De Norte a Sur

Seguimos siendo Ayotzinapa


24 febrero, 2015 @ 6:24 pm

Seguimos siendo Ayotzinapa

Por: Colectivo 43más

Se cumplen cinco meses de la ausencia de 43 estudiantes de la “Normal Rural Raúl Isidro Burgos”. Cinco meses del asesinato impune de 6 personas, 3 de ellos también estudiantes de la Normal, que se encontraban en el lugar donde se ejecutó la orden de desaparecer a los 43.

152 días en los que 43 familias se preguntan día a día dónde y cómo están esos 43 muchachos que fueron detenidos y desaparecidos por fuerzas del Estado mexicano. 3,648 horas en las que madres, padres, hermanos, hermanas, novias, esposas, amigos y compañeros se preguntan si sus seres queridos estarán bien, si habrán comido, si dormirán, si pasarán frio. Miles de minutos en los que, en ocasiones, la respiración se corta, se hacen nudos en la garganta y las lágrimas aparecen al pensar que sus familiares y amigos están siendo torturados. No lo sabemos, pero imaginamos que sufrir la desaparición de un ser querido es una forma de tortura cotidiana.

Pero lo sucedido en Ayotzinapa va más allá de 43 familias y compañeros. Ayotzinapa nos lastima a todos y todas como sociedad. ¿Qué comunidad humana, pequeña o grande, puede permitirse la desaparición de 43 de sus integrantes y no hacer nada? Nos toca como hijos e hijas, como madres y padres, como jóvenes, como adultos, como estudiantes, como trabajadores… como seres humanos. Nos interpela a todos y a todas y de muy distintas formas.

Cualquiera pudo ser uno de esos 43 jóvenes detenidos-desaparecidos en Ayotzinapa, porque Ayotzinapa no sólo pasa en Guerrero; también en Chiapas o en Oaxaca, en Nuevo León o en Coahuila, en Chihuahua o en Ciudad de México cualquier persona puede ser víctima de desaparición forzada. Al día de hoy, más de 30 mil personas han sido desaparecidas en México.

Ayotzinapa ha sido un golpe de realidad, de esa terrible realidad que no resumen los números ni las palabras. La de las 130 mil personas asesinados y cientos de miles de desplazadas. La de familias amputadas, historias cortadas y sueños robados. La del México sumergido en la corrupción, la impunidad y la injusticia. La de un pueblo sometido y soterrado por la violencia criminal y la violencia de Estado.

Hace cinco meses, cuando nos enteramos principalmente por las redes sociales de lo que sucedía en Guerrero, miles de personas en México y el mundo dijimos ser Ayotzinapa. Como sociedad vivimos, casi en tiempo real, la desaparición de 43 de los nuestros. Y decimos NUESTROS porque, entre otras cosas, sabemos que no todas las personas son Ayotzinapa. Las personas responsables, por ejemplo, no son Ayotzinapa. Y con responsables nos referimos no solamente a las y los autores materiales o intelectuales. También pensamos que Peña Nieto, Murrillo Karam, el Ejército, las policías y el Estado mexicano en su conjunto son, por acción, omisión o aquiescencia, responsables.

Ayotzinapa no es un momento que podamos “superar” simple y sencillamente porque nos siguen faltando 43 compañeros. Ayotzinapa no es para nosotros un expediente que se pueda cerrar o al que se le pueda dar vuelta de página. Ayotzinapa representa la barbarie en la que ha sido sumergido este país, lo cotidiano, lo que pretenden imponernos como “normal”.

Pero Ayotzinapa también es rabia organizada, dolor que empuja y dignidad que construye. Esas son las lecciones que nos han dado las y los familiares y compañeros de nuestros 43 jóvenes desaparecidos. Ayotzinapa es una herida abierta, profunda, que sigue sangrando.

Lamentablemente, es una herida más de las miles que mutilan y lastiman a esta sociedad. Ayotzinapa nos recuerda que es necesario seguir organizados, protestando y construyendo; que hoy como ayer necesitamos pensar en colectivo para encontrar las puertas que nos permitan salir de esta barbarie.

Por eso hoy decimos: Seguimos siendo Ayotzinapa.

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