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¿Cuál ha sido el papel de las Iglesias ante Covid-19?


27 mayo, 2020 @ 7:51 pm

¿Cuál ha sido el papel de las Iglesias ante Covid-19?

Ariel Corpus*

La sana distancia y el cuidado del Nosotros

La contingencia actual propiciada por la COVID-19, todos tenemos una responsabilidad que asumir en el cuidado de unos a otros. En relación a ello, la sana distancia ha funcionado como una medida de prevención dirigida a evitar el contacto social en aglomeraciones públicas, situación bastante complicada para la vida contemporánea de cualquier ciudad, pues hay múltiples espacios de convivencia y sociabilidad que implican la cercanía y el contacto. Frente a esta situación nos queda cumplir en la medida de las posibilidades las disposiciones de salud, a efecto de velar por las personas y grupos que más riesgo corren de enfrentar complicaciones causadas por el Coronavirus

No obstante, las responsabilidades son compartidas: del gobierno, quien toma las medidas de control; del sector empresarial, que para sus empleados debe tomar las respectivas medidas sanitarias y económicas a efecto de garantizar su seguridad y salud; y, también, de distintos grupos de la sociedad, de las instituciones y de todos los actores sociales que por su influencia cobran relevancia en este contexto.

Las iglesias y la Covid-19

Una de estas instancias son las iglesias de distinto cuño, tanto en su nivel institucional como en la pluralidad de expresiones que se representan a través de las devociones, prácticas y sentidos de pertenencia. Sabemos que para los grupos religiosos la vida colectiva es muy importante, pues sus expresiones de fe y devoción son, en gran medida, comunitarias y por lo tanto de proximidad.

Desde el inicio de contingencia, muchas iglesias decidieron suspender sus actividades o bien realizarlas de modo virtual. En Semana Santa se atestiguó los cultos virtuales por Facebook Live, Zoom y Skype, e incluso una versión de La Pasión de Iztapalapa sin asistentes. Sin embargo, otro tanto de estas instancias religiosas no lo hicieron o lo hicieron muy tarde. Con ello mostraron cierta indiferencia hacia las medidas sanitarias, al exponer a su feligresía a un contagio masivo.

En su momento, algunos liderazgos religiosos -como el de CONFRATERNICE-, dijeron que no era relevante suspender sus actividades, que éstas siguieran con normalidad. Por el lado de las prácticas, vimos como a final de mes abril, y pese a la contingencia, distintos jóvenes se congregaron en el templo de San Hipólito en la Ciudad de México para bendecir sus imágenes de San Judas Tadeo.

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Imagen: bbc

Obispo de Cuernavaca mencionó que la Covdi era un castigo divino

Pero esta la responsabilidad no sólo incluye la necesaria interrupción momentánea de prácticas comunitarias, también recae en los imaginarios que se construyen sobre la COVID-19. Algunos líderes religiosos -particularmente el obispo de Cuernavaca- señalaron que la pandemia actual es consecuencia de la ira divina que busca castigar a la sociedad por tomar un camino equivocado al promover la interrupción legal del embarazo, el matrimonio igualitario y distintos derechos de este tipo. Otros, por su parte, toman como base las teorías de la conspiración para señalar que la COVID-19 no existe, y es un invento del gobierno; o bien, que esta enfermedad es parte de un plan orquestado para la instauración de un nuevo orden mundial rumbo al cumplimiento profético de los textos sagrados.

Bendiciones desde el helicóptero

En los medios de comunicación, también se observó al arzobispo de la Arquidiócesis de Toluca, subir a un helicóptero, y desde el aire bendecir a la población de todo posible contagio.

Este tipo de aseveraciones y prácticas pueden llegar a ser contraproducentes para aplanar la curva de contagios, ya que propician una sobreconfianza que puede llegar a ser perjudicial para los creyentes y sus familias, pues usualmente éstos confían en sus líderes e instituciones a las que pertenecen. De ahí la importancia de que los grupos religiosos tomen las medidas respectivas para el cuidado mutuo entre su feligresía.

En este escenario, la “nueva normalidad” de la que tanto se ha insistido, marcará la pauta para repensar las prácticas de devoción y formas de culto comunitario. Los grupos religiosos tienen el reto de adaptarse para coadyuvar a reducir la curva de contagios, fomentar entre su feligresía información adecuada a efecto de evitar todo posible rebrote y, de ser su interés, adaptar sus interpretaciones religiosas desde un marco de conocimiento adecuado y no de teorías de la conspiración (en este último punto, será interesante ver si algunas iglesias van a resignificar la práctica de sanación).

El reto de las Iglesias en la “Nueva normalidad”

Apenas unos días atrás, en la Ciudad de México se difundido el “Plan gradual hacia la nueva normalidad”, este plantea que para el mes de agosto los servicios religiosos tengan una afluencia del 30%, mismo que aumentará al 60% en septiembre. ¿De qué modo las iglesias responderán a ello? ¿Cómo se podrá, en las devociones de carácter populares, controlar sólo un porcentaje de asistencia?

Finalmente, aunque sabemos que la religión permite ordenar el mundo frente a la incertidumbre y establecer un marco de comprensión y acción, toda instancia o grupo que se congregue a partir de un marco de creencias deberá que ser responsable, pues muchos de los actos y los dichos, lo que hacen y dicen, puede tener consecuencias sobre la gente que ha depositado la confianza en ellos

 

*Antropólogo, candidato a Dr. en Antropología por la UNAM

Espacio para nuestros colaboradores ocasionales, quienes amablemente nos comparten sus reflexiones. En la Revista Consideraciones caben todas las opiniones.

Un comentario
  1. Eduardo

    La religión no puede ordenar al mundo frente a la incertidumbre, cualquier actitud que promueva supersticiones en lugar de conocimientos promueve el desorden.

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