AMLO, el próximo presidente de México
Arranca campaña electoral 2018
La campaña por la presidencia de nuestro país arrancó oficialmente el pasado viernes Santo, aunque la contienda política empezó desde antes con el tema de los precandidatos. Tres meses restan para la votación que determinará el rumbo de la nación en los próximos seis años, lo que no es un asunto menor.
De los cuatro aspirantes, el que va arriba en las encuestas es Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato de izquierda por el partido Morena; aunque en política nada está escrito, en unos cuantos días las preferencias pueden variar si sucediera algo extraordinario; sin embargo, de no ser el caso, lo más probable es que Andrés Manuel sea el próximo Presidente.
A diferencia de la elección de 2006, en esta ocasión la guerra sucia le hará menos daño electoralmente, pues si resurgió como la opción más sólida en este 2018, se debe al desgaste del bipartidismo PRIAN, que nos ha llevado a una agudización severa de la crisis. Hay una desesperación por el incremento de la inseguridad y el brutal desempleo.
El peso de las emociones colectivas
Lo que más pesa en un proceso electoral son las emociones colectivas, en 1994 ganó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por el factor miedo, y en 2006 pesó lo suficiente para que el Partido Acción Nacional (PAN) alcanzara al candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD). En 2012 fue un voto de resignación; apostar por los mismos de siempre (PRI), corruptos y autoritarios pero que podrían sacarnos del abismo en que nos metió el PAN. Pero ahora que nos encontramos en peores condiciones desde la alternancia política del 2000, la figura de Andrés Manuel se ha convertido en la opción para millones de mexicanos.
De ahí que la ventaja que tiene respecto del segundo lugar en las encuestas sea de 14 puntos de diferencia, con todo y la alianza (PRD-PAN-Mov. Ciudadano) que tejió Ricardo Anaya, quien es probable que aumente en las encuestas en los próximos meses, pues es un candidato joven y astuto, pero sobre todo, consentido de la casta política, con una enorme habilidad para manejar su imagen.
La duda es si será suficiente para revertir lo que hoy se anuncia. Lo veo difícil pues la sorpresa en los recientes días es que AMLO aumentó puntos, además de que la aparición de Margarita Zavala en la boleta electoral le quita hasta 6 puntos al candidato del PAN. De llegar Andrés Manuel al 45% en las preferencias, la única opción de Anaya es restarle votos a los otros contendientes, algo complicado, pues se encuentran en el mínimo de su voto duro. Si no sucede algo extraordinario, lo más que puede acercarse Anaya a AMLO, es a cinco puntos de distancia, y con eso se conjura cualquier intento de fraude.
Se ha anunciado mucho que quienes van a definir esta elección son los jóvenes, lo cual no dudo, pero la juventud no es una población homogénea. A muchos de ellos los convencerá la imagen del candidato más joven (Anaya), pero también la alternancia que representa el peje, o la única mujer candidata (Margarita Zavala).
Los que por primera vez votan (18 años), tenían 12 años cuando irrumpió el movimiento #YoSoy132 para cuestionar al candidato del tricolor, además de que no tienen tan presente los fraudes electorales. En ellos pesará más el manejo de imagen de los candidatos en los próximos tres meses, que la memoria histórica y política. Por eso creo que Anaya crecerá en las encuestas.
Esta vez Andrés Manuel armó una mejor red de alianzas no públicas. Aprendió de las otras dos derrotas, entendió que debía negociar con los sectores de poder, y no sólo contar con la simpatía popular. Desde la reforma energética, el acercamiento con los empresarios, hasta el tema de las amnistías y la alianza electoral con un sector conservador (el Partido Encuentro Social), que por cierto, no es lo mismo supeditar a la derecha, que supeditarse a ella, como en el triste caso del PRD con el PAN.
En todo caso, mi voto es por AMLO no tanto por creer que es la gran esperanza de México, sino porque lo fundamental para los próximos seis años es una refundación de las izquierdas. Se equivocan quienes piensan que un contexto de represión, violencia y de regresión histórica es el mejor escenario para lograr un reagrupamiento de las fuerzas progresistas de este país.
Nota al pie:
Resulta muy ilustrativo el candidato que hoy encabeza el PRI (José Antonio Meade), un personaje gris y sin posibilidades de ganar, parecido a Francisco Labastida en 2000, cuando Zedillo entregó la presidencia al PAN; es como si de igual forma, hoy Peña Nieto sólo esperara la entrega de Los Pinos en diciembre.