primero se desarrolló que se esté dirigido a ejidos, bienes comunales y pequeña propiedad, que la mayoría de los beneficiarios cuenten con menos de 5 hectáreas de parcela y reciban un apoyo por el trabajo y producción, además de que el gobierno absorbería los costos de producción y la asesoría técnica.
El proyecto está diseñado para dar 400 mil empleos directos, es decir, que trabajen su espacio de vida o territorio. Además de laborar a 48 mil jóvenes del programa Becarios si, Sicarios no, que planea rescatar a 2 millones y medio de jóvenes sin estudio ni trabajo (llamados ninis despectivamente).
Cada campesino trabajará en promedio 2.5 hectáreas y recibirá del Estado 5 mil pesos mensuales, algo que parecerá poco pero les puedo asegurar que casi nadie paga esa cantidad por jornal. Por cada 25 campesinos se formará una comunidad de aprendizaje campesina, acompañados por un agrónomo, estos buscarán asesorar y enseñar a generar alternativas orgánicas de producción.
La primera etapa del plan (2019-2020) busca impulsar la siembra de un millón de hectáreas en 19 estados. Se proyecta sembrar principalmente en las cuencas y se fijaron los primeros lugares para iniciar en la región del Usumacinta, desde Ocosingo hasta Palenque, Chiapas. Visitados por el presidente electo personalmente en agosto.
Asimismo, se tiene pensado sembrar en: Campeche, Chiapas, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, SLP, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán.
Evitar el monocultivo es un reto, por eso el tipo de siembra es vital para el mantenimiento del programa y la restauración de la fertilidad de los suelos. Es por eso que se centraran en los sistemas agroflorestales, una técnica que valora el desarrollo ambiental, económico y social en la plantación. Se contempla la diversificación en una misma parcela para el corto, mediano y largo plazo de cosecha. Corto plazo con la milpa o siembra de cultivos básicos, mediano plazo con la siembra de árboles frutales y a largo plazo los árboles maderables.
¿Qué se piensa sembrar?
Depende de la región del país, se habla que por la tradición de las zonas agrícolas y el buen precio o potencial en el mercado se pretende sembrar: cacao, canela, agave, café, palma de coco, pimienta, achiote, mango, guanábana, limón, naranja, cedro, caoba, teca.
Como se darán cuenta este proyecto apasiona y hay que darle seguimiento por su nobleza. Yo solo agregaría otro resultado, que si bien le va a Sembrando Vida, se podrá capitalizar: dejar de ser un país importador, dejar de comprar el maíz, arroz, frijol, carne, leche, madera y demás en el extranjero.
Cada que tengan un plato de arroz en la mesa recuerden que compramos el 92% o cada vez que se echen un taco recuerden que más de la mitad del maíz viene de los Estados Unidos y es transgénico.
Primera parte de este texto: El campo mexicano; la clave para salir del despeñadero