Opinión

El campo mexicano; la clave para salir del despeñadero

Colaboradores


19 octubre, 2018 @ 6:30 am

El campo mexicano; la clave para salir del despeñadero

El espía de la 4T

(Primera parte)

No es ningún secreto que el nuevo gobierno encabezado por López Obrador tendrá muchas dificultades para sacar al país del despeñadero en el que anda la mayoría de la población. Existe un sinnúmero de necesidades y demandas populares como el desempleo, la inseguridad, la desigualdad, la pobreza y la constante migración al interior de la República o a los Estados Unidos. Sin embargo, hay un proyecto estratégico que puede solucionar buena parte de estas problemáticas de un jalón: la siembra del millón de hectáreas de árboles frutales y maderables.

Primero, entendamos cuales son las condiciones. El abandono del campo tiene muchas particularidades y consecuencias:

  • El Estado tiene décadas que optó por ser importador de la mayoría de los alimentos que consumimos. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio hasta el actual desinterés de invertir en el campo, el único recurso que llega al campo por parte del gobierno son las dádivas en épocas electorales. En todos estos años (a partir de la firma del TLC), se ha tenido competencia directa con productores internacionales sin ningún incentivo del gobierno, sin modernización de las cosechas, sin precios de garantía, sin un plan nacional de siembra, sin fomento a la agricultura de autoconsumo y sin soberanía alimentaria. A diferencia de nuestros “socios”, que si tienen seguridad en su siembra, imaginen el pobre panorama de los campesinos que soportan toda esta aplanadora.
  • Consumo y producción de transgénicos. Este es un perverso círculo vicioso o una celda en la que viven los campesinos.

Primero. Existe control de compras de insumos para el campo (semillas, fertilizantes, agroquímicos) manejado principalmente por tres empresas: Bayer-Monsanto, Syngente y Dow. Estos monopolios venden los famosos transgénicos y manejan los precios de sus productos a su conveniencia.

Segundo. El campesino es obligado a vender su cosecha a muy bajo costo, esto por la poca o nula defensa que ejerce el gobierno. Se vende al intermediario, vulgarmente conocido como coyote. Si le va bien, el campesino vende directamente a las empresas interesadas, el problema es que la mayoría de las veces son otras empresas trasnacionales (ahí el círculo vicioso).

Tercero (por si fuera poco), estos mismos monopolios, con complicidad del gobierno, promueven la siembra de monocultivos y la desaparición del ejido.

  • Igualmente, la perdida de arraigo cultural es otra de las desgracias del mundo rural. La alta tasa de migración ha provocado poco a poco a la desaparición de costumbres, conocimiento, lenguas. Esta fue la gran “contribución” de Salinas al campo, no olvidemos que estando en el poder compartió en sus discursos su meta de llevar del campo a la ciudad a millones de mexicanos, exhibiendo su desprecio por la tierra y el campesinado (esta política pública es notoriamente continuada por sus sucesores).

La gran reserva cultural de las culturas prehispánicas se encuentra en las comunidades indígenas, se puede entender el ataque a su entorno localizando y contrastando los niveles de pobreza en el que viven y como se ha agudizado (40% en pobreza extrema, 40% en pobreza moderada, 15% vulnerable y 5% no pobre).

El entorno cultural del campo se ha transformado radicalmente desde el neoliberalismo. El mercado cambió por el Walmart, la tortilla criolla por la maseca, el pozol por la coca cola, la siembra sustentable por el narco, y así otros casos.

El panorama es complejo pero existe esperanza en el nuevo gobierno para el reconocimiento y rescate de nuestra tierra. (Continúa)

Imagen: Omnia

 

Segunda parte de este artículo: Los retos del nuevo gobierno en el campo mexicano

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