Jóvenes: actores invisibles o de cambio social
Roberto Josué Bermúdez Olivos
@josuebermudez
La juventud siempre ha tenido que picar piedra para hacerse visible y cambiar realidades que los excluyen y marginan. La autonomía universitaria se ganó por jóvenes que movilizados la conquistaron. Los jóvenes del 68 construyeron en nuestro país espacios democráticos que con el tiempo se han ido viciando y cerrando, además de mayor libertad de expresión y libertad de manifestación que hoy por desgracia está en retroceso.
Jóvenes como Lucio Cabañas y los integrantes de la liga 23 de septiembre decidieron tomar las armas por la exclusión, pobreza y represión que estaban viviendo su generación y los más marginados en el país.
Los jóvenes respondieron en su mayoría a la catástrofe de 1985 cuando el gobierno solo respondió con tractores, buscando demoler los escombros no importando el rescate de cuerpos y sobrevivientes, lo mismo que vivimos en menor medida el pasado sismo del 19 de septiembre.
Los jóvenes de edad y los viejos jóvenes tomaron las calles para frenar la guerra en Chiapas en 1994 y parar la masacre de indígenas.
A nivel internacional los jóvenes son los que protestaron contra la guerra de Vietnam, contra el consumismo exacerbado en el Mayo Francés y contra el apartheid en Sudáfrica por poner unos ejemplos.
Generaciones de jóvenes frenaron el proyecto neoliberal de privatización en la UNAM tanto en 1986 como en 1999, costándoles, estigmatización e incluso días de prisión en el movimiento del CGH.
Jóvenes fueron los que conformaron las manifestaciones altermundistas en Europa y América Latina buscando otro mundo posible, indignados y okupas denunciaron la exclusión que el sistema neoliberal tiene a la mayoría de la población.
En su mayoría son jóvenes los que han sido víctimas de la guerra iniciada por Calderón y continuada por Peña Nieto, a quienes han criminalizado y estigmatizado tachandolos de delincuentes o aliados del Narco.
Jóvenes pusieron el dedo sobre la llaga y advirtieron lo que pasaría con el regreso del PRI con el movimiento Yo Soy 132 denunciando la represión en Aténco y a los medios cómplices.
Hoy un joven al que entre comillas podemos llamar privilegiado por poder acceder a la educación media superior o superior, se enfrenta: a las perdidas de espacios recreativos y culturales, al desempleo o a empleos mal remunerados y con muy poca posibilidad de acceder a derechos laborales como pensión digna, vivienda, salud, etc. Es muy posible que se tengan que dedicar a algo totalmente diferente a lo que estudiaron para sobrevivir, tendrán que competir ferozmente con sus pares y quedan expuestos a problemas de salud como ansiedad o depresión.
Los jóvenes en general pero sobre todo las mujeres se enfrentan a la violencia, feminicidios, juvenecidos, desapariciones son el pan nuestro de cada día.
Imaginen si esto viven los jóvenes más privilegiados entre comillas que viven los más, los excluidos e invisibilizados.
Los jóvenes y las jóvenes no privilegiados y privilegiadas que no pueden acceder al sistema educativo y que tienen que laborar desde muy niños o trabajar y estudiar, que trabajan en las obras, las fabricas, las maquilas o en el campo, se enfrentan a una mayor marginación, cero oportunidades de crecimiento, pobreza extrema y explotación. Son orillados a incorporarse muchas veces a las filas del narco, al empleo informal o a migrar. No hay duda alguna que los más afectados por el sistema actual son jóvenes, peor aun si son pobres y peor aun si son jóvenes pobres y mujeres y no se diga indígenas o de zonas rurales.
Fueron jóvenes pobres, los normalistas desaparecidos, los y las estudiantes asesinados diariamente en Veracruz, Guadalajara, Ciudad Juárez, estado de México, Tamaulipas, Monterrey, etc,
Las tarea de los nuevos jóvenes y los viejos jóvenes es mucha: periodistas asesinados, falta de empleos, falta de espacios educativos, falta de espacios culturales, un sistema político electoral ajeno a la mayoría de la población y sus problemáticas, la pérdida de derechos sociales, la criminalización de la protesta y la represión.
La pregunta es ¿Qué harán los jóvenes, seguir con un individualismo egoísta y consumista o ver por las causas del otro? El de la otra calle, el damnificado, el campesino, el desempleado, la mujer agredida y violentada, el indígena, el pobre de los que no tienen acceso a la justicia no olvidando que las cárceles están llenas de pobres no así las universidades.
Es momento de crear espacios, de fomentar la democracia pero una democracia incluyente y participativa, no sumarse a las agendas de los viejos políticos o de la elite sino impulsar su propia agenda y transformaciones, defender los derechos sociales pero sobre todo no permitir que los vuelvan seres invisibles y sin voz sometidos a la voluntad de los titiriteros.
Recordemos que los jóvenes son los que erigirán el futuro político del país, lo pueden hacer de forma crítica y comprometida con un cambio y con la defensa de sus derechos y los intereses de la nación o se pueden quedar en la política del meme y votar al producto mejor publicitado en detrimento del bien social a favor de un continuismo, que lleva a la exclusión y la invisibilidad de los jóvenes y los marginados.