Gato con Lentes Opinión

El amor también es un cuchillo afilado

Andrea Sasía


8 febrero, 2019 @ 1:01 pm

El amor también es un cuchillo afilado

@AndreaSasia124

Es lógico considerar la psicopatía como algo ajeno a nuestras vidas. Pensamos que sólo en las películas o en las series de televisión encontraremos una persona calculadora, sin empatía y que se relaciona con otros únicamente para obtener un beneficio, y por ello sentimos una “lejana fascinación” hacia aquellos individuos que no están integrados a la sociedad y con quienes difícilmente habremos de convivir… salvo que tengamos el infortunio de ser alguna de sus víctimas.

Cuando digo “fascinación”, me refiero a la recurrencia de personajes con sus características en la cultura popular. Ya sea que tengan forma de Freddie Krueger o de Zac Efron encarnando a Ted Bundy, las historias de protagonistas con rasgos psicopáticos se venden muy bien. Sin embargo, como no todo es ficción ni fantasía, me parece importante analizar lo que nos venden, sobre todo cuando la pregunta es: si usáramos como referencia lo que se muestra en las películas y libros, ¿sabríamos cómo reconocer a un psicópata en la vida real?

Lo más probable es que no, porque para empezar, la palabra “psicopatía” resuena. Es agresiva, es fuerte. Quizás al escucharla nuestras asociaciones inmediatas tienen que ver con cosas como un hacha, un cuchillo o Hannibal Lecter, porque llamarle a alguien “psicópata” nos sugiere que esa persona padece algún trastorno mental que solo pone en peligro la integridad física de los demás, y por ello no solemos tomar en cuenta que el abuso psicológico o emocional también son formas de violencia de las que se valen este tipo de personas.

En segundo lugar, muchas veces no sabemos que existen distintos grados de psicopatía, y aunque los asesinos están en un extremo superior, ignoramos que es mucho más factible conocer al llamado “psicópata integrado” —denominado así por estar integrado a la sociedad— entre nuestros colegas de trabajo o compañeros de escuela, y peor aún, desconocemos que es igualmente posible enamorarnos de ellos o de ellas.

Amor psicópata

La primera vez que yo escuché el término “psicópata integrado” en un contexto romántico fue con el libro de Iñaki Piñuel Amor Zero: cómo sobrevivir a los amores psicópatas. Probablemente ustedes, como yo lo hacía, encuentren el título exagerado o se mantengan escépticos ante una situación así. “¿Cómo es posible enamorarse de un psicópata? ¿Será como en la serie de “You”? ¡Pero si los psicópatas se notan a leguas! ¿Quién querría enamorarse de uno?”

Bueno, tal vez se noten a leguas pero desde luego que no para sus víctimas. Y no, no es exagerado ni irrisorio, ni tampoco algo que solo le ocurre a la gente “tonta”. Mujeres y hombres altamente exitosos e inteligentes han sido víctimas emocionales de estos seres manipuladores y sin empatía. Pero veamos, ¿cómo es enamorarse de una persona así?

Los psicópatas integrados poseen características muy particulares en su manera de abordar las relaciones románticas. Para empezar, el mito del amor romántico es un asunto que saben explotar muy bien a su favor.

Nadie es más vulnerable que cuando está enamorado y ellos lo saben muy bien. La historia de amor con un psicópata integrado —que pueden constatar cientos de casos que siguieron el mismo ciclo— sigue un patrón impredecible: al llegar a tu vida, ellos se presentan como tu alma gemela, te bombardean de amor, te brindan toda la atención, afecto y elogios y sin darte cuenta en qué momento sucedió, tú te enamoras de ellos perdidamente. Sobra decir que los psicópatas son muy hábiles manipuladores y que esta “almagemelización” no es genuina ni real, sino un despliegue de falso carisma que les permite obtener de ti lo que desean.

Sin embargo, este sólo es el inicio. Un buen día, sin advertencia alguna, tu alma gemela comienza a tener una actitud fría y desinteresada hacia ti. Tú, más allá de sentir cariño y confianza, tienes los niveles de oxitocina y de todas esas sustancias químicas que se producen en el enamoramiento como en un carrusel, pues el bombardeo de amor inicial es como una droga.

Un comentario despectivo, una infidelidad, incluso un rompimiento inesperado: esa fachada amorosa se viene abajo de un instante a otro y te dejan caer desde lo más alto sin aviso. De ser el amor de su vida te conviertes en un elemento más en ella, uno que les aburre y les agobia por lo que te descartan como si fueras un objeto. Algunos psicópatas, incluso, desaparecen sin explicación.

Detrás de ellos, los psicópatas integrados dejan un historial de víctimas devastadas y con una disonancia cognitiva que solamente la terapia psicológica y el conocimiento de este tipo de perfiles logran conciliar. “¿Quién es esta persona de la que me enamoré?”, se preguntan. El daño que estos depredadores provocan en sus parejas, además de la destrucción emocional, tiene afectaciones peculiares como un síndrome de abstinencia sexual o un tipo de amnesia donde la víctima sólo recuerda los momentos felices. En fin, el escenario final es terrible, como si hubiera pasado un huracán de categoría 5.

Que nadie diga que los psicópatas sólo están en la televisión y que el daño que provocan sólo es físico. Si desean leer más sobre el comportamiento de estas personas porque lo que yo he narrado es la punta del iceberg, les recomiendo el libro que mencioné más arriba, Amor Zero, aunque basta con hacer una búsqueda en internet para encontrar toda una terminología y un mundo de horror y dolor pero también de una enorme lucha para advertir sobre este tipo de individuos por parte de las víctimas.

Andrea Sasía

Socióloga en ciernes, amante de los viajes y de una buena charla con los amigos.