Desfile del 16 de septiembre; el discurso de la DIGNIDAD
El lenguaje es praxis. Sobre todo cuando quien pronuncia las palabras ostenta un poder. Y no, el mensaje de hoy 16 de septiembre de Andrés Manuel López Obrador no es únicamente discurso, es un manifiesto político, pues puso en el centro de la vida pública, aquello que gobiernos anteriores habían olvidado y que la gran mayoría de las personas entregan fácilmente como moneda de cambio: La DIGNIDAD.
No tiene precio, sólo valor. Por eso es escaza. Está tan ausente en nuestra vida pública que no dimensionamos su fuerza moral, de transformación y civismo revolucionario. La hemos soterrado tanto que cuando sale a la luz no la reconocemos.
No faltará quien diga que ese pronunciamiento no tiene sentido en tanto el gobierno norteamericano nos imponga su agenda migratoria y económica, pero primero dejemos en claro que la descripción gráfica de las relaciones entre los gobiernos de México y EU, es como tener sentado a cualquier Presidente mexicano, tratando de negociar con una pistola en la cabeza.
Si ante ese escenario, nuestro mandatario logra crear un espacio de relativa soberanía, de dignidad política, de renegociación económica, habremos obtenido una victoria realista. La política es el arte de lo posible no de lo deseado, lamentablemente.
Por eso es que el discurso de AMLO restituye el liderazgo de México en la región. En todos estos 211 años de lucha, búsqueda, consolidación y crisis de nuestra independencia nacional, México ha sido en distintas ocasiones el hermano mayor de América Latina: con la resistencia juarista ante la invasión francesa; la Revolución de 1910; y la expropiación petrolera con Lázaro Cárdenas.
Para algunos compatriotas esto les parecerá insignificante, pero para un pueblo que ha padecido saqueo, despojo, colonización, desigualdad social, sometido a una potencia vecina; recuperar su dignidad no solo es una cuestión discursiva, es vital para encaminarse hacia una transformación social. La única vía con la que cuentan los pueblos latinoamericanos para desarrollarse, es construir un contrapeso regional ante la potencia del norte.
La dignidad del pueblo cubano es merecedora de reconocimiento, pero también es un norte en medio de estas tempestades y naufragios que apremian revivir el sueño de una sociedad que deje de destruir a la naturaleza y sea más justa entre humanos.
Hoy me siento representado por el Presidente de mi país. Escuchar esos discursos a contrapelo (diría Walter Benjamin) de nuestra historia patria desde la máxima tribuna de poder, eso, bien vale la pena mi voto de 2018. Para cualquier otro mexicano que sepa lo invaluable de la dignidad colectiva, lo entenderá. Al margen de las diferencias políticas e ideológicas con el gobierno de Andrés Manuel, lo que debemos defender es la DIGNIDAD como nación.