Internacional

Se está cerrando un capítulo en la Historia Universal


12 abril, 2020 @ 4:37 pm

Se está cerrando un capítulo en la Historia Universal

Miguel Antonio Vilchis Garcés / mavilchisgarces.95@gmail.com

El ataque a las Torres Gemelas en 2001

El once de septiembre del 2001 es un punto de inflexión en la historia contemporánea. Ese día por primera vez, desde Pearl Harbor, los Estados Unidos habían sido atacados en su territorio continental poniendo en duda la percepción de invulnerabilidad nacida a raíz de la caída de la Unión Soviética y afianzada con el pavoneo de su renovado músculo militar que había olvidado la retirada de Vietnam, mostrando así sus capacidades tácticas y tecnológicas en las operaciones emprendidas en Medio Oriente, América Latina y en los Balcanes durante las últimas dos décadas del siglo XX.

El simbolismo del ataque es trascendental, la visión más general que existe de aquel evento son las Torres Gemelas del World Trade Center, ícono del orden económico global y símbolo inequívoco del corazón de la ciudad emblema de la prosperidad estadounidense, envueltas en llamas con personas adentro para finalmente colapsar aproximadamente una hora después de ser impactadas, cada una, por aviones comerciales con pasajeros a bordo.

Guerra contra el terrorismo

En medio del horror y del shock mundial, con ella se derrumbaban las esperanzas del discurso de la globalización en el contexto de la post guerra fría, que prometían el multilateralismo, el desarme global y el fin de los conflictos bélicos. A partir de ese momento la política exterior estadounidense, que con Bill Clinton había mostrado un interés por la creación de lazos de cooperación internacional creados a imagen y semejanza de los valores liberales estadounidenses, cambiaba radicalmente por una “guerra contra el terrorismo”, término que resulta bastante absurdo desde el hecho de que el concepto del terrorismo se define como una táctica más no como un discurso o personificación.

Los perpetradores tenían nombres conocidos por el aparato de inteligencia estadounidense, muchos de ellos antiguos servidores de sus intereses, incluyendo al propio Osama Bin Laden. Sin embargo, desde los años ochenta cuando se hizo visible la debilidad soviética, los Estados Unidos ya analizaban la necesidad de aumentar su presencia en Medio Oriente. Antiguos estrategas de la Casa Blanca, al servicio de republicanos y demócratas en “tiempos de guerra” como Henry Kissinger o Zbigniew Brzezinski, en diversas ocasiones, tanto en sus textos y en sus declaraciones, habían expresado la imperativa necesidad estratégica de los Estados Unidos por aumentar su presencia en Medio Oriente.

Nuevos enemigos después de la Guerra Fría

La razón detrás de este movimiento era ocupar la zona de influencia dejada por la Unión Soviética en Asia Central y su ventajosa posición geoestratégica, además, y mucho más específico, la protección e influencia estadounidense sobre las reservas petroleras más grandes del mundo. Con el pretexto de la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos pudo emprender campañas militares contra Afganistán e Irak, además de intimidar y poner en rango de ataque a sus demás adversarios en la región y a nivel global.

En medio del fervor nacional renovado por la guerra, el gobierno de Bush y de la mano del presidente de la Reserva Federal, Allan Greenspan, emprendían acciones para la desregulación de los mercados bursátiles que habían comenzado desde la administración Clinton, teniendo de ejemplo la derogación de la Ley Glass-Steagall en 1999. Estas acciones pondrían las bases de la burbuja inmobiliaria derivada de los créditos suprime y que detonaría la crisis del 2008, de la cual aún sentimos sus efectos.

Imagen: Associated Press

Erosión de la hegemonía de EU

Las victorias pírricas de Estados Unidos en Medio Oriente dañaron su credibilidad internacional y la de los organismos formados por sus antiguas aliados, como la OTAN, la Unión Europa y las propias Naciones Unidas; empezando así los cuestionamientos sobre la fiabilidad y conveniencia de dichas organizaciones. Al mismo tiempo, China, que había ingresado a la OMC en diciembre de 2001, había crecido en su grado de importancia en el orden de las Cadenas Globales de Valor, y por tanto también en su voz y voto, aumentado así una percepción de enfrentamiento y desafío a la imagen estadounidense de hegemonía.

Un enemigo mayor e invisible

Hoy, Nueva York nuevamente se encuentra asediada. La cifra de muertos por COVID-19 ya supera a los fallecidos en los trágicos ataques terroristas. Sin embargo, a diferencia de aquel entonces, los Estados Unidos han perdido notoriamente la capacidad de liderazgo que tenían. La situación por la actual pandemia llega agudizando los efectos de la crisis económica del 2008, denotando la fragilidad de las sociedades altamente conectadas e informadas, que a pesar de su tecnología y sofisticación no les es posible frenar a un enemigo tan insignificante.

Covid-19, menos mortal que anteriores pandemias, pero de mayor impacto contemporáneo

Es cierto que la COVID-19 no es una enfermedad con un grado de mortalidad tan grande como otras pandemias que ha sufrido la humanidad, pero ha logrado lo que el terrorismo nunca logró: paralizar de forma completa o parcial a todas las sociedades del mundo, logrando detener de manera parcial o indefinida el sistema económico y productivo, creando un caos e incertidumbre cuyo único precedente es la Segunda Guerra Mundial.

Los efectos económicos de esta crisis en el largo plazo aún son inciertos, aunque existe la opinión generalizada de que el mundo de antes quedó atrás, poniendo fin a la llamada “era del terror”, donde debido a un miedo incierto a una amenaza un tanto incomprensible pero basada bien basada en el miedo, estábamos dispuestos a gastar cantidades exorbítales en sistemas de defensa y vigilancia diseñados para violar las libertades individuales que defiende el discurso liberal, mientras sus voceros dejaban caer los sistemas de salud y de infraestructura social junto con las condiciones salariales y todas las entelequias meritocráticas.

Por otra parte, es probable que el agravamiento de la situación actual despierte nuevas amenazas extraestatales o agravar las existentes, empeorando la situación actual de las capacidades de gobernabilidad de los Estados y sus agotados modelos nacionales, sin olvidar las tensiones existentes entre ellos. Ya se dice que la pandemia del COVID-19 es la “guerra de nuestra generación”, pero puede que esta aún no haya llegado.

Mientras tanto, puede que la pandemia selle este ciclo que comenzó en los grises escombros del World Trade Center, triste postal de Nueva York ahora reemplazada por trajes y camillas blancas como signo del, otra vez, epicentro de la crisis.

Espacio para nuestros colaboradores ocasionales, quienes amablemente nos comparten sus reflexiones. En la Revista Consideraciones caben todas las opiniones.

Un comentario
  1. Percy Sánchez Jiménez

    Excelente recopilación de los acontecimientos que precedieron a esta crisis. Sin duda, la supremacía de EEUU está llegando a su fin, el atentado del 2001 desnudó su la vulnerabilidad de su espacio aéreo y civil, y ahora está pandemia desnuda la paupérrima reacción de sus autoridades en materia de salud. Saludos para el autor.

Comentarios cerrados.

Deja un comentario