Opinión

¿Por qué más policías representan menos seguridad?


raulraulgonzal1

25 enero, 2019 @ 11:19 am

¿Por qué más policías representan menos seguridad?

CRONOTOPOS

Cantidad nunca será sinónimo de calidad. No sólo se trata de crear una Guardia Nacional, se trata de resolver el problema de fondo: ¿Qué estrategia definirá el Gobierno Federal para combatir la delincuencia?, tomando en cuenta que actualmente operan seis modelos diferentes, todos ellos, vulnerables y deficientes.

Históricamente, el Estado no ha sabido responder a las necesidades de seguridad que las circunstancias demandan. Únicamente cambia las cabezas de los organismos responsables.

Recordemos el proceso de reorganización federal, para el “combate al crimen organizado” hacia finales del siglo pasado. En 1989 la Dirección Federal de Seguridad (DFS) se disolvió, y en su lugar, se creó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). Posteriormente, en el año de 2002 desapareció la emblemática Policía Judicial Federal (PJF)—ambas debido a la penetración del narco entre sus filas—siendo sustituida por la Agencia Federal de Seguridad (AFI), transformándose años después en Agencia de Investigación Criminal (AIC).

Cabe recalcar el nacimiento de la Policía Federal Preventiva (PFP) en 1999, que debutó con su irrupción a Ciudad Universitaria (CU) en febrero del 2000, poniendo fin a la huelga que paralizó nueve meses a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Posteriormente la PFP, se convirtió únicamente en Policía Federal (PF) y fuese usada como estandarte en los sexenios panistas, especialmente en la “Guerra contra el Narcotráfico”, aunque al día de hoy, periodistas como Héctor de Mauleón se sigan empecinando en hacerlo.  

Actualmente, tanto la Policía Federal, como el CISEN se encuentran en proceso de extinción. Para ocupar su lugar, se constituyen la Guardia Nacional (GN) y la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI). Al parecer, la historia se repite.

Lo que hasta ahora ninguna administración ha planteado, es la estrategia de seguridad—tanto pública como nacional—que uniforme al país, y a la vez, responda a las especificidades de cada región.  Hoy por hoy, según información del académico Raúl Benítez Manaut, existen seis:

1.- Militarización total de la seguridad pública.

2.- Profesionalización de la seguridad pública a través de la Policía Federal.

3.- Profesionalización basada en el Mando Único (o Mixto) a nivel estatal.

4.- Profesionalización de la Policía Municipal.

5.- Policía Comunitaria.

6.- Población organizada en autodefensas.

Imagen: RT Noticias

A su lista agregaría una más: Servicios de Seguridad Privada, que, si bien en el papel no figuran, dentro de la seguridad pública operan a diestra y siniestra con el apoyo de autoridades y grupos políticos.  

Cada modelo, demuestra la ineficacia, descoordinación y hasta ilegalidad de sus ejecutores. Generada en gran medida por las controversias y atribuciones legales de las que se valen, tanto para operar, como para criticar a sus adversarios.

Por ejemplo, militares y aquellos que apuestan por la consolidación de un mando único a nivel estatal, repiten hasta el cansancio las debilidades, y desaciertos de las Policías Municipales, además de los avances que se lograrían con su desaparición. Por otra parte, administraciones estatales y académicos informan de la importancia que requieren dichas corporaciones policiacas, al ser conocedoras de la región y enlaces con “actividades” que otras agrupaciones no podrían realizar.

También resulta curioso hablar de no militarización, cuando por años los policías fueron entrenados y dirigidos por mandos militares, sea en activo o en retiro. Para muestra de ello, en 1997, comandantes militares participaron en la seguridad pública de 29 estados. De cualquier modo, la salida nunca será la reconversión de militares a parapolicías, simple y llanamente porque en esencia los efectivos castrenses son preparados para un estado de guerra, no para una guerra convertida en estado. 

Empero, la militarización es un extremo a evitar, como también lo son las autodefensas o policías comunitarias, que además de ser ilegales, evidenciaron la ausencia de un estado capaz de brindar seguridad a sus ciudadanos. Y que puede devenir en ideas separatistas y comunidades insurgentes.

Otro paradigma que acentúa más esta crisis, es la geografía; la estrategia de seguridad aplicada, debe sortear la abismal diferencia entre ciudad y campo, entre miles de habitantes y, localidades que no son más de mil. Todo esto, sin dejar de pertenecer a la estrategia federal. Puesto que, hasta ahora, hemos visto que los “multicombates” resultan desastrosos.

El problema no termina ahí. De entre las miles de agrupaciones policíacas, sus elementos no son suficientes para la población nacional; a lo largo y ancho del país, existen poco más de tres mil corporaciones policiacas, con una fuerza—al 2018—de 119 mil 113 uniformados. Desafortunadamente, no son los suficientes para cubrir el estándar mínimo de seguridad pública; 1.8 por cada mil habitantes. Es decir, se carece de 96 mil 22 elementos para brindar la seguridad ideal a cada 1000 mexicanos. Los cuales, según proyecciones de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), se encontrarían listos hasta dentro de 3.4 años. 

Luego entonces, el reto del nuevo gobierno no sólo consiste en crear más instituciones, que releven a sus antecesoras, como simples títulos. El reto es definir, reorganizar y unificar los rescoldos de las anteriores, con el nacimiento de otras, para partir a la construcción de cuerpos policiales profesionalizados, efectivos y respaldados. Sólo así podremos hablar de una verdadera transición.

La transición de la Cuarta Transformación.

Comentócrata, amante de la historia, bibliófilo por vocación, universitario por decisión.