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¿Por qué la UNAM puede darse el lujo de no pagarle a sus profesores?


diksalgado

14 marzo, 2021 @ 10:22 pm

¿Por qué la UNAM puede darse el lujo de no pagarle a sus profesores?

La insoportable desigualdad en la UNAM, y los hilos que la sostienen

Aunque las autoridades de la UNAM se excusen con la pandemia, las pésimas condiciones laborales en la universidad existían antes del covid.

Los profesores por asignatura son el 80% de la planta docente en la UNAM, sin ellos la operación de la máxima casa de estudios sería imposible. Sin embargo, esta inmensa mayoría de trabajadores altamente calificados tienen nula seguridad en el empleo, nunca sabe con exactitud cuanto gana, y muchos tampoco saben cuando cobran y esta situación no comenzó con la pandemia, solo se hizo insostenible.

No saben cuanto ganan

El pago a los profesores se da por hora/clase frente a grupo con un valor aproximado de 90 pesos por hora, es decir, un profesor que imparte cuatro horas a la semana gana: 720 pesos a la quincena, y más de 1400 pesos aproximadamente al mes, sin importar cuantas horas invierte en preparar sus clases, brindar asesorías, organizar eventos y otras tareas propias de un profesor universitario. A esta irrisoria cantidad se suman diversos “apoyos y estímulos” imposibles de calcular, porque no existe ningún documento guía, el apoyo a la despensa supera una vez al mes el salario base, y el apoyo de material didáctico hace que el cheque crezca algunos pesos de vez en cuando, pero no puedes saber cuanto, ni cuando, en resumen, los profesores no saben cuanto ganan y en no pocas ocasiones terminan subisidiando a la universidad porque sus sueldos son menores a los gastos implicados en los trabajos de docencia.

No saben cuando cobran

El proceso de contratación en la UNAM es muy largo, y en la estructura no hay interés en hacerlo más eficiente, quienes están a cargo de las contrataciones reciben sus salarios puntualmente pero no tienen prisa en que salga tu cheque. Si solo impartes un semestre al año, tu pago retroactivo podría llegar apenas unas semanas antes de que concluya el semestre. Esto quiere decir que debes financiar el curso con tus propios recursos o tus propias carencias. En mi última contratación pasó un año para que fuera emitido mi cheque con los estímulos correspondientes a todo el semestre, cuando por fin me llamaron para recoger mi cheque, el monto fue por mucho menor de lo que correspondía.

No tienen estabilidad en el empleo

No existen reglas claras para designar cursos eventuales por asignatura, las designaciones recaen en gran medida en los coordinadores que son designados por los directores. La lógica de grupos impera en las facultades, esto hace que muchos profesores opten por aceptar las reglas nos escritas, otros busquen mejores oportunidades de empleo y algunos se atrincheren ahí sabiendo sus limitaciones.

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Imagen: Rodrigo Fuentes

Los hilos que sostienen

La precariedad laboral tiene consecuencias directas en el desempeño de los profesores, por obvias razones limita su productividad científica e intelectual. Si bien los primeros años la precariedad laboral puede soportarse con el orgullo puma, con el paso del tiempo el malestar se impone y la calidad de los cursos va a la baja. La cantera de talento nunca termina y los profesores de asignatura son fácilmente remplazados, pero esto impide la profesionalización de la docencia.

Todo este sistema funciona en gran medida porque los profesores no quieren ser excluidos del alto honor de ser profesores en el UNAM, muchos de ellos encuentran ahí su más importante desempeño profesional. El miedo a ser excluidos hace que los profesores eviten la confrontación con la burocracia designada a dedo por junta de gobierno, directores y coordinadores.

Los profesores se neutralizan a si mismos porque sabe que moverse podría dejarlos sin curso. Los coordinadores muchas veces buscan acomodar a sus aliados y dejar fuera a quienes consideran un riesgo para su principal objetivo: la estabilidad de un sistema minado. Como se ve el rejuego político se impone a las necesidades laborales y más aún a las necesidades académicas. Los estudiantes van sorteando este sistema en gran medida por la entrega con que los profesores de asignatura realizan su labor. Pero estamos obligados a imaginar una universidad con mejores condiciones laborales para sus profesores porque ello redundaría en mayor calidad en la docencia y mejores resultados para la ciencia mexicana.

Hoy que las condiciones pandémicas hicieron que el profesorado tomara iniciativas para dignificarse, es momento de ir más allá, la academia sostenida de precariedad, silencios y favores debe terminar en la UNAM. No se trata de un problema de pesos y centavos, se trata de terminar con todo un sistema nefasto de precarización de la docencia y con ello del conocimiento mexicano.

Candidato a doctor en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Cuajimalpa. Realizó estancia de investigación y académica en la Universidad Mayor de San Andrés en el Centro de Estudios Críticos del Desarrollo, Bolivia. En 2014 obtuvo el título de maestro en Comunicación con mención honorífica por la UNAM con la tesis: Bolivia y sus documentalistas, del fin de la dictadura a los hijos del fin del mundo.

Un comentario
  1. Alan Hernández Hinojosa

    Creo que es tan pero tan juiciosa la postura que asumen y un total desconocimiento de los tabuladores, de los procesos y demás cuestiones.

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