Gato con Lentes

Sin el pudor es imposible enamorarnos


octaviosolis

21 mayo, 2019 @ 10:02 am

Sin el pudor es imposible enamorarnos

@octaviosolis

La condición humana y el mundo simbólico de la cultura

El pudor como  la vergüenza, es en primer orden un sentimiento como el odio, el deseo, el miedo, la tristeza, la alegría. Y todos, no son ni buenos ni malos. No existe amor del malo, ni odio del bueno, por eso es una falacia la envidia de la buena. Los sentimientos son lo que son, y todos contribuyen a la supervivencia y a la esencia de nuestra especie, pues constituyen la condición humana.

No importa el momento histórico ni el lugar, un griego de hace dos mil años o un mexicano de hoy en día tienen la misma condición humana. No importa la clase social o la ideología, todo el ser humano está determinado por esa misma condición, que lo hace esencialmente humano. De igual forma es una falacia decir que el odio, la envidia, el celo, el egoísmo nos deshumanizan, no, al contrario, son emociones muy humanas[i].

Sucede que el humano no sólo es emoción natural, también es cultura. Y esa dimensión simbólica es lo que nos distingue de una época histórica a otra, de un país a otro, así como de una clase social a otra. Pues todos nuestros sentimientos los expresamos, reprimimos y los vivimos según la moral que nos toca vivir, la educación en casa, las costumbres y las normas sociales. Mismas que son mutables. Es decir, la condición humana posibilita las emociones y sentimientos para cualquier ser humano, pero la forma en que los manifestamos y vivimos, depende del contexto cultural en que crecemos.

No existe humano que no tenga vergüenza, salvo que sea un sociópata, negado neurológicamente por nacimiento, a tener cierto tipo de emociones como el remordimiento. El pudor es un sentimiento de resguardo; es el indicador de que hemos mostrado algo que está reservado sólo para nosotros o para unos cuantos. Y no necesariamente algo sexual.

Sobre-moralización del pudor

Su cualidad como sentimiento ha sido tergiversada, pues el problema es que los sentimientos -como el pudor-, los hemos sobre-moralizado: la alegría es buena, la tristeza mala. Las “buenas” conciencias han sobre valorado el pudor como redención, como un fin en sí mismo; y los falsos profetas de la “libertad” lo han satanizado al reducirlo únicamente como un castigo social. Ambas posturas sólo muestran un aspecto limitado y roto del pudor.

Para Blaise Pascal la esencia humana radica en la contradicción, pues es razón y emoción al mismo tiempo; la síntesis de ello, es su constitución espiritual. El pudor es precisamente ese punto medio entre un deseo animal del cuerpo y un anhelo espiritual. Max Scheler -el filósofo por excelencia sobre el pudor-, sostiene que el ser humano tiene la necesidad corporal de reproducirse; sin embargo, alberga en su ser, un deseo de selección sexual y de reafirmación de su yo, por lo que el pudor apunta intuitivamente hacia la subordinación de la sexualidad en una totalidad de la vida, hacia una consolidación individual, un resguardo que nos constituya como únicos.

El asco es un sentimiento básico para sobrevivir en este mundo lleno de riesgos para la existencia humana. Es parecido al pudor, en tanto manifiesta rechazo, pero la diferencia sustancial es que el primero es mera oposición a la cosa que rechaza, mientras que en el segundo, existe una oculta atracción a la cosa que rechaza, como el ocultamiento del cuerpo con la ropa, pues media una idealización y rechazo.

“[…] Shopenhauer observa que la planta en general pone a la vista sus órganos sexuales de manera abierta y como punto de culminación de su existencia, como si con ello quisiera, por decirlo de alguna manera, expresar el sentido de su existencia completamente limitado a la reproducción.” (Scheler, Sobre el pudor y el sentimiento de vergüenza).

Cada ser humano para aferrarse a la vida, no le es suficiente con la satisfacción de sus necesidades básicas de sobre vivencia, pues requiere del sentido ontológico; del para qué estar vivo, y ahí es donde juega un papel preponderante el espíritu. El humano es un ser gregario y solitario al mismo tiempo. No puede existir sin el otro y sin distinguirse frente al otro. Por eso, el punto de partida será siempre desde la intimidad[ii]; el espacio hacia dentro de uno mismo.

El pudor como guardián de la intimidad

Luego entonces, el pudor viene a ser el guardián de la intimidad. De nuestra identidad, nuestro YO en mayúsculas. Es un absurdo reducirlo a la secrecía de nuestra sexualidad. Pues el pudor, al igual que la simpatía, la angustia y el honor, son sentimientos con sentido ético y social. El sentimiento del pudor resguarda nuestro cuerpo (pudor sexual), pero de igual forma resguarda nuestra personalidad e identidad (pudor espiritual). Nos indica que hemos sido expuestos públicamente al revelar (consciente o involuntariamente) algo íntimo. Fronteras (de lo público y lo privado) que se mueven según el contexto social.

El ser humano es un ser ético porque anímica y biológicamente está en condiciones de serlo. El origen de la moral es el pudor y no al revés, pero luego se vuelve hacia éste para influir y condicionarlo, sin embargo, es un error asumir que el pudor es únicamente represivo. Esta idea freudiana resulta limitada, pues el pudor es también liberador, ya que nos posibilita sublimar nuestros instintos, nos exige un anhelo espiritual de nuestra realidad humana.

El proceso de aculturación aprisiona y produce una frustración, un malestar de la cultura diría Freud, pues la moral no es impuesta acosta de nuestros instintos e impulsos. Más tarde, cuando nos constituimos como persona, definimos y defendemos nuestras convicciones éticas. El problema de Freud consiste en ver únicamente el pudor sexual. Creer que el pudor cumple sólo esa tarea represiva.

Para las “buenas conciencias”, moralinas y conservadoras, el pudor es el fin en sí mismo, cuando en realidad es un medio para consumar el anhelo humano, desde una espiritualidad ética, libre e idílica. Aquella postura conservadora, predominante en la sociedad, ha inhibido un estudio serio sobre el pudor, y al contrario, los grupos religiosos lo han expropiado; pero en el otro extremo, se encuentran los falsos profetas de la libertad, que lo reducen como un vil grillete moral. Esta visión es una reacción natural al anterior discurso, pero que tampoco resuelve el sentido filosófico del pudor.

Incluso si alguien elige una vida sexual libre, en la raíz de esa decisión hay siempre una idealización, que apunta hacia una realización individual, con base en un sistema de creencias y convicciones personales. Tendrá por lo tanto, pudor, pues hay siempre un espacio íntimo que resguardar.

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En la cama, el beso, de Touluse Lautrec.      Imagen: JotDown                                    www.revistaconsideraciones.com

El pudor como condición para el enamoramiento

De forma llana, podría decirse que el amor es prodigarse, es una entrega no condicionada; sabes que estás enamorado cuando te entregas sin condición alguna. Se vive entonces una experiencia de libertad única, el precio que habrá de pagarse es la vulnerabilidad, de ahí que cuando el amor dura poco, el duelo suele dilatarse. Por eso muchos optan por negar esa experiencia, pues como diría el poeta, “es tan corto el amor y es tan largo el olvido”.

El amor y más propiamente el enamoramiento, exige otra cualidad para su realización. Es obligada la idealización del ser amado, para convertirlo en un ser único, excepcional. Es por eso que alguien dedicado profesionalmente a la prostitución, cuando está enamorado o enamorada, podrá entregar su cuerpo diariamente a extraños, pero habrá de reservar algún aspecto íntimo de su persona para el ser amado, ya sea erógena del cuerpo (el beso), o del alma (sus emociones).

El pudor es el claro ejemplo de esa ambigüedad ontológica del ser humano, de su mayor contradicción entre deseo y anhelo, carne y espíritu. Los sentimientos es todo aquello que percibimos dentro de nosotros, que no podemos explicárselo a nadie, pero reconocemos el otro.

No creo en una sociedad moralizante, el ánimo de este texto es recuperar un debate sobre la naturaleza humana, y no dejarle a algunas instituciones religiosas, un aspecto fundamental como el sentimiento del pudor, que desde su dogmatismo, termina en una interpretación maniquea de la realidad humana. Estoy convencido de que a la educación pública le hace falta más filosofía para aproximarnos al entendimiento humano.

Notas

[i] El egoísmo es una parte esencial del ser humano, que le permite refirmarse y anteponer sus necesidades básicas para sobrevivir. Es por eso que un infante menor de cinco años no conoce la empatía, pues su condición de vulnerabilidad lo obliga a anteponer sus instintos para sobrevivir. Todas nuestras emociones se encuentran enraizadas de forma innata en el instinto, que como bien dice Bergson, es una facultad creada por la naturaleza para sobrevivir en ella de forma natural. La inteligencia, en cambio, es un artificio, también creado por la naturaleza, para sobreponernos contra ella de manera artificial; donde entra la cultura. Sin embargo, todo sentimiento humano sobre valorado resulta nocivo. El egoísmo como amor propio puede convertirse en egocentrismo (megalomanía, culto a la personalidad) dañino, si no media una conciencia del respeto, la solidaridad y el reconocimiento del otro.

 

[ii] Lo íntimo es lo que excluimos del mundo, con el anhelo de consumarnos en él. Es el sitio donde germina la identidad que únicamente puede completarse en el espacio público. Es todo lo imaginado de nosotros, con, desde, a pesar, y contra los otros. Requerimos apartarnos del mundo, distinguirnos de sus formas para encontrar rasgos de originalidad en nosotros. Pero esto es una parte inacabada que sin el eco que produzca nuestra voz en el otro, pierde sentido. La intimidad decanta aquello que preservamos únicamente para nosotros o para unos cuantos, delimita un adentro y un afuera. Fronteras (lo público y lo privado) indisolubles en tanto su negación recíproca las reafirma.

Sociólogo y Comunicólogo por la FCPyS de la UNAM. Autor del libro Epifanía política y El fin de una era en la UNAM. Twitter @octaviosolis