Puebla, Miguel Barbosa y los enormes retos de la 4T
Todo indica que la guerra mediática emprendida contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador por algunos medios de comunicación en México, no ha rendido los resultados esperados. A pesar de la calumnia, la manipulación y la tergiversación de las noticias, la popularidad del presidente no ha menguado.
Esto lo podemos ver en los resultados de las pasadas elecciones en seis estados del país, en donde las dos principales joyas de la corona, Puebla y Baja California, fueron obtenidas por Morena, partido del presidente López Obrador. Y es que Morena rompió con el bipartidismo imperante en estas dos entidades, en las cuales, el PRI y el PAN se alternaban en el poder.
Hay que recordar que en Puebla se llevó a cabo una elección extraordinaria debido a los fallecimientos, en un accidente aéreo, de la gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle. Miguel Barbosa, anterior candidato a gobernador, volvió a ser postulado y en esta elección sí obtuvo el triunfo.
Puebla tiene una gran importancia política-económica. Es el cuarto estado más poblado, y uno de los que mayor industria posee, entre las que destacan la automotriz, textil y de maquinaria. Por esta razón, el control de este estado es vital para el gobierno federal.
Cabe señalar que Puebla es el epicentro del robo de combustible, una industria ilegal y millonaria que ha desfalcado a Petróleos Mexicanos. Esto llevó al actual gobierno federal a emprender una lucha contra los grupos criminales que habían saqueado a la principal industria del país.
Lo anterior es de suma importancia para el Gobierno Federal, ya que, los recursos que anteriormente iban a parar a manos de grupos del crimen organizado, ahora estarán bajo su control, y con ello se podrán financiar los programas y proyectos planeados para el sexenio.
Barbosa, que se ha reconvertido al lopezobradorismo, tiene la difícil tarea de apoyar al gobierno federal para detener el saqueo en Pemex, y al mismo tiempo, tiene el desafío de retener para el presidente y Morena, uno de los estados más importantes para la oposición.
Además, debe buscar la reconciliación de un estado dividido por las diferentes fuerzas políticas; acabar con la pobreza –Puebla es el 4to estado con mayor número de pobres–; y tiene también que lidiar con un panismo que acusa a Morena del accidente de la pareja Moreno Valle.
Pero también tiene una disputa dentro de Morena, cuyos militantes aún lo recuerdan como el presidente del PRD, quien acompañaba a Enrique Peña Nieto a eventos y aplaudía con demencia el “Pacto por México”, un acuerdo que representa la profundización de la política neoliberal.
Por todo eso, Miguel Barbosa tiene la tarea de convencer a los poblanos sobre su reconversión, para lograr así la deseada reconciliación que pide el presidente López Obrador, quien dice “borrón y cuenta nueva”; olvido “no”, pero perdón “sí” –lo cual ha sido interpretado, por muchos, como una puerta a la impunidad de quienes han robado y saqueado al país–.
Al mismo tiempo, tendrá que actuar apegado a los principios de “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”, pues será blanco de ataques tanto internos como externos, los cuales podrían debilitar la credibilidad del partido, un instituto político que hoy se presenta como distinto a los demás.