Hasta siempre, maestro Enrique Hulsz Piccone. Muchos lo hemos llorado
@leopoldlezama
Anoche, mientras tomaba un café frente al Zócalo, me enteré que había fallecido el maestro Enrique Hulsz Piccone. Quienes tuvieron la suerte de acudir a sus clases de los filósofos Presocráticos, de Platón y Aristóteles, sabrán el tamaño de la pérdida que significa su muerte. Hulsz era el profesor más lúcido que he conocido. Era, como decía Luis Villoro, uno de esos pocos maestros que despiertan al maestro interior. Algo sucedía en lo profundo de los espectadores cuando lo veíamos escribir en el pizarrón los fragmentos de Heráclito en griego antiguo y después interpretarlo mediante una explosión de ideas que tocaba las matemáticas, la música, la literatura, los alucinógenos. Su clase era una alucinación y una iniciación; quienes ahí estuvieron saben que era un maestro oracular, las cosas que decía eran como pequeñas almas que después hacían vida en nuestras propias almas. Mucho tenía de chamán, de sabio antiguo, de guía.
Durante muchos años yo soñaba que regresaba a sus clases porque a mi espíritu le hacía falta rumbo; y sólo él estaba dotado de la palabra. Además era un amante del blues y eso nos conectó a un grupo de amigos que nos quedábamos después de clases a tocar rolas de Eric Clapton, Robert Johnson, Muddy Waters. Era el último macizo, lo mismo contaba sus polémicas con Eduardo Nicol, o cuando un grupo de intrépidos fueron a tomar ácido lisérgico con Albert Hoffman (su inventor) y él fue el único que no salió directo al manicomio; o cómo una tarde entera discutió con Juan José Arreola la pertinencia de hacer un cuento teniendo a Pitágoras como protagonista.
No alcanzarían muchas páginas para contar todo lo que personalmente le debo a Hulsz. Recuerdo una noche en algún bar del Centro que lo fui a ver tocar jazz con sus hijos y nos complació con “Summertime”. No muchos me creen pero poco antes de enterarme de su muerte, en el café Tardán del Zócalo estaba pensado en aquella cuestión de Sócrates de que es preferible recibir un mal que hacerlo… “ah claro, esto nos lo enseñó Hulsz”, recordé. No me importa: yo sé que se despidió de mí. Hace unas horas lo cremaron; el fuego siempre nuevo lo ha consumido para siempre y para siempre lo traerá de vuelta. Muchos lo hemos llorado. Descanse en paz Enrique Hulsz Piccone.
MARIA HEATON ROJAS
Buenas tardes, Fui companera de Enrique Hulsz hace decadas en la Fac. de Filsoofia y Letras. Me acabo de enterar de su partida, lo cual es triste y una lamentaable perdida para nuestra facultad y las futuras generaciones de filosofos. No lo conoci como profesor, pero si como companero en las clases de Metafisica y Filosofia de Platon. Gracias por este homenaje postumo. Sali de nuestro pais hace decadas, y a veces me entero de cosas por azares del destino.