De Norte a Sur

Diputados en venta: el “pluralismo” que tanto añora Enrique Krauze


unogermango

24 julio, 2020 @ 9:52 pm

Diputados en venta: el “pluralismo” que tanto añora Enrique Krauze

Enrique Krauze, tan inteligente para venderle sus servicios a los gobiernos, tiene un pésimo timing político. Hace apenas una semana, junto con sus amigos, gastó su dinerito para publicar un comunicado donde invitaba a los partidos políticos a “recuperar el pluralismo político”; poco después, el viernes 24 de julio, Emilio Lozoya declaraba que, con sobornos, se compró el voto de varios diputados para que aprobaran la reforma energética de Enrique Peña Nieto. El “pluralismo” que provoca tanta nostalgia en Krauze y compañía, siempre estuvo a la venta. De todos los sobornados, el nombre más sonado fue el de Ricardo Anaya, excandidato presidencial a quien López Obrador llamó “Ricky Riquín Canallín”, por su afecto al dinero fácil.

Enrique Krauze tiene las peores lecturas políticas de la realidad porque nunca necesitó analizarla; no alcanza a ver más allá de sus libros de historia porque el dinero le produjo miopía social. Ningún intelectual del mundo hubiera hecho un llamado a “recuperar” las viejas tradiciones políticas mexicanas, cuando México es una víctima de sus partidos políticos. Enrique Krauze es tan ignorante de su país como lo son sus amiguitos, con los cuales publicó su berrinche llamado “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”: Héctor Aguilar Camín, Roger Bartra, Jorge Castañeda, José Woldenberg y otros. Los intelectuales del poder perdieron su olfato político. O quizá, nunca lo tuvieron.

Carta de “intelectuales” para formar alianza contra AMLO y Morena.

El “pluralismo”, esa melancolía de Krauze

Desde antes de ser aprobada, la reforma energética tenía conflictos de interés. Decenas de políticos priistas y panistas estaban listos para incursionar en el negocio de las energías mexicanas. Pero, desde mucho tiempo atrás, existía un temor a ser marginado por intentar vender el mayor bien de la nación. Tenía que llegar a la presidencia Enrique Peña Nieto y sus amigos sin escrúpulos, Luis Videgaray Caso y Emilio Lozoya Austin, para realizar un acto tan antimexicano. Sin embargo, para modificar la constitución necesitaban votos de legisladores. Votos, muchos votos. Y para conseguirlos, decidieron invertir mucho, mucho dinero. Lo que pensaban comprar era lo único que mantenía la soberanía del país: sus energéticos.

La compra de “voluntades” fue un secreto a voces. Políticos de todos los partidos votaron a favor de la reforma energética, aunque, en teoría, tenían diferencias ideológicas o eran de la oposición. Fue un día de fiesta. En la Cámara, reían mientras decían, micrófono en mano, “a favor”. Por unos pesos, le estaban entregando a empresas extranjeras los bienes que le pertenecían a los ciudadanos. Traicionaron a los mexicanos por dinero.

El sexenio de Enrique Peña Nieto fue la gota que derramó el vaso. La corrupción descarada de gobernantes y funcionarios terminó de convencer a la población de la necesidad de cambiar a sus dirigentes. Aunque durante meses se planeó un nuevo fraude electoral, nada pudieron hacer porque era imposible esconder treinta millones de votos a favor de Andrés Manuel López Obrador. El apoyo masivo a éste cambió una de las reglas más importantes de su juego: la impunidad transexenal.

En el equipo de Enrique Peña Nieto hubo fisuras. Una de ellas, fue la de Emilio Lozoya con Luis Videgaray y eso se volvió un peligro. Cuando el nuevo gobierno detectó la forma de acusarlos por robo a la nación, dejaron solo a Lozoya, el eslabón más descuidado de la trilogía corrupta. Videgaray se alejó del escenario político y Peña Nieto se dedicó a viajar con su novia mientras su examigo era buscado por la Interpol. Tremendo error, porque Emilio decidió que no caería solo.

La primera declaración pública de Emilio Lozoya es la forma en que compró los votos para conseguir la reforma energética. Todos los mexicanos recuerdan que, en ese entonces, la amistad parlamentaria fue llamada “Pacto por México”. Peña Nieto se erigía como el salvador del país y todo era felicidad. Las primeras palabras de Lozoya clarifican ese pacto: fue hecho con dinero sucio, dinero de sobornos, millones de dólares pagados para aniquilar la soberanía energética.

Imagen. Revista Time

En su documento “Contra la deriva autoritaria…”, Enrique Krauze y sus amigos desbordan su emoción al pedir una alianza entre partidos políticos para “reestablecer el verdadero rostro de la pluralidad”. Les pide a los mismos partidos políticos que vendieron su voto, a los mismos diputados que a cambio de dinero malbarataron los bienes de la nación, le pide a varias bandas de ladrones que se unan para “regresar” a la pluralidad democrática, un pluralismo que se cae cuando les ponen dinero enfrente.

El silencio de los abajofirmantes

Ahora, hay un silencio vergonzoso de los firmantes de ese comunicado. Aún no saben cómo van a responder ante las delaciones de uno de los suyos. Por supuesto, es fácil menospreciar las declaraciones de Emilio Lozoya porque no tienen un respaldo acusatorio. Sólo son palabras de alguien que no quiere caer solo, porque no hay ninguna investigación al respecto. Aunque saben bien que una respuesta de este tipo los coloca en la misma escala intelectual de los políticos del Partido Acción Nacional, quienes ya respondieron exactamente eso.

Imagen: aristeguinoticias.com

Qué sonoro es el silencio de los abajofirmantes. Con qué facilidad malbarataron su prestigio algunos de ellos, porque de otros, su reputación era la de poner su pluma al servicio del dinero. Jean Meyer salió del clóset académico y se convirtió en un redactor de pataletas; José Woldenberg por fin aceptó su amistad fraternal con políticos mafiosos; Antonio Lazcano, tan brillante, malgastó su prestigio para denostar a quien se metió con sus amadas, y corrompidas, instituciones científicas; y Javier Sicilia, pobre poeta, terminó aliado con los peores gángsters con la idea ridícula de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, pero no, poeta: tus nuevos amigos son los enemigos de todo un país.

“El pluralismo”, el corazón de su documento, resultó ser una farsa. Cualquier analista político lo sabía; medio México estaba enterado del coraje de Emilio Lozoya contra todos aquellos que lo abandonaron apenas cayó en desgracia. El pluralismo que tanto añoraban resultó ser un producto a la venta. Su carta, su “defensa de la democracia”, es un fraude, una engañifa para incautos, para mentes débiles y blandengues políticos. Pero el peor fiasco son ellos mismos, los intelectuales abajofirmantes, cuyo intelecto no les dio para hacer una lectura política básica: México no quiere regresar al pasado.

Editor de contenidos en la Revista Consideraciones. Profesor de la UNAM y estudioso del comportamiento de los gatos. El lenguaje lo es todo.

Un comentario
  1. […] Aguilar Camín y sus intelectuales de televisión no supieron leer los tiempos políticos actuales. … pero su privilegiada posición editorial los proveía de una confianza desproporcionada. El Partido Revolucionario Institucional –antiguo protector de Aguilar Camín– por ejemplo, trata de reagruparse con un perfil disimulado, con el objetivo de no desaparecer del ámbito político. Un partido colmilludo, sagaz y sin escrúpulos, sabe cómo permanecer vivo. Pero el grupo de intelectuales inflados de la revista Nexos no tiene idea de cómo enfrentarse a la vida sin el dinero de los contribuyentes fluyendo por sus bolsillos. […]

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