La 4T necesita mayoría para gobernar

A la derecha mexicana no le molesta la concentración de poder, lo que le asusta es que alguien como Andrés Manuel López Obrador (AMLO) -quien representa todo lo contrario a sus intereses- tenga el suficiente poder para desmantelar el modelo socioeconómico de brutal desigualdad en la que se sienten plenamente cómodos y felices.

Debajo de ese discurso insistente hasta la náusea, de que AMLO es un dictador y que concentra un poder absoluto por su mayoría en las Cámaras, se esconde un total cinismo o una burda ignorancia, además de una campaña ideológica como la de “un peligro para México”.

Primero

AMLO sólo concentra un poder político y eso, a medias[1]. Aunque era necesario que así fuera, pues los verdaderos contrapesos no están en el Poder Legislativo; son los poderes fácticos, el poder económico, ideológico, militar, como los empresarios, la iglesia, el ejército, los cárteles de droga, el gobierno de Estados Unidos, las trasnacionales, los organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, los sindicatos charros, grupos de presión como Antorcha Campesina, los grandes monopolios de los medios comunicación, por mencionar algunos, que son los que verdaderamente dificultan un gobierno democrático y anti-neoliberal.

Los contrapesos son necesarios, fortalecen cuando operan en la lógica de la crítica y la justicia, no desde el odio o la subordinación a intereses creados, como los jueces corruptos de la Suprema Corte de “Justicia” de la Nación; la vendetta de los titulares del Instituto Nacional Electoral (INE) por el recorte a su presupuesto; o el oportunismo “periodístico” de un Loret o un Brozo.

La derecha mañosamente confunde presidencialismo[2] con gobernabilidad, porque lo que desea es precisamente paralizar al gobierno de la 4T, atrincherarse en el Poder Legislativo y frenar su avance, por eso arguye una sobre representación cuando MORENA se ganó en las urnas la confianza ciudadana. El 1 de julio de 2018, el pueblo de México acudió a votar por castigo y esperanza, para ver llegar a un gobierno que detuviera el modelo neoliberal y para ello, le otorgó mayoría en el Congreso.

Segundo

Le reprochan su fuerte figura en la vida pública; le dicen dictador por sus mañaneras donde señala las mentiras de sus adversarios con su derecho de réplica. Donde opina de todo y sí, en efecto, a veces dice de más, a pesar de cuidarse con su estilo pausado, pero eso no lo convierte en un dictador. De nueva cuenta son cínicos o ignorantes, un “historiador” como Enrique Krauze debería poder distinguir entre un líder carismático y un dictador, en cambio prefiere la mentira dicha mil veces.

Decirle dictador es compararlo con figuras como la de Pinochet, quien llegó a convertir los estadios de futbol en campos de concentración, con miles de muertos y desaparecidos, eso, disculpen, es una dictadura, o como la del PRI hace 50 años, cuando masacraba estudiantes por manifestarse.

Tercero

Apelan a la mentira y el discurso ideológico similar a “un peligro para México”, porque la derecha mexicana no ha podido aglutinarse ni levantar cabeza aun con el desgaste del gobierno de la 4T, ya que carecen de un liderazgo, su avance depende únicamente de los errores de gobierno, es decir, no se han convertido en alternativa para este 2021, en donde MORENA bajará votación, pero también sus opositores; quien ganará terreno será el abstencionismo.

Las grandes masas populares no cuentan con los recursos materiales e ideológico como el de las élites, quienes imponen gobiernos, presidentes, modelos económicos, leyes, regímenes políticos; la única manera de empoderarse es a través de la organización de masas y ésta, sólo es posible, a nivel nacional, por medio de un liderazgo carismático, con todo y los riesgos de convertirse en un caudillo.

Son cuarenta años de imposición e implementación del modelo económico neoliberal en México, tan anclado, que habita en nuestra idiosincrasia como una verdad consumada; desmantelarlo no es tarea sencilla ni será en un sexenio.

Hasta ahora, AMLO no ha revirado el neoliberalismo, más allá de condenarlo en sus discursos, en los hechos, sólo lo ha detenido, pues ni ha privatizado, pero tampoco ha nacionalizado. Pero seamos realistas, en el mundo ningún gobernante ha intentado nacionalizar un recurso natural estratégico, sin que haya sufrido el embate de la derecha nacional e internacional.

Los empresarios tienen el poder de destruir economías nacionales en cuestión de semanas, con sólo sacar sus capitales, como hicieron precisamente en Venezuela. Por eso, tener un respiro del avance neoliberal en México, es una apuesta que bien vale la pena refrendar en estas próximas elecciones de 2021.

Notas al pie

[1] A medias porque MORENA tiene mayoría absoluta para aprobar leyes, pero no mayoría calificada para modificar la Constitución; porque necesariamente tiene que negociar con los partidos políticos tradicionales y emergentes; porque su gobierno es de coalición, con actores políticos de izquierda y derecha, pues no había de otra más que pactando, sumando y negociando; porque MORENA está lleno de oportunistas y traidores; porque la política no se agota en el Poder Legislativo, sino que existe un poder político por encima, como las presiones del gobierno norteamericano y los organismos internacionales.

[2] Presidencialismo es una categoría histórica, no sólo política, es decir, que se puede aplicar como adjetivo calificativo, pero en rigor, deben existir condiciones históricas para sostener dicha acusación, por ejemplo, el control de la prensa y los medios de comunicación como en los tiempos “idílicos” del priismo, cuando controlaban la prensa a través del monopolio de producción del papel. AMLO es más bien un líder carismático.