AMLO se enferma y la oposición enloquece de odio. ¿Y si se agravara?
Andrés Manuel López Obrador enfermó de Covid-19. A sus 67 años, el contagio lo coloca en un riesgo muy serio; aunado a ello, se le conoce un problema de hipertensión y una enfermedad del corazón que casi lo aleja de la política. El Presidente de México tiene una condición de salud que, lamentablemente, no sólo es peligrosa para él, sino representa un momento delicado para el país por la incertidumbre en el futuro si su estado se agravara.
Lamento informarles que estoy contagiado de COVID-19. Los síntomas son leves pero ya estoy en tratamiento médico. Como siempre, soy optimista. Saldremos adelante todos. Me representará la Dra. Olga Sánchez Cordero en las mañaneras para informar como lo hacemos todos los días.
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) January 25, 2021
La noticia del contagio de Andrés Manuel
La noche del domingo 24 de enero, la noticia se propagó desde las redes de la presidencia y del mismo Andrés Manuel. La información tuvo una salida hacia dos cauces: hacia quienes le deseaban salud y pronta recuperación a través del hashtag #FuerzaPresidente, por un lado, y hacia una avalancha de odio contra su persona. Tristemente, la notoriedad la obtuvieron miles de bots activados para difundir un desprecio irracional contra López Obrador y, por supuesto, la oposición mezquina y despreciable que festinó la enfermedad del presidente antes de emitir un hipócrita “que se mejore”.
Varios periodistas editorializaron su inquina con noticias viejas y frases sacadas de contexto. Columnistas enojados, reporteros sarcásticos y conductores de televisión armados con furia, emitieron su rencor en Twitter y Facebook. ¿De dónde proviene tanto odio?
¿Y "el detente", apá?
— JOSÉ CÁRDENAS (@JoseCardenas1) January 25, 2021
Era cierto, entonces, el país polarizado que comentaron estos mismos periodistas, varios de ellos, en las antiguas nóminas del poder. Era cierto. Pero no como ellos lo aseguraban: según sus palabras, el presidente era la fuente del extremismo político, pero quedó demostrado, con creces, su aversión patológica hacia López Obrador. El problema, gran problema, radica en que dichos “periodistas” son las fuentes de información de la generalidad; quienes gritaron “¡polarización!” han desperdigado, desde hace años, un odio enfermizo contra quienes afecten sus gruesas cuentas bancarias. La muerte del presidente más apreciado de las últimas décadas sería, para ellos, un día soleado. La caída del presidente, sin duda, los haría bailar, babeantes y excitados, en medio de un festejo por su muerte. Es probable, por su corta visión del mundo, que no se hayan percatado de la peligrosa situación que acarrearía un suceso de esa magnitud.
La derecha, es decir, la miseria
Nunca, como hoy, quedó personificada “la derecha”. Había sido un ente amorfo, inasible, apenas con características y definiciones vagas. La derecha se movía entre políticos hipócritas, empresarios corruptos y decenas de periodistas amables con el dinero. No obstante, la salud de López Obrador los hizo surgir a todos con un rugido violento y furioso. Centenares de usuarios de las redes publicaron, sin timidez, sus burlas por la salud del Andrés Manuel. Pero detrás de sus gracejadas tratan de ocultar el deseo por la desaparición del presidente; la derecha, tan religiosa, tan hipócritamente piadosa, levanta oraciones retóricamente deshonestas para disimular su ambición de muerte.
¿Quién dijo que las mañaneras no podían ponerse peor? https://t.co/MYfkuhFjys
— maria scherer (@scherermar) January 25, 2021
La salud de Andrés Manuel es un asunto de seguridad nacional. Nunca, como hoy, el país se encuentra en una transición sujetada, apenas, por alfileres. Los frentes abiertos contra 80 años de latrocinio, impunidad, corrupción institucional, empobrecimiento, discriminación, vejaciones contra las clases vulnerables, entrega de la soberanía nacional, y un larguísimo etcétera, son frentes donde el enemigo se revuelca, herido, pero vivo y poderoso.
Una irrupción repentina del gobierno de López Obrador, causada por una enfermedad, provocaría costos sociales y políticos inéditos. Para nadie es un secreto que pocos partidarios de Morena serían capaces de continuar con el legado del presidente. No existe, en todo el partido, un sólo prospecto, mujer u hombre, con la ideología pertinente para avanzar en una tarea inconclusa. Hay algunos miembros del partido que podrían apropiarse del discurso, pero no son un ejemplo de rectitud o de lucha social, por el contrario, son muy cercanos a los grupos de poder que conservan la fuerza política y monetaria en el país.
En pocas palabras, nadie podría continuar con la tarea de López Obrador y, quizá, ni uno quiera. El presidente conoce bien esta situación y tiene un plan a seis años, cuya prioridad es impedir el retroceso en las modificaciones institucionales que pueda conseguir. Si concluyera su presidencia así, de repente, las consecuencias serían devastadoras.
La lucha por el poder sería la ruina
La lucha por el poder no sólo atravesaría los ámbitos políticos y los poderes de facto instalados en el país, sino las intervenciones extranjeras, especialmente la de Estados Unidos, cuyo presidente adquirió el poder con márgenes amplios, pero con cuestionamientos serios de legitimidad entre grupos radicales de ultraderecha. Para nadie es un secreto que México es un botín magnífico para un gobierno ávido de congraciarse con su ciudadanía.
Sin embargo, del otro lado de la lucha por el poder están los millones de mexicanos que llevaron al poder a López Obrador. Si bien no existe una organización definida, no han tenido miedo en el pasado para hacer suyas las calles y provocar la atención de los gobiernos. 30 millones, dijeron las autoridades, eran los votantes por Andrés Manuel; pero los seguidores han crecido y las redes de apoyo se han magnificado durante su presidencia. Los escenarios de una probable lucha por el poder se ven catastróficos en términos políticos, sociales y económicos. ¿Podría México resistir una lucha de estas magnitudes cuando nos encontramos en serios problemas económicos causados por la pandemia? ¿Qué sucedería con las instituciones de salud? ¿Y con cuántas mañas los grupos políticos más podridos tratarían de acceder al poder? ¿De qué serían capaces?
Fuerza, presidente. La Cuarta Transformación prometida no puede ser otra utopía teórica. La naturaleza tiene sus propios caminos, pero mientras tengamos vida, tendremos fuerza. Y mientras tanto, mientras la oposición al presidente se relame los bigotes esperando el decaimiento de su salud, habrá que hacer planes para mantenernos en resistencia, una resistencia que se ha prolongado siglos, y quizá por eso no ha desaparecido.
Benigno fernandez
Los Nayaritas oramos por nuestro presidente