Alteridad

La Inseguridad y la clausura de la ciudadanía


25 agosto, 2019 @ 4:05 pm

La Inseguridad y la clausura de la ciudadanía

Por desgracia, debemos pensar en nuestro México como un lugar francamente inseguro, pero hasta en las inseguridades hay clases. En últimos días, la discusión de las mujeres en el espacio público se ha llevado la palestra.

Las mujeres sufren en todo espacio público un marcaje personal sobre los cuerpos: las miradas, los gritos, los silbidos y en forma extrema -pero cotidiana- la violencia sexual ejercida por los varones. En el fondo, este marcaje habla sobre una especie de mandamiento de género masculino que los varones interpretamos como un largo ritual de “conquista” sin fin. El tema deriva en la pregunta ¿quiénes tienen derecho de ocupar ciertos espacios y quiénes no? Se trata de los espacios y los cuerpos que los habitan: los hombres delimitando el marcaje de un espacio no apto para las mujeres, las ciudadanas.

La semana pasada escuchamos el grito de las mujeres, rebelándose contra la violencia del Estado. En la teoría, ese Estado posee un tipo de violencia que le es legítimo, pero que usa a favor y para la protección de sus ciudadanos. No nos engañemos, la violencia de Estado es ejercida sí, para la protección del ciudadano (en abstracto), pero su fuerza y peso cambia según el grupo del que hablemos, en ocasiones se pone en contra de su ciudadana. Habría que preguntar ¿quién es en realidad ciudadano y quién no?, o en todo caso ¿quiénes son ciudadanas de segunda clase?

Las y los ciudadanos de segunda en razón del acceso a los espacios. La violencia desigual se trata de clausurar los espacios. No solo el de las calles, hablamos también del espacio de opinión, de la toma de decisiones políticas y económicas; del cuerpo como espacio de vida en última instancia. Se trata entonces de una batalla en distintos frentes (la legitimidad, el Estado, el espacio) pero con un único fin: la reproducción de la(s) existencia(s) social(es).

Hasta la semana pasada, se penalizaba el aborto por violación en la mayoría de los estados del país

Sobran los ejemplos de esta segregación ciudadana. En la creación de leyes y sistemas jurídicos, por ejemplo, la participación ciudadana es indicador de legitimidad, se dice incluso que, si un grupo no participa en la creación de la norma, es motivo suficiente para cuestionar su validez. ¿Qué podemos decir entonces del sistema legal que penaliza el aborto involuntario? De un sistema legal que, hasta la semana pasada, penalizaba el aborto por violación en la mayoría de los estados del país, un sistema legal que hasta el año pasado tenía por legal el matrimonio infantil en la mayor parte de los estados. ¿Qué se puede decir de un sistema legal que libera a los Porkys de Costa de Oro, y deja impunes la mayor parte de las violaciones y los feminicidios?

Nuestro sistema jurídico las excluye. Si el sistema legal consta de leyes, jueces y jurisprudencia hechas tradicional y mayoritariamente por los hombres, entonces debemos aceptar que el derecho y el Estado están contaminados, pues los varones hemos sido juez y parte en la creación de las leyes y en la configuración de los espacios.

marcha feminista
Imagen: 24horas.Mx

Entonces ¿debería tomarnos por sorpresa esta reapropiación del espacio por parte de las mujeres? La respuesta es no, por el contrario, personalmente me sorprende el hecho de que, a pesar de la amenaza, muchas mujeres salen de sus casas y luchan todos los días. Ellas enfrentan, como todos, la inseguridad y robos, pero navegan entre la gente enfrentando las amenazas de violación, el acoso y el fantasma del feminicidio perpetrado por ciudadanos, civiles cobardes y desconocidos.

Las mujeres salen todos los días y luchan por su espacio frente a la violencia del Estado

Las mujeres salen todos los días y luchan por su espacio frente a la violencia del Estado (no hay otra manera de llamarla) hacia ellas. La violencia directa del Estado en contra de las mujeres, que pasa de ser una omisión, a constituirse en actos directos. Esta violencia de Estado que va en contra de los derechos humanos.

Este clima enrarecido anula la mención de los derechos humanos del debate, el mensaje principal de la marcha se perdió entre una discusión secundaria. Se redujo el discurso a una discusión sobre el vandalismo contra monumentos históricos, la violencia de dudosa procedencia por una parte del movimiento y las acusaciones de “provocación”. El Estado, sus instituciones, las iglesias, el ejército, los medios de comunicación replicaron la información. Como si hubiese acuerdo previo, una especie de pacto patriarcal de clausura de las demandas ciudadanas de las mujeres.

Rompamos la inercia, no seamos cómplices de la clausura del espacio que amenaza a las mujeres. No nos detengamos en los detalles de los cristales o los muros dañados, el debate debe centrarse en la ciudadanía de las mujeres, y su derecho a vivir una vida libre de violencia.

En mi opinión, aunque hay una cuestión de vandalismo, los monumentos no tienen derechos humanos, y en cuanto a la violencia, creo que es bueno esperar el recuento de daños, y las declaraciones de testigos e implicados en cuanto a lo que pasó y mientras tanto no poner el grito en el cielo.

Lic. en Relaciones internacionales y Mtro. en comunicación por la UNAM. Analizo las Relaciones Internacionales y el entorno mediático, en especial el internet, desde una perspectiva interdisciplinaria. Soy consultor y analista de datos con un enfoque geoeconómico y de derechos humanos. Soy entusiasta de la ciencia y la tecnología, divulgador y buzo.