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Reseña y descarga de En busca de Pedro Páramo


5 marzo, 2019 @ 11:46 am

Reseña y descarga de En busca de Pedro Páramo

Un antes y un después en la visión de Juan Rulfo y su obra

Fernando Lezama

I

Prácticamente desde la publicación de Pedro Páramo en marzo de 1955, hubo muchos agoreros funestos que pronosticaron la temprana muerte de la primera novela de Juan Rulfo, a la que consideraron malograda y fallida. Archibaldo Burns de la revista Metáfora, apuntó: “Pedro Páramo es un conjunto de fragmentos alucinados. Para haber sido una obra maestra, han fallado el planteamiento y el desenvolvimiento propios de la trama”; incluso el propio Alí Chumacero, quien aparece en el colofón como el encargado del cuidado de la edición princeps, no se guardó sus reparos publicando una reseña nada alentadora en la Revista de la Universidad de México: “En el esquema sobre el que Rulfo se basó para escribir esta novela se contiene la falla principal. Primordialmente, Pedro Páramo intenta ser una obra fantástica, pero la fantasía empieza donde lo real aún no termina. Se advierte, entonces, una desordenada composición que no ayuda a hacer de la novela la unidad que […] se ha de exigir de una obra de esta naturaleza”. De los comentarios más agresivos, tiene un lugar sobresaliente el de José Rojas Garcidueñas, quien hacia 1959 escribió: “dejando aparte mi personal repugnancia por ese tipo de literatura sórdida, lo que en Pedro Páramo juzgo más censurable es la estructura, en puridad de lo más simple, se encuentra deliberadamente desquiciada y confusa”. Posteriormente, durante los años sesenta y setenta, los integrantes de la generación de la Onda contribuyeron al ambiente de defenestración de la novela, argumentando que su hechura era responsabilidad más de sus editores que del propio autor. José Agustín, por ejemplo, llamó “Peter Páramo” al gran personaje, como una manera de achicar el legado del jaliscience, y como parte de sus esfuerzos de poner a José Revueltas por encima de Rulfo. Leyendas han corrido en torno a la construcción de los personajes, el ordenamiento, la redacción, y hasta el tipo de léxico que compone la que sin ninguna duda es la gran novela escrita en México hasta el día de hoy. En efecto, el querer ver a Rulfo como “el burro que tocó la flauta”, como ese hombre inculto que escribió una obra maestra por casualidad, fue parte de esa vieja costumbre de “bajar” la fama de una una obra que iba en meteórico ascenso. 

Ayer como hoy, en México nada molesta más que la fama ajena. 

II

Aunque muchos elogios han corrido desde 1955 y aunque hoy la grandeza de Juan Rulfo es innegable, es pertinente y necesario el libro que nos convoca: En busca de Pedro Páramo de Leopoldo Lezama, porque se trata escencialmente de una investigación que sigue los pasos que recorrió Rulfo para armar una de las grandes obras no sólo de la literatura castellana, sino de la literatura universal. Lezama es honesto al decir que tomó en consideración los múltiples estudios que ya existen al respecto sobre la construcción de la novela (José Carlos González Boixo, Víctor Jiménez, Samuel Gordon), pero su ventaja es que entrevistó a contemporáneos de Rulfo que fueron testigos de la redacción de la novela en los meses que corrieron de septiembre de 1953 a agosto de 1954, en que el mecanuscrito fue entregado al Centro Mexicano de Escritores y al Fondo de Cultura Económica, respectivamente. Lezama ofrece los testimonios de tres personajes fundamentales en esta historia: Alí Chumacero, cuya autoridad recae en ser el editor de El Llano en llamas y Pedro Páramo, Antonio Alatorre, el gran filólogo y uno de los descubridores de Rulfo en la revista Pan de Guadalajara, y Emmanuel Carballo, crucial porque además de ser uno de los primeros críticos que subrayó la grandeza de Rulfo, fue compañero becario y vecino del jaliscience en el año en que escribió su famosa novela. Las otras entrevistas no son menos importantes: Huberto Batis, quien imprimió 50 mil ejemeplares para la SEP y rescató material inédito de Juan Rulfo tras su muerte; Anamari Gomís, alumna del Centro Mexicano de Escritores en los años en que el narrador fungió como tutor, y Sergio López Mena, responsable de la única edición genética de la obra de Rulfo en la reputada Ediciones Archivos. Un conjunto bastante llamativo el que llena este libro. 

En busca de Pedro Páramo, de Leopoldo Lezama www.revistaconsideraciones.com

III

¿Qué nos ofrece el presente trabajo que no ofrezcan las miles de páginas que se han escrito sobre el autor nacido en Sayula hace poco más de un siglo, e incluso sobre la propia formación de la novela? Primero, los testimonios de sus amigos y editores (privilegio que pocos investigadores han tenido), y segundo, un ensayo de cómo surgió la novela, que frente a su brevedad (un estudio de treinta páginas aproximadamente), se antepone su riqueza. Dos obras propone Lezama como las que alimentaron mayormente la novela mexicana más famosa: La Antología de Spoon River, obra de 1915 del norteamericano Edgar Lee Masters, y esencialmente La Amortajada, novela de 1930 de la chilena María Luisa Bombal, la cual según Rulfo no había leído entonces, pero de acuerdo con el testimonio de Emmanuel Carballo, no sólo influyó al jaliscience, sino hizo que en algún momento del proceso de escritura, cambiara el proyecto general. Esta relación del mexicano con la chilena sin duda es un aporte, y a pesar de haber sido mencionado anteriormente por investigadores y escritores de la estatura de José Bianco y Gabriel García Márquez, no había sido abordada con la debida profundidad que merece. La deuda con Edgar Lee Masters también es innegable, tanto en el tema como en la estructura: una obra que se va tejiendo por medio de las voces de los muertos de un pueblo. 

Sin embargo, aunque el contenido del libro se concentra en el camino que llevó a Rulfo a su Pedro Páramo(cambios, supresiones, correcciones), también hay que resaltar que se hace un “otro” dibujo del autor mexicano distinto al “oficial”. Los vicios y virtudes se vierten por igual, y esto ayuda a tener una noción más amplia de un autor que no necesita ser tratado con omisiones o cuidados biográficos. 

IV

Finalmente, aunque buena parte de las entrevistas habían venido publicándose en revistas y suplementoa culturales mexicanos, es hasta ahora que este material se publica completo y con la visión de su autor, es decir, con el respectivo estudio que se desprende de estos valiosísimos testimonios. Y podemos afirmar que después de la lectura del presente libro de Leopoldo Lezama editado por el Sindicato de la Universidad Nacional, nuestra visión de Rulfo no es la misma: sus influencias se nos hacen evidentes, y ya no es ese autor que “parió sin comadrona”, como bromeó en alguna ocasión Emmanuel Carballo en torno a la gran novela mexicana, que es hoy un clásico de la literatura y el arte universal.   

Ciudad de México, febrero del 2019

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