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La dignidad – Treinta años de zapatismo


1 enero, 2024 @ 7:09 pm

La dignidad – Treinta años de zapatismo

El alzamiento zapatista ha generado, en una élite mexicana que ha naturalizado su insensibilidad, más irritación que los mismos crímenes que lo originaron. En esa asimetría de indignaciones encontramos la explicación más llana al “fenómeno” del zapatismo. Aunque la dignidad no sea un asunto para quienes tienen la suya garantizada. O peor: sostenida sobre las espaldas de otras gentes.

Muchos de los que “analizan” el zapatismo descartan la variable de la dignidad. En un mundo donde el éxito se mide en valores materiales e indicadores que establecen “la salud de los mercados”, la dignidad no es un patrón relevante. Quizás porque muchos de los que la desprecian jamás han visto la suya propia comprometida. Quizás por cínicos. Quizás por estrategia: la crítica al capitalismo debe ser suprimida o desvirtuada allí donde surja con sustento. Quizás por el viejo temor al espejo: aquellos que se autonombran el baremo moral de la sociedad encuentran muy desagradable la congruencia zapatista, que desprecia las reglas inmorales del poder. Quizás por inercias de clase: esas que permiten el desprecio automático de las reivindicaciones de los pobres, de los pueblos, de los indígenas. De aquellos que se resisten a aceptar que su destino sea el del sometimiento.

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Imagen: Proceso

En Chiapas, como en tantas otras regiones de este país injusto, se han naturalizado los horrores. Uno de ellos es el racismo; que practica la sumisión, la explotación, el desprecio por el distinto. Las poblaciones indígenas pueden ser despojadas, desplazadas, sus mujeres o niñas violadas, asesinadas estando embarazadas. Pueden seguir siendo amenazadas hoy por alcaldes o finqueros como si cuatro siglos no hubieran arrojado progreso alguno en las relaciones sociales. Y frente a este crimen poco ocurre en miles de consciencias. En cambio: cuánto molestan a esos miles de consciencias los reclamos indígenas. Ni hablar de su alzamiento en armas, hecho elemental de autoprotección; o su mirar al rostro de los patrones con “ínfulas” de igualdad. Esa “osadía”, para muchos, exigía o sigue exigiendo el escarmiento, el asesinato o el exterminio.

El éxito de la autonomía zapatista, siempre relativa y amenazada, no se mide sin las variables de la justicia y la dignidad. No se mide bajo la lógica de losers o winners; no se juzga sólamente con la rentabilidad. Se juzga en coraje. Y en orgullo. Y si alguien sonríe ante estas “excusas”, o “valores trasnochados”, y reclama algún tipo de “accountability”, es que sigue sin entender no sólo al zapatismo, sino al individuo humano.

El éxito del zapatismo se mide también en consciencia social. Su aparición y su tenacidad no son sólo una fecha en la Historia de México. Son una prueba más de que la dignidad, la justicia, el anhelo de libertad, nunca podrán ser erradicados del alma humana.

Entre las grandes lecciones que nos han dado hay una que irrita particularmente al establishment económico, sostenido en sus bien instaladas falacias: no hay destino individual sin destino colectivo.

Hace muchos años vi a los zapatistas a los ojos. Escuché su mensaje sin intermediarios. Me maravilló su conducta ética, la forma en que habían combinado en sus corazones dos elementos aparentemente contradictorios: una fuerte identidad y a la vez el respeto a los diferentes. Un mundo donde quepan muchos mundos. Así nos dijeron.

¿Los idealizo? Acaso un poco. Pero su voz y su orgullo son tan raros como emocionantes en un mundo que propone, cada día con mayor crueldad, descartar a grupos humanos enteros como si fueran basura orgánica.

Querido analista que hoy le exiges cuentas al zapatismo: ellos ya rindieron la más importante, y no es la que tiene que ver con su destino práctico, jurídico o material. Mira el espejo que los zapatistas han instalado en esta sociedad, ¿qué ves allí?, ¿cómo es que este país ha podido humillar, despojar y asesinar a sus indígenas?, ¿cómo harás ahora para justificar la indiferencia? Es un espejo ineludible. Así pues el zapatismo tiene mucho más que ver contigo de lo que creías. Cuando los analizas a ellos, indefectiblemente debes analizarte a ti mismo. Esa es su gran lección. Por eso no podrán ser olvidados.

La dignidad, apreciado analista, allí está la clave que se te estaba escapando. La dignidad: ese rubro que no puede ser descrito en cifras.

Músico y escritor nacido en Argentina en 1967. Desde 1980 vive en México, país que le dio refugio. En los 90s fundó la banda chilanga El Juguete Rabioso. Este grupo le permitió recorrer México y conocerlo a fondo. Hoy lidera La Subversión, su proyecto solista de canciones. Ha publicado poesía y narrativa. En 2019 Penguin Random House publicó su “Diario negro de Buenos Aires”. Una novela corta sobre el regreso fallido al origen. Participa activamente en la discusión pública en redes sociales, desde una postura de izquierda