¿Cómo desperdiciar tu popularidad? AMLO te lo dice
Perdono al que roba y al que mata, pero al que traiciona, nunca.
Emiliano Zapata
AMLO cometió un error. El peor de su corta presidencia: otorgarle seguridad militar extraordinaria, con cargo a los contribuyentes, al expresidente Vicente Fox.
Nada había impactado en la popularidad de Andrés Manuel López Obrador. La oposición política y mediática ha gastado incontables proyectiles sin afectar la imagen del presidente. Lo han acusado de corrupto por conceder contratos sin licitación; de asesino por la muerte de los Moreno Valle; de intentar reelegirse aunque apenas lleve tres meses de presidente; de dictador por… quién sabe por qué.
Han hecho el ridículo, han lloriqueado, pataleado, pero no han conseguido nada porque son una facción ridícula de diputados y senadores embravecidos porque les arrebataron el poder. Todo su desgaste, su triste exposición mediática y su cercanía con la traición a la patria ha sido inútil. Cualquier cosa que hicieran resultaba patética. Sólo acrecentaban la estima de la gente por AMLO. Nunca se imaginaron que el único golpe a la gigantesca popularidad de Andrés Manuel se lo propinaría él mismo.
Casi a las tres de la tarde del 6 de abril, Vicente Fox Quesada emitió una queja mal escrita por medio de su cuenta de Twitter: un “comando armado”, decía, había tratado de entrar a su casa. “Hago directamente responsable […] al presidente Andrés Manuel López Obrador”. De inmediato, las redes sociales respondieron. Desde la diplomacia de algunos, conminando al expresidente a acudir al Ministerio Público para levantar su correspondiente denuncia, hasta los insultos acostumbrados que allegan a cada comentario que hace Fox en Twitter. Los usuarios de las redes sociales había encontrado un miligramo de justicia callejera, por fin, contra uno de los personajes más odiados por los mexicanos. Por primera vez en muchos años, Vicente Fox Quesada, un expresidente, conocía la inseguridad que a diario padecen 120 millones de personas.
Pero la alegría duró cuarenta minutos. La respuesta de AMLO fue devastadora: “He instruido al general Luis Cresencio Sandoval González, secretario de la Defensa, para crear una guardia de seguridad que proteja al ex presidente Fox y su familia, con eficacia, pero sin los excesos que mantenían antes del cambio de régimen”.
“Con eficacia, pero sin los excesos…”, escribió. Es decir, lo mismo, pero no igual.
Más tarde, en una entrevista para El universal, lo confirmó, pero agravó la ofensa: desde hace días, también Felipe Calderón cuenta con seguridad particular con cargo a la nación. Dos expresidentes, con un grado impresionante de impopularidad, tienen beneficios a los que pocos, muy pocos mexicanos, pueden acceder.
El privilegio hacia Vicente Fox Quesada sabe a traición. La gente de Twitter, los nuevos jueces de la nueva era, lo han confirmado. Antes de esto, cualquier interrogante contra Andrés Manuel, cualquier señalamiento, dudas fundadas, bromas y exigencias, eran respondidas con dureza y suma descortesía por los miles de seguidores del presidente. Ahora hay un silencio en Twitter. El tigre está desconcertado.
No es para menos. La gente está convencida de que si alguien merece castigo por muchas, muchísimas cosas, es Vicente Fox Quesada. Se esperaba con ansias la llegada del 21 de marzo, día en que se haría la “consulta” para que los mexicanos decidieran si se juzgaba a los expresidentes, consulta que no sucedió. El expresidente es el gran traidor a la patria de las últimas dos décadas. Después de ser una esperanza para algunos, se convirtió en la imagen de la corrupción. Su familia es millonaria después de su presidencia. A pesar de ser comerciantes mediocres, sus ligas con el poder presidencial los llevaron a la consecución de la riqueza. Todo esto no ha sido juzgado oficialmente porque nadie, ningún ministerio público, ninguna procuraduría, se atrevería a hacer una investigación contra un expresidente. Sin embargo, diversas investigaciones periodísticas tienen datos sobre las múltiples formas que la familia Fox, comandada por la matriarca Martha Sahagún, corrompieron la posibilidad de cambio institucional. A eso, se añade el sentido común del ciudadano: ¿cómo se volvió millonario un empleado cualquiera de la Coca Cola? ¿Cómo es que ahora toda su familia tiene grandes negocios si antes de la presidencia estaban en quiebra?
Vicente Fox es un corrupto y es un gran corruptor. Por si fuera poco, es quien usó el poder presidencial para el desafuero contra Andrés Manuel, el responsable del fraude en las elecciones del 2006 y de incontables delitos electorales durante la campaña presidencial de Felipe Calderón. Es enemigo declarado de AMLO y sus seguidores. La “perrada de lopitos”, los llamó alguna vez, y “chairos”, les llama con frecuencia. Pero Fox no sólo es enemigo de los AMLOvers: Vicente Fox Quesada es uno de los grandes enemigos de este país.
Su nueva protección extraordinaria es una puñalada a los seguidores del peje. Y el golpe es doble: Felipe Calderón, el más grande traidor de la democracia mexicana, el “usurpador”, el “espurio”, tiene ocho guaruras militares pagados por los mexicanos. Ni él ni Fox necesitan una protección así. Los enormes negocios que hicieron, amparados por sus presidencias, los volvieron muy adinerados. ¿No pueden pagarse ellos mismos un servicio de guardias profesionales? ¿No han sido suficientemente parásitos ellos y sus familias? En este país, muy poca gente los quiere. Aun así, todavía los mexicanos siguen pagando sus excesos, su costumbre del despilfarro.
Andrés Manuel acaba de darse un balazo en el pie. Ni el tren maya, a todas luces un riesgo ambiental y de confrontación con las comunidades del sureste; ni la termoeléctrica en Morelos, a pesar de su promesa rota de no utilizarla; ni la guardia nacional, que equivale a la militarización del país; ni la exigencia de disculpas a la corona española; ni las ofensas de Donald Trump sin respuesta; ni su traición contra los profesores al mantener la reforma educativa peñista; nada, nada, había impactado en el prestigio de Andrés Manuel López Obrador. Pero al consentir los caprichos de dos expresidentes consiguió abollar su impresionante popularidad. ¿Por qué? Porque tiene un hedor a traición.
Vicente Fox sólo hizo un berrinche en Twitter y de inmediato salió el Peje a consolarlo sin investigar siquiera qué sucedió. Un día después se supo, por el diario Reforma, que nunca hubo un “comando armado”. Simplemente, eran la escolta de los invitados a una boda. Incluso, el expresidente ni siquiera estaba en dicho sitio. Con ello, nuevamente hacen evidente que hay mexicanos de primera clase, como Fox y Calderón, y la perrada, la “prole” –como decía la hija de Peña Nieto–, los jodidos, los mexicanos de segunda clase, a quienes la seguridad nomás no les llega, a quienes asaltan y matan a diario porque el país está descompuesto y, quienes lo descompusieron, tienen cada quien, sus guardias de seguridad pagados por esos que padecen a diario el riesgo de vivir en México.
AMLO, él solo, se acaba de cerrar muchos caminos. Acaba de inaugurar la desconfianza masiva en su presidencia. Y solamente puede recuperarla si en los próximos días hay un golpe impresionante contra aquellos que dejaron a este país de rodillas y con un arma apuntando a la cabeza, porque acusaciones hay muchas, cientos, miles, pero acciones, a tres meses de ser presidente, ninguna. De no ser así, ese 86% de aceptación en sus primeros cien días de gobierno comenzará a irse al mismo lugar donde yace el respeto que los mexicanos tienen por los expresidentes.
Así es como AMLO empieza a gastarse su bono democrático de 30 millones…