Breve historia de Xochimilco
Rafael Zimbrón Romero*
Desde tiempos antiguos Xochimilco se ha caracterizado por tener dos diferentes regiones, por un lado lo que queda del Lago y su sistema productivo basado en el uso intensivo del suelo agrícola ocupando la técnica ancestral de Chinampa, por el otro está la montaña donde predominaba la agricultura de temporal que se desarrollaba en grandes extensiones de tierra donde se construyeron en tiempos inmemoriales sistemas de regadío, formados por bardas, escaleras y canales dando pie a terrazas agrícolas.
El agua era indispensable y abundante en los primeros momentos históricos de esta nación xochimilca, manantiales, ríos, el lago y la lluvia, depósitos de agua acumulaban gran cantidad del líquido vital, produciendo muchas semillas y vegetales, peces, aves y animales comestibles que iban en canoa a la urbe de Tenochtitlan, ya sea en forma de tributo o de mercancía.
El saqueo del agua potable
A principios del Siglo XX, se empezó de una manera indiscriminada a sacar el agua potable de la región a través de un acueducto que se construyó a la orilla del lago y los manantiales, éste conducía el líquido a las colonias de las clases altas de la Ciudad, así empezó el saqueo del suelo y de los recursos de la región y empezó la decadencia de la agricultura de la montaña y el lago.
Los ejidos en tiempos de Cárdenas
Durante la Revolución los habitantes del territorio sureño, participaron con las huestes zapatistas, por lo que en la época del presidente Cárdenas se dotó de ejidos a la población sobre todo a la región chinampera, a la propiedad privada en la montaña y a la propiedad comunal en los bosques, pero pasado este periodo de gobierno, el apoyo financiero como en toda la República se dejó desprotegido al campo y se subsidió a la industria capitalista.
El crecimiento urbano fue otro factor que contribuyó al deterioro del sistema social y económico de Xochimilco; primero se crearon otras actividades productivas ajenas a las agrícolas y a la población, ésta expulsada del sector rural era absorbida por el trabajo en servicios, empleados de gobierno, maestros, comercio, etc.; segundo, la mancha urbana empezó a presionar sobre las tierras productivas que eran abandonadas por falta de apoyo técnico y financiero, empezaron las primeras invasiones de predios o su venta fraudulenta, muchas veces promovidos desde el PRI y los gobiernos locales. Los canales que comunicaban con otras comunidades fueron secadas y pasaron a ser grandes avenidas por donde circulan los autos, la navegación en la ciudad se perdió y a medida que se extendían los ríos de cemento las actividades agrícolas iban muriendo.
En aras del progreso desde la época porfirista y luego el periodo de la posrevolución se destruyó todo el sistema productivo xochimilca, se saqueó el agua y la tierra, se acabaron los bosques, secaron los ríos, manantiales, se exterminaron los animales terrestres, acuáticos y aves, se promovió una nueva actividad: la turística. Xochimilco se conoció mundialmente por sus chinampas pero eran vistas como atractivo turístico y no como un sistema que pudiera abastecer de alimentos a la gran urbe que crecía a un lado de las tierras agrícolas.
Todo cambia menos la depredación de la región
Desde hace más de treinta años, Xochimilco ha tenido gobiernos priistas, perredistas y ahora morenistas, pero no ha cambiado la mentalidad y la forma de hacer política y sobre todo la incapacidad para cambiar el sistema de desarrollo económico de la región agrícola, al sur de la ciudad de México.
El sistema clientelar predomina en las decisiones de cómo se distribuye el presupuesto para resolver los problemas de la comunidad, se aporta dinero o en especie para organizar o desarrollar las fiestas religiosas, apoyando a las mayordomías en busca de la aprobación popular del accionar político.
Se limpian canales para que circulen las trajineras con la participación de la población, pero no hay una política consecuente de apoyo a la actividad agrícola y de remoción de viviendas clandestinas en las chinampas, se sigue urbanizando estas tierras, como las existentes en las montañas y catalogadas como suelo de conservación.
No hay capacidad jurídica y de fuerza pública para frenar las invasiones en las áreas destinadas a actividades agropecuarias o ecológicas, las zonas y sitios arqueológicos no son tomados en cuenta dentro de las políticas encaminadas a desarrollar el turismo, por lo regular tiene una incertidumbre legal de estos sitios y se desconoce el contenido histórico de estos vestigios por parte de los que toman las decisiones sociales y económicas.
El avance del progreso
Se construyen vialidades, centros comerciales, nuevos edificios que consumen mucho espacio y grandes cantidades de agua que deja de satisfacer las necesidades de la población originaria. Es frecuente oír en los discursos oficiales que por falta de lluvia disminuirá el flujo del vital líquido pero no se habla de los grandes edificios que se construyen en toda la ciudad, con grandes cisternas que consumen toda el agua de las viejas colonias populares.
No hay megaproyectos para el sector rural en la ciudad y el progreso se reduce a la construcción de grandes obras que van consumiendo el poco territorio que aún subsiste en algunas partes de la metrópoli. El progreso se traduce en grandes ganancias para el sector privado y carencias y penurias para la mayoría de la población citadina. El agua y la tierra se acaban para el ser originario y los empresarios, los partidos y gobernantes subsisten, con una mayor acumulación de capital, impotencia para resolver los problemas sociales, errores en las decisiones estratégicas y mentiras para mantener el poder.
* Dr. Rafael Zimbrón Romero arqueólogo y urbanista de la ENAH