Estamos en la Sexta extinción masiva de Especies

Desastre tras desastre, tan sólo el preámbulo

En el último mes hemos sido observadores de una serie de noticias que involucran a temas ambientales, desde inundaciones en diversas partes del mundo, como por ejemplo, el Huracán Dorian que recién esta semana ha azotado a diversas islas del Mar Caribe, entre ellas las Bahamas, las sequías prolongadas en el norte de México que ponen en riesgo a productores agrícolas del estado de Zacatecas, la declaración de emergencia nacional en Honduras como resultado de la escasez generalizada de agua a lo largo del país Centroamericano, sin olvidar por supuesto la negligente respuesta de gobierno de Jair Bolsonaro frente a los miles de incendios esparcidos a lo largo de la Selva Amazónica.

La lista podría continuar de forma creciente. En un informe extenso emitido en mayo del presente año por la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES por sus siglas en inglés) se señaló el acelerado ritmo al cual estamos perdiendo especies y ecosistemas, lo cual, además de las implicaciones en materia medioambiental, repercute también en el ámbito económico y social. Esta alerta se suma a otras más que, desde inicios de la década de los años 90, la comunidad científica ha expresado alrededor las consecuencias de la pérdida de biodiversidad a lo largo y ancho del planeta.

La pérdida de biodiversidad se observa de múltiples formas. Una es cuando se identifica que un ecosistema determinado, como un bosque, selva o manglar, está reduciendo notablemente su superficie, en gran medida a consecuencia de la actividad humana. Otra de sus facetas, es cuando zonas que originalmente contaban con una gran diversidad de especies, pasan a ser tierras para monocultivos o para grandes extensiones ganaderas. Una tercera, la observamos cada vez que se declara como oficialmente extinta a una determinada especie. De hecho, nos encontramos ya en la Sexta Extinción Masiva de Especies.

La Sexta extinción masiva de especies

En términos ecológicos, se sabe por ejemplo, que los vínculos que se forman entre las especies que forman parte de un determinado ecosistema se extienden más allá de su entorno inmediato. Ello implica que la extinción de una especie no únicamente afecta a sus eslabones de la cadena alimenticia directamente vinculados, sino que por ejemplo, en el caso de las abejas, su extinción pondría en severo peligro a otros seres vivos del planeta, entre ellas los seres humanos, debido a que la polinización realizada por esta especie es soporte para otros ciclos en los ecosistemas.

Si se habla de la Sexta Extinción Masiva, se asume por lo tanto que han habido otros procesos de extinción en la historia de nuestro planeta. Hace aproximadamente 65 millones de años, tuvo lugar la Quinta Extinción Masiva con el impacto de un asteroide en la actual península de Yucatán, hecho que significó la desaparición de cerca de tres cuartas partes de los seres vivos que habitaban en aquel entonces en el planeta, principalmente especies de plantas y animales. Aquel suceso representó una oportunidad para que los mamíferos evolucionaran en los nuevos nichos abiertos, dando paso a la aparición de nuevas especies, entre las cuales encontramos al ser humano.

La era del Antropoceno

La Sexta Extinción Masiva de Especies nos remite a otro concepto acuñado por Paul Crutzen, galardonado en 1995 con el Premio Nobel de Química junto con el mexicano Mario Molina: el Antropoceno, o la era geológica marcada por los diversos impactos de la actividad humana en el planeta. Dividido en dos etapas, el antropoceno temprano y el tardío, el primero se ubica en los orígenes de la agricultura, hace aproximadamente 12 mil años, mientras que el segundo comienza en el siglo XVIII con la Primera Revolución Industrial.

Ha sido en el Antropoceno tardío en donde hemos sido testigos de los mayores cambios del ser humano en el entorno, desde aspectos como el crecimiento poblacional, la aparición de centros urbanos con una alta concentración de habitantes, la sobreexplotación de recursos naturales, la quema intensiva de combustibles fósiles, el cambio climático y en consecuencia, la pérdida del hábitat de miles de especies con las cuales compartimos este planeta.

En la Amazonia, habita el 10% del total de especies en el mundo

Los eventos mencionados al inicio de este texto, como el incendio de la Selva Amazónica, son preocupantes por diversos aspectos. Uno de ellos nos remite a las emisiones de dióxido de carbono que son liberadas a la atmósfera como resultado de la quema de la selva, lo cual acelera el cambio climático y reduce uno de sus principales centros de almacenamiento de emisiones de gases de efecto invernadero. Al desaparecer porciones enteras de selva también se ven comprometidos los medios de vida de las poblaciones locales que habitan en esta región del planeta, particularmente los pueblos indígenas.

Junto con ello, los incendios en la Amazonia también significan un profundo atentado en términos de biodiversidad. Se calcula que cerca del 10% del total de especies que habitan el planeta tienen a la Selva Amazónica como su hábitat, cifra que se incrementa a un 15% en el caso de las aves y a un 30% para los peces de agua dulce.

Desafortunadamente, aun cuando el incendio en la Amazonia ha sido uno de los temas con mayor cobertura en los medios de comunicación en las últimas semanas, millones de hectáreas de sitios de importancia en términos de biodiversidad desaparecen silenciosamente cada año a lo largo del planeta. De acuerdo con el IPBES, cerca del 75% del total de ecosistemas terrestres a nivel global cuentan con un alto grado de alteración como consecuencia de las actividades humanas, escenario que tampoco optimista para los ecosistemas marinos, en los cuales los índices de degradación son de alrededor del 65%.

La crisis ambiental en México

El escenario para México tampoco es muy alentador, sin embargo ahondar en ello requiere de un artículo posterior. Solo recordemos que el Tren Maya, uno de los proyectos clave de la presente administración federal, bajos los términos en que está actualmente planteado partiría en dos la Reserva de la Biósfera de Calakmul, contribuyendo de esta manera a la pérdida de hábitat de cientos de especies nativas y endémicas, y a su vez, poniendo un grano de arena por parte de nuestro país a la Sexta Extinción Masiva.