Florence Balcombe, la mujer que hizo inmortal al vampiro
#SabiduríaPop
Guillermo Uribe, @bunomemo
Excelente madrugada a todos.
Una luna así de iluminada inevitablemente evoca anécdotas emanadas de la imaginación de Bram Stoker. Recuerdo, por ejemplo, la noche en que Harker, Seward, Holmwood y Van Helsing encontraron deambulando por el cementerio de Londres a la hermosa Lucy Westenra convertida ya en vampiro, con un bebé en brazos, el cual le serviría para saciar sus primeras necesidades de “No muerto”. Ella fue, con exactitud, el primer No muerto creado por el Conde Drácula en Londres. Lucy.
La inspiración de Bram para crear a esta bella dama, fue una mujer de nombre Florence Balcombe, su esposa, quien en el año de 1912 enviudó y diez años después, manifestó sus ímpetus incendiarios. Ella no supo que, gracias a su furia, selló, sin quererlo, el triunfo del mítico vampiro en un viaje sin precedentes por el mundo del séptimo arte.
Florence asume el legado literario de Bram Stoker el año en que él muere y se convierte entonces en la mandamás indiscutible de todos los derechos literarios de la más relevante creación novelística de su adorado y fallecido Bram. Años después, en 1922, se rodaba el filme Nosferatu a cargo del director alemán Friedrich Wilhem Murnau y protagonizado por el actor leyenda Max Shreck.
La cinta tenía como objetivo convertirse en la primera experiencia fílmica de la novela de Bram Stoker, por lo que, para evadir los alegatos legales con la viuda, Murnau decide bautizar la entrega con ese nombre, Nosferatu, que significa No muerto. La película concluye su realización, pero esto llega a oídos de Florence y decide hacer una cacería desmesurada de las copias existentes de la entrega; al reunirlas todas ordena el incendio de las latas con sus respectivos celuloides. Así, Florence Balcome inhibió la impresión cinematográfica de la novela de Bram Stoker.
Pero ella nunca supo que la gerencia del proyecto fílmico de Murnau escondió pedazos aislados de varios carretes de los celuloides, dejando al padre tiempo el resto del trabajo.
Florence muere el 25 de mayo de 1937. Poco después, deciden buscar y encuentran las tiras aisladas que conservaban gran parte de la filmación. Algunas de ellas se encontraban deterioradas por el paso del tiempo; incluso, muchas no conservaban la tonalidad de la fotografía original. Esto no impidió que se restaurara casi por completo. Se hizo una inspección minuciosa y se encontró que era mínima la falta de continuidad en la historia, aunque no pudo evitarse el cambio de tonos en el color a su paso por los proyectores.
Cuando quedó lista para exhibirse, el morbo del genérico fue tal que las salas se abarrotaron para ver la proyección que había causado el egoísmo desmedido de Florence, quien, sin darse cuenta, al destruir los rollos le estaba otorgando la verdadera inmortalidad a este ser ficticio el cual, sin duda alguna, muchos desearíamos que fuera real. De alguna manera, Florence se las arregló para preservar la obra de su Bram –obra que ella misma menospreció en sus albores tipográficos–.
Gracias madame Balcombe. Ahora, esta luna blanca se torna escarlata en este memorial dedicado a tu osadía.