Gato con Lentes

Acapulco no es como lo pintan; bitácora de un motociclista

5 julio, 2019


5 julio, 2019 @ 10:44 am

Acapulco no es como lo pintan; bitácora de un motociclista

No podrás descubrir nuevos océanos si no tienes el coraje de perder de vista la costa

-Anónimo

 

Otro gran día para la bitácora de viajes que tanto me encanta nutrir, después de todo a quien no le gusta viajar, conocer, aventurarse y pasar gratos momentos aprovechando lo que nos regala  de forma natural nuestro país porque, quién necesita viajar al extranjero si no has terminado de conocer el nuestro.

Lamentablemente por la época de inseguridad en la que vivimos, preferimos salir del país que recorrerlo, y en esta ocasión no fue tema ajeno, ya que existen tantos rumores sobre Acapulco que te hacen dudar de visitarlo, pero se trata de eso, solo rumores.

Dispuesto a viajar a ese bello destino turístico y vivir en primera instancia si es real el Acapulco que nos venden en la televisión, aquel Acapulco que pasó de ser un lugar donde los narcos gastan su dinero a ser una plaza más que se disputan entre rivales, con daños colaterales contra turistas nacionales e internacionales.

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Imagen: www.revistaconsideraciones.com

El inicio de la aventura

Muy temprano por la mañana con la emoción que se siente previo a un viaje, la misma que sientes durante todo el ritual antes de salir, con las maletas listas, el equipo de protección: chamarra, botas, casco y guantes, salimos rumbo a la salida a Cuernavaca de Tlalpan; ahí nos encontraríamos con el resto de amigos para el plan “perfecto”.

Salimos por la libre pues no teníamos ninguna prisa por llegar, cosa que al viajar en auto es lo principal, pero a los motociclistas nos interesa conocer los rincones que nuestro camino puede ofrecer, es decir, todo aquello de la naturaleza que nos robaba la mirada, era motivo de hacer una pausa y detenerse a tomar fotografías y es que el camino nos brindó tan gigantescas postales que no todas las pude fotografiar, pero sí algunas como: cielos despejados, acantilados rocosos con diferentes tonos, bosques tupidos, zonas secas y hasta lagunas.

Todo esto en un solo viaje justo lo que buscaba sin ninguna señal de mal clima, todo marchaba al paso con buen rumbo y no faltan los pequeños problemas que causa el viaje al poncharse  una llanta de algún compañero o bajarse la batería por un cable roto, aunque pararnos a solucionarlo era pretexto para platicar con los lugareños de cada pueblo, tomar fotografías y hasta comer antojitos de carretera, aquellos que vende la “señito” a lado del camino con fogón prendido y ese característico sabor a pueblo que  sin temor a equivocarme, esa comida de los pequeños negocios es de lo mejor de este inicio de viaje.

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Imagen: www.revistaconsideraciones.com

Iguala nos cerraba el paso

Después de muchas horas de gratos lugares y recuerdos, debíamos pasar por Iguala para llegar a Chilpancingo o “Chilpo” cómo le llaman los lugareños y finalmente arribar a la costa pero jamás me imaginé lo que encontraría justo en la desviación de Iguala para Chilpancingo: un bloqueo total de las carreteras federales que van hacia Acapulco, todas las vías sin cuota estaban bloqueadas, no había paso ni para motocicletas.

Al bajarme a explorar el altercado de la gente con los bloqueadores fue muy fácil entender su situación, ya que los bloqueos materializan la desesperación de los agricultores de la zona pues en campaña el presidente Andrés Manuel López Obrador le prometió Miles de cosas que no ha cumplido, siendo uno de esos, el suministro de fertilizantes a cuenta gotas, algo grave para ellos, por eso mismo querían hacerse escuchar por las autoridades que no les hacen caso, cuando lo único que piden es la ayuda que les prometieron para poder trabajar a lo que se dedican.

Con la desesperación de estar varado sin poderme mover, empecé a buscar soluciones para llegar a mi destino y era muy curioso cómo reía toda la gente que me preguntaba a dónde iba porque la única solución que me daban era regresar de nuevo 2 horas a Cuernavaca y de ahí tomar la autopista a Acapulco, cosa que me quitaría demasiado tiempo, entonces vi al típico señor de avanzada edad, sabio conocedor del pueblo, quien al ver mi frustración se acercó a darme una alternativa arriesgada pero que podría funcionar.

Me dio referencias de un lugar de terracería donde me garantizó que saldríamos del otro lado del bloqueo, parecía muy sencillo como me lo relataba pero mi primer pensamiento fue que sería peligroso ingresar a la terracería con una moto de 390 kilogramos, pero era eso, o regresar dos horas hacia Cuernavaca para buscar la autopista.

No tardé mucho en pensarlo y me aventé por la terracería entrando por una región llamada el tomatal y justo al terminar la terracería e incorporarnos al camino de asfalto, hicimos una parada para tomar mucha agua pues el sol caía a plomo, lo cual aprovechamos para hablar con los lugareños, que nos dijeron que los bloqueos así sin comunes y ese en especial empezó a las 9 de la mañana y que duraría hasta el día siguiente, pero lo que me dejó con la boca abierta fue que nos mencionó “suertudos”, pues el camino de terracería pasa justo a unos pasos de un tiradero donde supuestamente quemaron a los 43 normalistas de Ayotzinapa y seguido se veía gente armada por ese camino, no lo sé, tal vez fue la hora en la que pasamos o solo suerte pero no vimos nada peculiar en la zona.

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Imagen: www.revistaconsideraciones.com

El olor a mar

Después de tal vez un par de horas o más, ya era obscuro y en el aire se empezaba a sentir la característica humedad de las zonas costeras y ese inconfundible olor a mar, sal y arena que nos anticipa haber llegado a Acapulco rápidamente por una gran obra de la ingeniería moderna, el maxitunel que nos sacó hasta la costa en minutos. Ya era noche cuando llegamos a la costera Miguel Alemán, la zona más concurrida y famosa de todo Acapulco que a pesar de la hora donde debería de reventar de lleno los restaurantes y antros no era así, al menos no como yo lo recordaba hace algunos años.

En mis planes originales estaba contemplado el recorrer Acapulco de lado a lado y lo más conveniente fue empezar por el extremo de Pie de la cuesta donde está la casa que rentamos, alejada de lo turístico me daría una idea del modo de vivir en la zona alejada, la costera y el otro extremo, barra vieja.

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Imagen: www.revistaconsideraciones.com

Pie de la cuesta

Lugar en desarrollo por el gobierno de Guerrero, se veían durante todo el camino las obras públicas llevándose a cabo para incentivar el turismo en esta región, un tanto olvidada, pero con gran belleza tanto en tierra como en el mar, al ser una región privilegiada, pues en un extremo tienen mar abierto y del otro una enorme laguna de agua dulce dejando pie de la cuesta como un pasillo de tierra que se abre paso en medio de la naturaleza.

Aquí encontré la paz y quietud que todos necesitamos, la tranquilidad que necesitas para descansar del acelerado ritmo de vida que llevamos en la ciudad. Este es un lugar ideal para un retiro espiritual y mental, el mar es abierto, agresivo, pero justo por eso te llena los sentidos con la sinfonía de las olas rompiendo contra las rocas, tan fuerte, que te hace sentir un gran respeto.

La gente del lugar no tiene comparación, son muy amables y serviciales porque te hacen sentir bienvenido y te atienden de una manera que te sientes cómodo y que quieres conocerlos, platicar con ellos, que compartan sus historias contigo y saber cómo es su forma de vida que a simple vista se notaba muy humilde, pues se dedican a la pesca, algún negocio pequeño, lancheros u otro oficio que el lugar le da como opción para mantener a sus familias pero todos y cada uno de los lugareños de pie de la cuesta siempre sonriendo, trabajadores y serviciales.

La costera

Para ser honesto, fue de los lugares donde menos tiempo pasé porque tenía la intención de recorrer, conocer y consumir en los lugares que alguna vez fueron los más concurridos, pero lo que noté durante el tiempo que pasé en la costera, fue un ambiente con menos ánimo de lo normal, claro que había gente en las playas y restaurantes pero no como yo recordaba, toda la gente disfrutaba de Acapulco con temor pues en cada palapa se escuchaba a alguien hablando de la inseguridad del estado y de la imagen que los medios han creado mucho más exagerada de lo que realmente es, es decir, sí está pasando por un periodo de inseguridad pero en zonas bien definidas que las autoridades tienen localizadas y que prefieren dejar pasar de largo y no hacer nada.

De ahí en fuera, la costera es maravillosa, llena de atracciones, música y con una imagen mucho más fresca siendo evidente la gran cantidad de recursos invertidos para mejorar la imagen urbana, los hoteles no se quedan atrás con su gran altura y vista al mar con diseños contemporáneos que asemejan elementos náuticos siempre con la característica pureza y frescura de los colores claros o blancos en todos los edificios.

Barra vieja

Atravesar de Pie de la Cuesta hasta Barra Vieja es una experiencia completa, pues recorres toda la orilla de la costa siempre sintiendo la brisa del mar en la cara y con el mar en el horizonte. No quieres dejar la moto nunca mientras veas el mar a tus pies.

Barra vieja parece ser una región que lucha por no ser olvidada, se nota en los restaurantes y comercios locales con una imagen vieja nada fresca que prefiere sobrevivir que invertir en su imagen, contrario a esta condición, sus habitantes al vernos llegar nos atendieron muy bien, siempre dispuestos a resolver nuestras necesidades con tal de que volvamos otro día pues el turismo que hay no es suficiente para mantener a las familias que se dedican a algún oficio en las playas.

Aquí también es más abierto con olas imponentes de más de cuatro metros, que me hicieron dudar de meterme, pero después de un curso rápido de cómo no morir por parte de un joven que ahí vive, me animé a nadar en esas olas, los sentimientos que se crean al nadar bajo las olas es fascinante, cuando estando en el fondo  abres los ojos hacia arriba y ves pasar el monstruo sobre ti te hace sentir afortunado por lo que estás viviendo y así es como cayó la tarde y el sol pintaba el cielo de rosa y naranja justo antes de esconderse para despedirnos de la mejor manera con dicha postal.

La seguridad en Acapulco

Desde que entras a Guerrero se hacen presentes los puestos de vigilancia del ejército que no te marcan el alto a menos de que vean algo sospechoso, durante todo el camino a Chilpancingo observé lo que parecían vestigios de puestos de vigilancia montados por policías civiles o autodefensas de los poblados, pero lucían abandonados con costales, lonas para taparse del sol y señalizaciones viejas, aquí es donde me tranquilicé más, pues no sentía ningún riesgo de seguridad; de Chilpancingo a Acapulco fue muy común observar convoyes y puestos de revisión de la marina, ellos sí te detenían al azar con la esperanza de interceptar algo indebido.

Al haber recorrido Acapulco me encontré con infinidad de seguridad en la zona turística, pues había muy poca presencia del ejército, una que otra camioneta de la marina pero lo que sí abundaba era la policía en todas y cada una de sus versiones creadas para esta costera, tales como: “policía municipal”, “policía vial”, “policía turística”, la “gendarmería”. Lo único que faltaba era que los salvavidas tuvieran chalecos de policía del mar.

Se nota un gran esfuerzo por hacer sentir seguros a los visitantes y vaya que se siente la seguridad, por lo menos ya hay alguien que nos defienda si algún altercado sucediera pero en la semana del viaje no supe siquiera que pasara un acto delictivo, así que por cuestiones de seguridad, no detengan su visitar Acapulco, que mucha falta le hace interesarnos de nuevo en hacer crecer el turismo nacional.

Amante de la libertad, decidido a cumplir metas y objetivos claros sin rodeos.