La transición democrática en México: ¿mito o realidad?
En 2012 el Colegio de México (COLMEX) editó un libro titulado “Historia mínima de la transición democrática en México”, obra de uno de los académicos más respetados en el tema electoral mexicano y considerado por muchos, como “constructor de la democracia mexicana”, José Woldemberg Karakowsky.
Y es que al respetable Dr. Woldemberg, le tocó presidir al Instituto Federal Electoral (IFE), en uno de los momentos más importantes para la historia política de México, las elecciones del 2000, año que se da por terminado más de siete décadas de priismo en Los Pinos.
Para el profesor de la UNAM, “la alternancia pacífica y ordenada en la Presidencia de la República en el año 2000, fue posible porque la transición democrática estaba concluida”. Según él, el país gobernado por un solo partido, había podido transitar a una verdadera democracia, con partidos competitivos, en un sistema electoral imparcial y equilibrado.
Sin embargo, a la luz de teorías expuestas por destacados investigadores del tema electoral, como Giovanni Sartori o Norberto Bobbio, ese respeto al voto de los ciudadanos, está muy lejos de ser una verdadera transición a la democracia.
Y es que la elección del 2000, no fue del todo libre, ni autentica, ni mucho menos limpia, como lo ha señalado José Woldemberg, y ahora Lorenzo Córdova, pues como cada elección, municipal, estatal o federal, ha estado llena de irregularidades.
El PRI había desviado 1,500 millones de pesos a la campaña de Francisco Labastida, candidato del PRI en el 2000, dinero proveniente del sindicato de PEMEX, que ha estado bajo la dirección del priista, Carlos Romero Deschamps. Y aunque hubo una multa millonaria al Revolucionario Institucional, los responsables jamás fueron presentados ante la justicia, por haber mancillado la supuesta “equidad” democrática.
Por su parte el candidato del PAN, había recibido entre diciembre de 1999 y julio del 2000, 345 mil pesos por conceptos de “honorarios”, provenientes de una Asociación Civil que llevaba por nombre “Amigos de Fox”, y que se señalaba, eran recursos de procedencia ilícita.
El IFE logró aplicar una sentencia, hasta octubre de 2003, con una multa de 399 millones al PAN y 99 millones al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), una lenta justicia, para un país que supuestamente ya había transitado a la democracia, la supuesta equidad en la contienda electoral del año 2000, no existió.
Seis años después, el presidente Fox, rompió las reglas básicas de la democracia, pues no solamente se dedicó a gobernar, sino que participó abiertamente e hizo campaña a favor del candidato de su partido, Felipe Calderón y atacó explícitamente al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de las irregularidades que se lograron documentar, en periódicos, revistas e incluso documentales, para el exconsejero del IFE, José Woldemberg, la elección de 2006, fue una verdadera “fiesta democrática”, y el pregonado fraude, simplemente “eran versiones fantasiosas”.
Seis años después, se dio nuevamente un “paso” más en la transición democrática: el regreso del PRI a la presidencia.
En 2017, la historia no ha sido muy distinta, la elección del Estado de México, en la que recursos de procedencia licita e ilícita han comprado votos, para imponer al primo del presidente, con un gabinete presidencial visitando las comunidades más pobres, da cuenta de una elección amañada y comprada.
Para el analista John Ackerman, México sufre uno de los mitos más nocivos, y es el de la supuesta “transición democrática”, pues debilita la movilización social y el desarrollo de la conciencia crítica de los mexicanos, suponiendo que solamente debemos mejorar el “funcionamiento” de lo que ya tenemos.