Internacional

Ni el fin del neoliberalismo, ni de la democracia en AL


5 noviembre, 2019 @ 8:40 pm

Ni el fin del neoliberalismo, ni de la democracia en AL

Daniel Moreno

El presente latinoamericano se nos revela como una mezcla de tragedia y esperanza: una mañana nos despertamos con un Ecuador en el que Lenin Moreno ha declarado estado de excepción. Días después, por redes sociales, circulan imágenes de los carabineros de Chile cometiendo toda clase de abusos contra la población. Más tarde, las elecciones en Bolivia se oscurecen bajo acusaciones de fraude. Y, en todos los casos, la ciudadanía, conjunto de héroes anónimos, resiste, pese a todo.

Ante este confuso panorama, sobran los agoreros y los triunfalistas: en donde unos ven la quiebra de las democracias o la ruptura del orden constitucional, otros señalan el fin del neoliberalismo o la Primavera latinoamericana. Quizá sería mejor imitar la prudencia de Edmund Burke y “suspender nuestro juicio hasta que la primera efervescencia haya aplacado un poco, hasta que se disipe el licor y veamos algo más profundo que la mera agitación de una superficie espumosa”. Y sin embargo, entre esa efervescencia son pertinentes algunas anotaciones:

  1. Falsos paralelismos. Las protestas que han estallado en América Latina no pueden considerarse como una ola impulsada por la misma fuerza motriz, a lo sumo existen rasgos similares. En Ecuador y Chile, por ejemplo, la población se movilizó contra las medidas económicas de corte neoliberal que cada gobierno ha aplicado. Pero en Bolivia fue distinto, las movilizaciones estallaron luego de celebrarse elecciones en las que el sistema falló a la hora de dar certeza al proceso electoral.
  2. Prácticas autoritarias. Frente a los actos de protesta de la ciudadanía, los líderes dejaron de lado la democracia y manejaron pésimamente sus respectivas crisis: respondieron con la represión, la violación a los derechos humanos y las declaraciones precipitadas (“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, dijo Sebastián Piñeira).
  3. Crisis económica. América Latina experimenta una desaceleración económica que afecta, de forma desigual, a los países de la región. Y ello parece ser uno de los detonantes de la convulsión política, aunque los matices son importantes. En Ecuador y Chile, se ha considerado que las protestas expresan, en el fondo, el rechazo al modelo neoliberal. Tal lectura es inadmisible en el caso de Bolivia y de Venezuela. Evo Morales, al menos discursivamente, se declara antineoliberal, y lo que se le reclama es su pretensión de perpetuarse en el poder. Mientras que las protestas en Venezuela se alimentan de la cada vez más desesperada situación económica y claman por un gobierno democrático. En Argentina, las elecciones sirvieron como válvula de escape ante el fracaso económico del gobierno de Macri.
  4. La búsqueda de un culpable. Es cierto que Venezuela ha perdido la senda de la democracia y que ha tratado de retener lo más posible la anterior influencia que tuvo en el continente, bajo el liderazgo de Chávez; también es verdad que el Correísmo sigue latente en Ecuador, pero es propio de teorías de la conspiración creer que esos dos actores maquinaron, casi perversamente, la inestabilidad que azota a América Latina. Oportunismo puede haber, pero no un plan perfecto.

He renunciado a ofrecer una explicación total, porque temo el peligro que acecha a todo científico social: la urgencia por explicar, la zozobra por entender, nos podrían conducir a sumarias y falsas interpretaciones de hechos que no acaban de suceder. Se trata del eterno presente. A la distancia, bajo la trágica sucesión de los días, contemplaremos la situación que atraviesa América Latina como una página más nítida de la historia.

Imagen: NoticiasRCN

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