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Reseña y crítica de la cinta Nuevo Orden


26 octubre, 2020 @ 7:15 am

Reseña y crítica de la cinta Nuevo Orden

Para Diego Méndez, porque pensamos juntos estas ideas

Pável Granados

Es difícil hablar de la película Nuevo orden (Michel Franco, 2020), lo impide su propia bruma. La historia avanza como un mecanismo, con bastante efectividad, por en medio de un camino que no sabemos de dónde proviene y hacia dónde conduce. (La ideología es parte de la maquinaria, algo que está presente en el arte, pero manifestada estéticamente. Puesto que me interesa el arte como mecanismo, me acerco a esta cinta, para conocer la intención de la obra, no la intención del autor.)

La historia parte de algunas certezas, como que una boda de sociedad es interrumpida violentamente por un grupo de “anarquistas”, pero con los cuales está coludido todo el personal de la fiesta (cocineras, meseros, choferes) –la enigmática clase trabajadora–, con excepción del ama de llaves de la casa y su hijo. Quizá, identificados como “desclasados”, no fueron avisados.

Los empleados fieles a los poderosos no son requeridos en esta manifestación a la que es invitada la sociedad trabajadora entera, pero de una manera tan planeada como irracional y violenta. No parece tener una meta, no tiene más que los tentáculos de la violencia ciega. Desaparece tan espontáneamente como apareció.

Lo que ignoran los invitados a la fiesta es que detrás de esta revuelta “trabajadora” parecen no están sus propios intereses de clase, sino un órgano que los maneja a su antojo: el ejército; lo que refuerza la ideología de la conspiración: los pobres (los indígenas, los trabajadores) no se mueven por sí mismos sino por un poder detrás de ellos.

reseña película nuevo orden
Imagen: codigoespagueti.com

En este caso, son manipulados por un poder que al mismo tiempo los oprime. Cuando H.P. Lovecraft iba a dormir, escuchaba a lo lejos los cantos de los negros, las voces de los inmigrantes; sonidos que transformó en horribles criaturas del espacio exterior, siempre en pugna con nuestra realidad.

De igual manera los sueños de la aristocracia producen pesadillas anarquistas. Se necesita meditar mucho en esta cinta para poder hallar una ruta en el caos de los acontecimientos. Por ejemplo: no sabemos qué relevancia tiene esta fiesta, por qué se rebelan todos los empleados al mismo tiempo: ¿así ocurrió en todas las casas ricas del país?, ¿a qué se debe esta sincronía y por qué las casas de los poderosos no están protegidas si nos enteramos en el último momento de la cinta que esta familia es directamente beneficiada por el golpe de estado que se vislumbra?

Al final de la cinta vemos que el anfitrión de la fiesta es también un poderoso en el Nuevo Orden impuesto por lo que creemos que es un golpe de estado: poderoso antes y después. Como si la cinta dijera: este pueblo (el de esta hipotética Ciudad de México) es manejado siempre para los intereses de otros, no podrá despertar, no enarbola causas sociales, sólo alberga la semilla de la violencia destructiva. Porque vemos el síntoma (la destrucción), pero no la enfermedad, no sabemos qué despertó la insurrección (las motivaciones se sumergen casi completamente en la narración).

Al inicio de la película, la música de cuerdas de Shostakovich y un vistoso cuadro del pintor Omar Rodríguez-Graham (Sólo los muertos han visto el final de la guerra) recuerdan que el arte es a la vez un documento de civilización y de barbarie. (De hecho, el cuadro de Rodríguez-Graham es una bella alegoría de las fuerzas sociales convertidas en movimientos de color).

Sólo que los canales que unen ambos elementos de la ecuación no son visibles. Por ejemplo, los “ricos” no saben que su aliado, el ejército, está detrás de los secuestros de algunos jóvenes de sus propias familias (entre ellos, la novia de la boda inicial). No sabemos mucho más; como en las cintas de George A. Romero, es difícil dialogar con uno de los soldados o con alguno de los “anarquistas”.

En esos intentos de comunicación creo que es donde más se refleja la irracionalidad del otro. Estas ideas no están expuestas en la cinta ni podrían ser asumidas por algún personaje en particular, pareciera más la ideología de la narración: una visión social que se acerca a las teorías de la conspiración. Sólo que, a diferencia de la conspiración paranormal, ésta es una teoría social de la conspiración: He aquí la gente trabajadora, pero quién sabe si detrás de esa apariencia educada no se encuentra una conspiración en marcha…

Por otra parte, podría pensarse que la clase alta es presentada de manera esquemática, pero no es así. En su hábitat favorito (las fiestas), esta clase es expuesta de forma suficientemente compleja: la indiferencia por el mundo social, los tratos y favores mutuos, las relaciones de interés, el despotismo, pero también el discreto encanto del buen gusto… Llama la atención que, más que el machismo, pareciera que hay una desconfianza entre madre e hija. Para sacar dinero de la caja fuerte y ayudar a un ex trabajador de la casa, la hija prefiere salir de la fiesta con su tarjeta de crédito antes que pedirle a su madre la combinación. Sin embargo, esta relación queda inexplicada, ya que no se abunda en ella, como tampoco se abunda en otras relaciones familiares, dentro de una familia que de cualquier forma muestra vacíos en la confianza y la comunicación.

De igual modo, la fotografía de la cinta es indiferente a los personajes en su individualidad. Los presenta en su angustia, en su desprecio por sus semejantes, pero destaca dos representantes de las clases antagónicas: la joven novia y su ama de llaves. Ambas se reflejan en su solidaridad, pero su relación está subsumida en la dialéctica del amo y el esclavo, parecida a la de Cleo en la película Roma, lo que significa que no hay una clara libertad, por ejemplo, en la solidaridad del ama de llaves y su hijo que pretenden ayudar a la liberación de la novia, porque es lo que se espera de su posición en el mundo social.

Al final, de todas maneras, serán condenados todos por el nuevo poder. A mitad de la cinta aparece un General que juega un doble papel: el de Ministro y el de encubridor de los abusos militares contra la población privilegiada (algunos militares se dedican a secuestrar jóvenes ricos para pedir repetidos rescates a sus familias).

Este misterioso personaje parece el vínculo entre los distintos orbes de la cinta (el levantamiento social, el poder político, la clase alta) y parece ser el único que comprende lo que ocurre en la cinta, aun cuando no nos comunique nada más que su seguridad. En distintos grados, hay cintas contemporáneas que pretenden explicar de distintas maneras al otro, al extraño que habita en otra clase social: Nosotros los nobles, Roma, Parásitos y la que me parece extrema en su intento de criminalizar a los pobres, Cafarnaúm.

Son distintos grados en el intento de comprensión del otro. En este caso, más que comprensión o incomprensión, es la violenta puesta en contacto de dos mundos. Algunos personajes logran humanizarse, no así la multitud, pues la colectividad parece tragar la individualidad y apenas pueden destacarse algunos rasgos de los personajes, rasgos incapaces de lograr una personalidad.

En sus virtudes y en sus defectos, esta cinta me parece bien sintetizada por el cuadro de Rodríguez-Graham: son los violentos trazos de un momento que no se alcanza a comprender, de dos mundos que se entrecruzan con violencia, incomprensibles también entre sí, aun cuando se logren vislumbres de algunas personalidades individuales.

Fermentaciones de las ideas anteriores en forma de Post scriptum

P.S. 1 De estas ideas brotan otras, se frotan entre sí. Algo no resuelto, que sólo se puede inferir, es la relación entre los manifestantes y el ejército. Si bien no hay constancia de una colusión, no se observa ningún acto de represión en contra de esas masas, como sí ocurren los secuestros contra los hijos de la clase acomodada.

El General se ocupa de ocultar los abusos militares y la película muestra la creación de chivos expiatorios sacados de entre la gente inocente. Se trata de uno de los huecos de la narrativa, una laguna que impide saber a ciencia cierta si se trata de un movimiento espontáneo o planeado desde el poder.

P.S. 2 Rastreando en el cine, se puede llegar a El gran calavera (Luis Buñuel, 1949), en que se hace creer a una familia que el padre millonario se ha arruinado. Ideología y determinismo económico: las dos fuerzas que nos impiden salir de nuestro sitio en la sociedad. Lo creemos eterno, invariable. Pero a largo plazo es evidente que las clases no son impermeables. Nosotros los nobles, por ejemplo, son una muestra del nuevo rico, filtración en la sociedad mexicana.

Y Parásitos, cinta coreana, representa otra cinta de gran ambigüedad: dependen de quiénes sean los “parásitos”. ¿Los burgueses de la cinta, parásitos del capitalismo estadounidense?, ¿los empleados, parásitos de la burguesía? El único parásito innegable es el personaje encerrado en un sótano, al cual se alimenta en secreto.

Es el inicio de la cadena: en este caso sí es el inicio de una serie de relaciones que son guiadas por la persecución de una idea fija de los personajes: encajar. Encajar puede ser la disyuntiva que lleva a la tragedia o a la comedia de enredos. Parásitos sería el lugar en donde ambas se encuentran, de manera trágica, en una cinta en que el pensamiento conservador se disfraza de discurso crítico (lo que quizá explique el gusto con que la industria cinematográfica estadounidense la recibió).

P.S. 3 El cuadro de Rodríguez-Graham es la imposición de la forma y el color sobre el contenido, aunque el pintor homenajeado en el cuadro que sirve de fondo a Nuevo orden es Giambattista Tiepolo (1696-1770), pintor italiano que viajó a España, invitado por Carlos III: retratista de corte. Sus colores, claros y brillantes, son los que resalta Rodríguez-Graham, quizá bajo esta pintura está, desdibujada, la corte, la aristocracia. Tiepolo, pintor del otoño de la aristocracia, puede ser el símbolo de fondo. De tal modo que la familia que tiene en su sala un cuadro inspirado en ese mundo dieciochesco antes de su derrocamiento, no sabe contemplar la obra de arte que consume. Más cosas se me ocurren, pero no las dejaré crecer para que no sea mi mente sólo una representación más de formas sin sentido sobre un planteamiento que pretendía perseguir.

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