“Se trató de evitar un derramamiento de sangre”: AMLO
Rafael Maqueda
La claudicación del Estado frente al crimen organizado tiene un costo social muy alto que hemos pagado todos los mexicanos desde hace varios años. Habrá quien, por filias o fobias políticas, pueda celebrar el terror generado por el narcotráfico, la incertidumbre de los niños en medio de las balaceras, el miedo de todos a las imágenes de la violencia. Pero tarde o temprano todos pagaremos esa sonrisa socarrona que ya se dibuja en el rostro de varios personajes de la farándula política.
No debemos olvidar que la actual descomposición del Estado es producto de décadas de corrupción; la intromisión del crimen organizado en las instituciones mexicanas encargadas de la seguridad nacional, empezó en el sexenio de José López Portillo, a través de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), pero se fue agudizando con los siguientes gobiernos priistas y panistas. Como olvidar la escena cuando se intentó detener al primer gran capo mexicano, Rafael Caro Quintero, en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara, en 1985, mientras huía hacia Costa Rica, gracias a que portaba una charola con su nombre y foto de la DFS.
Revertir estos cuarenta años de simbiosis entre el crimen organizado y las instituciones del Estado mexicano, no será nada fácil. Cada paso debe ser contundente, pero también bien planeado. Es por eso que la confirmación sobre la liberación de Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, tendrá un costo político para el movimiento que llegó al gobierno.
La seguridad debe ser una prioridad para este gobierno. Si no se resuelve esa demanda social, habrá que denunciarlo, exigir que se cumpla con lo prometido, reprocharlo en la calle, en las urnas si es preciso. Pero lo que tampoco podemos pasar por alto, es que el odio de algunos opositores al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los ha cegado, los ha llevado a celebrar los golpes del crimen organizado contra el Estado. Prefieren ver postrado al país, que reconocer los aciertos de la cuarta Transformación.
“La decisión de soltar a Ovidio Guzmán, fue para evitar un derramamiento de sangre innecesario, evitar la muerte de gente inocente, pues hubo una reacción muy violenta por parte de los grupos criminales, y lo que prioriza nuestro gobierno es preservar la vida de la gente. No somos una dictadura, y tampoco es cierto que con esta acción se vulnere al Estado. Esos grupos no se pueden fortalecer, pues sólo son sicarios. Esto es un proceso. No hay impunidad, pues no hay contubernio entre delincuencia y autoridades.” Mencionó Andrés Manuel hoy, en su conferencia matutina.
Pero al resto de los mexicanos que deseamos recuperar nuestra seguridad, nos preocupa que haya acciones militares sin eficacia. Ya nos merecemos un país en paz, sin miedos.