“Méjico” y el PAN. Otra forma de entregar el país a los españoles
Santiago Abascal, líder de la extrema derecha española, vino a México. Lo invitaron miembros del Partido Acción Nacional, la derecha mexicana. La visita ha causado protestas incluso entre los miembros del PAN; sólo un puñado de extraviados fanáticos mexicanos han celebrado la aparición del gachupín. Vino, hizo un escándalo y se fue. Pero desde España, un día después, colocó un tweet con más ruido que contenido, que termina de esta manera: “Mi agradecimiento a todos los mejicanos que nos han hecho sentir como en nuestra casa. ¡Viva Méjico!” Ese “Méjico” no es tan inocente como se ve; esa jota por equis, no es sólo una grafía. Tiene un contenido político que deberíamos tomar con mucha seriedad.
Ninguna declaración de quienes se abrazan a tiranos y protegen a narcos va a impedir nuestra causa a favor de la libertad, los derechos y la prosperidad de las naciones.
Mi agradecimiento a todos los mejicanos que nos han hecho sentir como en nuestra casa.
¡Viva Méjico! https://t.co/yYxXnOP7kg
— Santiago Abascal 🇪🇸 (@Santi_ABASCAL) September 4, 2021
La RAE: el imperio de la lengua española
A mediados de mayo, la Real Academia de la Lengua Española (la RAE), publicó que es correcto escribir “Méjico”, a pesar de recomendar el uso de “México”. Así comenzó en Twitter una batalla por una grafía, defendida por algunos, rechazada por otros. Sin embargo, la defensa de una letra preponderante para los mexicanos no es algo baladí, porque en ámbitos políticos no tiene nada de ingenuidad el suplir una letra por otra, como lo hacen ahora los neocolonialistas españoles.
La RAE no es una entidad tan inocente. Desde su aparición, no sólo ha funcionado como una institución que recopila las palabras y sus acepciones en diccionarios, también ha tratado de orientar el lenguaje de acuerdo con las perspectivas de grupos de especialistas adheridos a ella. Sin embargo, a pesar de la altísima sapiencia de sus integrantes, normalmente fracasan, porque las modificaciones del lenguaje son exclusivas de los pueblos, no de las cúpulas académicas.
Se recomienda usar la grafía «México» (pronunciada [méjiko]), aunque también se considera correcto el uso de «Méjico». Más información: https://t.co/WGebMwgFEa.
— RAE (@RAEinforma) May 6, 2020
Los súper especializados comités de la RAE deberían saber, o por lo menos percibir, que la grafía “Méjico” sólo existe en sus pensamientos, pues a pesar de hallarse en innumerables documentos coloniales, en México no prosperó. La quisquillosa RAE no debería considerar “correcto” el uso de palabras inexistentes. Incluso, debería retractarse. Pero la humildad no es propia de esta institución, tan vieja e inflexible.
Escribir “Méjico” sólo se puede deber a un error. Así como nadie con las facultades mentales en su sitio escribe Espania, Hispania, Espanya, tampoco deberían escribir “Méjico”. Sí, así suena, pero si andamos con esos caprichos fonéticos, comencemos a escribir “Madrí”, esperemos un poco, y notaremos cómo se nos dará trato de idiotas. Escribir “Méjico” sólo se puede entender por alguno de estos motivos: fue escrito por un extranjero aprendiendo español; fue escrito por españoles imbéciles que no conocen su propia historia; o fue escrito por algún personajillo perverso, cuyo desprecio por México lo lleva a ignorar nuestra queridísima X. Este es el caso del tal Santiago Abascal, del grupo de ultraderecha llamado Vox.
La X es parte de la resistencia
La X al centro del nombre de nuestro país es parte de una resistencia centenaria, comentó Eduardo Matos Moctezuma en una conferencia para El Colegio Nacional: ignorarla o desdeñarla tiene intenciones mañosas y menosprecio. “500 años de resistencia indígena”, así se llama la conmemoración gubernamental para recordar la caída de Tenochtitlan. Este fue el marco donde ocurrió la conferencia referida y donde se reactivó un viejo debate sobre si México fue invadido, conquistado, si fue el encuentro de dos mundos, la conjunción de culturas, etcétera. Mucho debate para una realidad: hubo una invasión, se perdió la guerra, y los españoles se asentaron durante tres siglos e impusieron sus tradiciones, religión, cultura y barbarie en la Nueva España.
La resistencia ante esta invasión duró siglos. Incluso, aún continúa. La resistencia ocurrió de muchas formas, entre ellas, en la lengua. La hegemonía de la lengua española, como lengua única, nunca ha ocurrido. En México se han hablado decenas de lenguas en paralelo con la lengua española. Ésta es la lengua oficial, pero no significa que millones de personas abandonaran el ejercicio de su lengua materna.
La X ha resistido la invasión, la conquista y la colonia. Ha resistido toda la historia de México. El país tiene una cantidad inmensa de palabras donde se utiliza. No es tema de este artículo ubicar la transformación fonética de la X en J, sin embargo, su uso ha sido parte del desafío ante el invasor. Huaxyacac, por ejemplo, fue obligada a ceñirse a la mala interpretación de los españoles y se transformó en Oaxaca, pero nunca perdió la potente identidad proporcionada por esa magnífica X.
Se escribe México, estúpido
El uso de la equis en España no tiene la misma contundencia histórica que en México. Puede entenderse el descuido de algunos usuarios de la lengua española, pero no debemos confundirlo con el desdén hacia el uso de algunas grafías en América, mucho menos soslayarlo cuando se transforma en un asunto político.
El uso reiterado de la palabra “Méjico” no fue un error de Santiago Abascal. Un “error” de este tipo no es tan frecuente, mucho menos en cuando hay asuntos diplomáticos con los cuales se debería ser cuidadoso. De lo que se trata es de negar la existencia de un elemento de identidad mexicana, de un destello cultural adverso a la historia del imperio español y a las creencias de quienes se creen herederos de los conquistadores.
La negación de una letra, nuestra X, es una manifestación racista y xenófoba por parte de los fascistas españoles. Santiago Abascal lo sabe muy bien y por ello repite la palabra. La mentalidad ultranacionalista de este personaje no permite alterar la “pureza” de su lenguaje, y la X, que para muchos suena a sh, no es compatible con la jota del castellano, tan propia para sus ideas.
Alguno de sus amigos del Partido Acción Nacional, los fascistas mexicanos, deberían advertirle sobre la escritura “México”, es decir, la forma correcta. Pero no lo harán, primero, porque están dispuestos a admitir cualquier humillación con tal de someterse, nuevamente, a una invasión española; por otra parte, a los panistas no les importa mucho el país y muchas veces han ofrecido vulgares muestras de repudio a las tradiciones mexicanas y la preferencia hacia hábitos extranjeros. Se hubiera visto muy mal que, en lugar de firmar la “Carta de Madrid”, propuesta por Vox, el partido de extrema derecha español, firmaran la “Carta de la Ciudad de Méjico”. Se hubiera visto muy mal, pero hubiera sido un clavo más en el ataúd del PAN.
No debemos perder de vista las múltiples formas con las que la ultraderecha busca invadir, otra vez, a México. Después de cinco siglos, aún no logramos sacudirnos su intervención ni algunas de sus terribles tradiciones. Creyeron que sería sencillo venir, decir que representan al “plan de Dios”, y volverse emperadores en esta tierra ignota. Pero no es tan fácil, porque lo que representan es lo más podrido de la política mundial; representan décadas de retroceso hacia el fascismo y el nazismo y, para los mexicanos, representan siglos de dominación que sólo pudo terminar con la sangre de los gachupines resbalando por la Alhóndiga de Granaditas.
No pasarán. No otra vez, pesar del deseo enfebrecido del Partido Acción Nacional. Hay que recordarlo a cada momento, por ejemplo, en las redes sociales, donde podemos recordarle, al tal Santiago Abascal: ¡se escribe MÉXICO, estúpido!