El auditorio Che de la FFyL, UNAM
Redacción
Entrevistas a la comunidad universitaria sobre el “Che” de FFyL
El auditorio Justo Sierra, mejor conocido como “Che Guevara”, de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de nueva cuenta vuelva a estar en la agenda pública. El Consejo Universitario de la máxima casa de estudios se pronunció el pasado 18 de marzo pidiendo a quienes lo tienen ocupado, lo devuelvan para toda la comunidad universitaria, rechazando la violencia provenga de donde provenga.
En Consideraciones decidimos salir a preguntar a distintos universitarios de varios sectores, su opinión acerca de lo que el auditorio les representa, según su experiencia. Ya que ese espacio fue escenario de gran cantidad de movimientos estudiantiles (1968, 1986, 1999) y sindicales (1977, 1988), sede la Filarmónica de la UNAM, del cine club más importante de la institución, de grandes obras de teatro gratuitas, y el foro por excelencia cuando una personalidad nacional o internacional -del arte, la cultura o la ciencia- visitaba la Universidad Nacional, pues cuenta con el mayor aforo posible con capacidad de hasta mil 200 butacas.
Una generación completa de universitarios no conoció el auditorio en esos términos. Incluso algunos que hoy son alumnos del nivel medio superior en los primeros semestres, nacieron el año en que fue tomado (2001).
Ese auditorio no era administrado por la FFyL, sino por Difusión Cultural un tiempo, y otro tanto por la Coordinación de Humanidades, pues desde que se inauguró fue concebido como el paraninfo de la universidad, el foro más importante del circuito principal, compartido por las diversas facultades de la zona. Los que llegan a pie, desde la entrada principal de avenida Universidad se encuentran de frente con ese espacio estratégico, y todas las izquierdas universitarias saben de su enorme significado.
Es por eso que decidimos salir a preguntar sobre el valor simbólico del auditorio, deseando que el espacio regrese a la comunidad universitaria, sin embargo, el camino para que eso sea posible debe ser a través del diálogo, sin intervención de la fuerza pública.