Sonora Grill: Más allá de los memes, un recordatorio de nuestra sociedad
Marco Antonio García Serrano
Hablar de racismo en México es remontarnos a múltiples casos desde esa carga colonial que venimos arrastrando desde hace 500 años. Si bien se ha creado un contradiscurso para rememorar a los pueblos originarios y reconocerles. Aún continuamos con un imaginario colectivo de una modernidad en donde solo unos cuantos pueden entrar en los estándares permitidos para ser un “mexicano”, o en términos coloquiales un Whitexican.
Más allá del folclore
Este peculiar personaje creado por un lenguaje que poco a poco ha sido cargado de características peculiares como portar un sombrero, una vestimenta ostentosa, pero con una carga discursiva de buena onda y tomarse fotos en diferentes lugares como los pueblos mágicos, reconocer esa esquizofrenia colonial de la que habla Guillermo Bonfil Batalla de vanagloriar ese folclore mexicano tan estereotipado como las artesanías vendidas en tiendas de dueños extranjeros, tomarse foto con personas locales de las comunidades, mientras que con esas prácticas se refuerza un racismo tolerante.
Ahora bien el racismo como práctica cotidiana en una sociedad como la mexicana va desde la gentrificación de las zonas urbanas de la Ciudad de México un claro ejemplo son algunos lugares en donde se crea un imaginario colectivo de las personas que pueden entrar dichos espacios, es decir a los blancos extranjeros (principalmente) debido a un fenómeno denominado blanquitud como fenómeno consecutivo de la modernidad capitalista, un “racismo” que exige la presencia de la blancura como un orden ético o civilizatorio de la humanidad moderna, pero en casos extremos como el del Estado Nazi de Alemania, pasa a exigir la presencia de una blancura de orden biológico y cultural (Echeverria, Bolivar,58, 2010). Con base en lo dicho se puede determinar quién pueden entrar y quién no, o bien crear zonas para el “libre acceso”, estamos hablando del Sonora Grill como un ejemplo claro y que tanto a dado que hablar en las rede sociales.
Racismo, Pigmentocracia, clasismo, da igual es solo un “meme”
Esto es un recordatorio de que nuestra sociedad aún prevalece el racismo y se esconde de manera sutil en este tipo de espacios donde los meseros son aquellos personajes en manifestar dicha práctica que va desde el no atenderte por tu color de piel o dando preferencia a personas con rasgos occidentales o blancos.
La explicación en la organización determinista a través de una pigmentocracia nos remonta al desarrollo del Estado-Nación mexicano con una seria de proyectos encaminados a incluir y excluir sujetos. La formación del Estado-Nación también conllevó una reflexión acerca de la participación de grupos y esferas dominantes con respecto a otros. Esto en sí le podría brindar al grupo en el poder un reconocimiento por parte de los diferentes sectores, y sobre todo para obtener el reconocimiento internacional. Empero la ciudadanización de todos los miembros de la sociedad, tanto el sector rural, donde su población era principalmente indígena; como el sector urbano, habitado en su mayoría por mestizos y blancos; no significo necesariamente una igualdad social. (Jacinto, Lizette, 253, 2019).
Una estructura social basada en un color de piel
Ahora podría tener más sentido el porqué de una estructura social basada que en el color de piel tienes accesos a determinados privilegios en donde unos cuantos tienen accesos a ellos, y el cómo los espacios como el Sonora Grill está basado en la misma lógica, y también el cómo hay espacios determinados para diferentes clases sociales.
El hablar del lenguaje en las redes sociales es hablar del meme, este fenómeno que es producido por estas es una manera de comunicar dichas discursivas en la sociedad, una de ellas es el racismo, clasismo, sexismo, como formas de reproducción de un discurso que se ha impregnado a lo largo de muchos años, y que se ha naturalizado como una forma de “humor”, pero no es más que recordar un racismo como practica cultural, producto de relaciones de poder que se manifiestan en la cotidianidad.
Un acercamiento teórico al tema
La raza ha sido una categoría colonial que el sociólogo peruano Aníbal Quijano, sostiene que ha sido una ficción que permite poner a punto un sistema de controla de población, un dispositivo de poder en terminología Foucaultiana. Este pasa por clasificar la población, especialmente la población colonizada naturalizando el procedimiento de clasificación e insertándolo en un sistema jerárquico. Podríamos decir que anuda una serie de heterogeneidades: la percepción de ciertas diferencias fenoménicas tales como el color de piel, la forma de los ojos, el tipo de pelo etc., propicia la clasificación de los seres humanos con tales características específicas en diversos grupos. Estos a su vez son jerarquizadas en una línea de superior en inferior que en sí misma puede no tener que ver con aquel afán clasificatorio. (Galcerán, Monserrat, 22, 2016).
Trasladar todo lo dicho se manifiesta en lugares donde la gentrificación es un fenómeno cotidiano, y como se distribuye la ciudad en espacios donde puede transitar la gente de determinado color de piel, o bien, como dichos espacios reflejan la estratificación a partir de tu color de piel, o tu apariencia, y uno de los casos más sonados es el Sonora Grill, cadena de restaurantes en donde sus sucursales se encuentran en zonas de determinado estatus social, pero el dicho fenómeno se ha convertido en un tema de risa, cuando solo lo que refleja es una sociedad en donde sus prácticas culturales son parte de una carga colonial en donde se determina desde los vencedores, los explotadores y por supuesto aquellos que pueden acceder a los espacios de determinado estatus o aspirar a poder entrar y ser como ellos.
Bibliografía:
- Echeverria, Bolívar, “Modernidad y Blanquitud”, Ed era, México, 2011.
- Jacinto, Lizette, “Racismo cuerpo y violencia en América Latina”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2019.
- Galceran, Huguet Monserrat, “La Europa Barabara: Una mirada desde el postcolonialismo y la descolonialidad”, Traficantes de Sueños, Madrid 2019.