Gato con Lentes

Cultura vial en tiempos de odio


4 mayo, 2019 @ 8:15 am

Cultura vial en tiempos de odio

Omar Patiño Ávila

Estamos viviendo en este planeta como si tuviéramos otro

–Terri Swearingen

Vivimos una época donde nada nos interesa más que nuestras propias cosas, no sentimos empatía por nadie y sus asuntos, nos volvemos irracionales si nuestros intereses están en riesgo y peor aún, si alguien tiene que ver con ello, nos sentimos agredidos, ofendidos o violentados por aquella persona que interfiere provocándonos una reacción primitiva superior al enojo pues nos volvemos irracionales.

Consideramos inaceptable no lograr lo que queremos en el acto,  pisar a los demás sentimos que nos engrandece. Esa es la época en la que se encuentra nuestro hermoso México, la época de odio por el prójimo, la del: “primero yo”, la época del “si yo no puedo, tu tampoco” esas y miles expresiones más reinan hoy en día y la cultura vial no está exenta de las consecuencias de este tiempo tan desgastante para todos los que vivimos en nuestra ciudad; una de las más grandes del mundo.

Los chilangos pasamos un promedio de 8 años de nuestra vida transportándonos en el área metropolitana

Así es, incluyendo todos los medios de movilidad que nos ofrece la ciudad; transporte público, privado, alternativo o caminando pero con los años, la población ha crecido exponencialmente inclinándose por el uso del automóvil a pesar de pasar 51min por traslado, solo viajar una o dos personas por vehículo a una velocidad de 7 km/h en promedio, por estos aspectos es que buscamos otras alternativas para movilizarnos más rápido, para poder realizar nuestras actividades diarias. El uso de la motocicleta y bicicleta ha crecido mucho en los últimos años al ser medios de transporte mas rápidos, con consumo de gasolina menor, en caso de la moto, o nulo en caso de la bicicleta, en fin, no existe el transporte ideal o el más eficiente para todos pues el mejor será el que satisfaga nuestra necesidad de movilidad día a día.

El tema que me interesa reflexionar es nuestro nivel de cultura y educación vial, ya que no es nada difícil darnos cuenta de todos los valores que perdemos al adentrarnos en esta jungla de asfalto que tanto nos vuelve locos desde el primer minuto de todas las mañanas, estoy seguro que si logramos recuperar la empatía por los demás que al igual que nosotros buscan hacer más eficiente su tiempo, haciendo más cosas en las horas productivas, tendríamos trayectos más cortos, mucho menos estrés y la ciudad fluiría a un mejor ritmo. No hay que ser un experto en movilidad para darnos cuenta de todos los errores que cometemos durante el día, afectando a otros y peor aun afectándonos a nosotros mismos al tomar actitudes que solo entorpecen la movilidad:

¿Qué tal cuando vemos una luz amarilla en el semáforo? Sentimos esa necesidad imperiosa de acelerar olvidándonos de la verdadera función de la luz preventiva que nos indica el tiempo que tenemos para desacelerar para llegar a un alto total y permitir el paso de los peatones o del otro sentido de la vialidad; corregir esta simple actitud podría evitar accidentes y congestionamientos en cruceros.

cultura vial manejar cdmx
Imagen: reviewMagazine    www.revistaconsideraciones.com

El transporte público es el que más conflictos viales genera al no estar regulado  en todas sus rutas de servicio en nuestra ciudad, no tienen paradas establecidas permitiendo abordar y descender a personas donde les plazca y hasta en segundos carriles, exceder la capacidad de las unidades permitiendo que la gente se cuelgue de la puerta o los escalones en un intento por obtener más ingresos de la gente que necesita movilizarse en este medio, las motocicletas y bicicletas generan y padecen problemas similares al arriesgarse a circular entre carriles, a exceso de velocidad, sin protecciones corporales como el casco, uso excesivo del claxon, exceder número de pasajeros, etc.

Lo que sabemos es que todos en algún momento del día somos peatones que al menor descuido podemos sufrir o provocar un accidente y estoy seguro que hemos realizado alguno de estos descuidos sin darnos cuenta y creemos que no afectan a nadie; no hacemos una fila para abordar el transporte público todos en bola y “tarugo el ultimo que no se alcance a subir”, no usamos los pasos peatonales marcados con rayas blancas en el suelo pues cruzamos la calle en cualquier punto que consideremos más rápido en lugar de esperar el rojo del semáforo e ir hasta la esquina para cruzar.

Total si no pasa nada malo, nos parece que hicimos un bien que nos favoreció en el día

Estos son pocos ejemplos de la infinidad situaciones cotidianas que demuestran el bajo nivel de educación vial, cuesta poco cambiar nuestra mentalidad pero el beneficio será mucho mayor. Al convivir con miles de personas diariamente en la calle, cede el paso, frena en la luz preventiva, cruza la calle por las esquinas, usa el claxon solo para emergencias y no para las mentadas, después de todo hemos estado en ambos lados: nos ha tocado mentársela a alguien que nos afectó de alguna manera y nos la han mentado por cometer un pequeño error que para nosotros era menor, el problema no es cometer errores mientras nos movemos por esta ciudad.

El problema es que a pesar de saber qué se siente ser afectados o agredidos por alguien más, nosotros repetimos el patrón de las ofensas sin recordar qué sentimos cuando las recibimos.

Tenemos un excelente punto de partida para reflexionar nuestro comportamiento y descubrir donde estamos mal, peor estaríamos si no nos diéramos cuenta o no quisiéramos cambiar lo malo porque de una u otra manera nos justificamos y cualquiera que sea nuestra actitud ante la situación pensamos que está justificada porque nos beneficia pero porque no pensar por lo menos una vez al día: ¿Cómo puedo beneficiar a otros con el mas mínimo gesto de cortesía que tenga tal impacto que ellos lo repliquen con alguien más?

Un pequeño esfuerzo que podría tener un gran impacto

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