Noroña y la desobediencia para la transformación
Cada 1° de septiembre, México vivía una gran ceremonia cívico-política, como si se tratara de un rey todo poderoso, las calles de la Ciudad de México se cubrían de porras, confetis y aplausos, quizás por esa razón el historiador Enrique Krauze, nombró al sistema presidencialista mexicano como: “la presidencia imperial”.
“El día del presidente”, era una fecha en que las familias completas escuchaban en un principio por la radio y posteriormente por la televisión, al presidente de la República, que entregaba al Congreso su informe de labores y posteriormente dirigía un mensaje a la nación.
http://mediateca.inah.gob.mx/islandora_74/islandora/object/fotografia:22791Esas reglas no escritas del sistema político mexicano detenían por completo al país, que escuchaba aquel acontecimiento mítico y legendario, en el que se podía escuchar desde acontecimientos trascedentes como la expropiación petrolera; pasando por el enaltecimiento de los sucesos del 2 de octubre en Tlatelolco; hasta las lágrimas por “no haberlo hecho mejor”.
Vicente Fox, el primer presidente panista, que accedió al poder gracias a democracia en construcción, sería el último presidente en entregar al Congreso su informe de labores, en su último informe, un grupo de diputados tomó la tribuna de la Cámara baja en protesta por haber sido Fox el principal promotor de unas elecciones que fueron consideradas amañadas y fraudulentas.
Fue a principios de la segunda administración panista, que aquella magna ceremonia quedó sepultada, el artículo 69 de la Constitución, que obligaba al ejecutivo a dar su informe de cara a los representantes de la nación, fue eliminado del texto constitucional. Por lo que ahora sólo es necesario que el presidente de la República entregue por escrito su informe de la administración del país.
En este contexto y por ser una fecha con gran significado histórico y político para el régimen priista, el exdiputado federal y actual precandidato a la presidencia de la República por la vía independiente, Gerardo Fernández Noroña, ha convocado a un Paro Nacional como una forma de desobediencia civil, no violenta y de rechazo al actual gobierno.
Y es que, para el exdiputado la desobediencia civil es un arma de gran trascendencia y poder que tiene la ciudadanía, para lograr una transformación política y social de la situación actual, en que muchas veces las manifestaciones públicas, son reprimidas violentamente por un gobierno que pretende sustentarse en el autoritarismo que lo caracterizo en el pasado.
Este movimiento de resistencia originado por el filósofo estadounidense Henry David Thoreau en 1849, ha sido inspiración para grandes movimientos sociales que han traído importantes transformaciones en la historia de la humanidad, influyendo a Mahatma Gandhi en la India y Martín Luther King en los Estados Unidos.
Pero incluso en México, esta corriente de resistencia ha sido utilizada como una forma de protesta eficaz contra el régimen autoritario priista. En 1988, después de las elecciones del 6 de julio, que dieron por triunfador a Carlos Salinas de Gortari, el candidato panista, Manuel J. Clouthier, junto con sus simpatizantes inició manifestaciones masivas y bajo el Ángel de la Independencia hizo huelga de hambre.
En 2006, en un contexto muy similar, Andrés Manuel López Obrador, en un Zócalo repleto, pidió a sus simpatizantes tomar el Paseo de la Reforma en exigencia que se limpiara la elección y que se hiciera un recuento de los votos, para despejar la sombra del fraude electoral.
Si bien, no se pudo concretar por completo las exigencias de los mencionados, se lograron pasos importantes que han permitido paulatinamente transformaciones en la historia política y social del país.
Es por ello que para que se “mueva” todo, es necesario pararlo todo, porque como escribió Thoreau: “Le declaro la guerra al Estado, a mi manera, aunque lo utilice y me aproveche de él en cuanto pueda, como es usual en tales casos”.