El sueño (de un sindicato único) aún no ha terminado
El movimiento magisterial de masas en la Universidad Nacional, tuvo sus inicios, auge y descenso entre 1974 y 1980. Durante esos seis años se transformó para siempre la vida laboral académica dentro de la máxima casa de estudios. Y es en ese periodo de tiempo donde se encuentra la explicación de la actual vulnerabilidad laboral de los profesores e investigadores que no son de carrera o tiempo completo.
Inicios
En la década de los sesenta se depreció sobremanera el poder adquisitivo de los trabajadores administrativos y académicos, ya que no hubo incremento salarial durante varios años. En el rectorado de Ignacio Chávez (1961-1966) se llevó a cabo una reforma académica de gran calado que incluyó los primeros Estatutos para regir la vida laboral de los profesores, investigadores y trabajadores administrativos.
En 1962 se aprobó el Estatuto de Investigadores y en 1963 el de Docentes. En el rectorado de Pablo González Casanova (1970-1972) quedó integrado en 1971, como un solo Estatuto del Personal Académico; sin embargo, el Estatuto definitivo que rige en lo general, hasta el día de hoy, se aprobó en 1974, durante el rectorado de Guillermo Soberón Acevedo (1973-1981).
La carestía económica, la vulnerabilidad laboral, principalmente de los profesores, la influencia del movimiento de los médicos en 1965, el movimiento estudiantil de 1968, pero sobre todo, la huelga de los trabajadores administrativos organizados en el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM) de 1972, despertó la conciencia de miles de académicos que empezaron a demandar mejores condiciones económicas y laborales.
En 1974 se fundó el Sindicato de Profesores y Académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (SPAUNAM), dando inicio al movimiento magisterial de masas, y en respuesta a la aprobación del Estatuto del Personal Académico de ese año, por el Consejo Universitario.
La chispa de la rebelión cundió sobre todo en los recién creados planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades, al igual que otras Escuelas y Facultades como Economía, Preparatoria Nacional, Ciencias Políticas, Arquitectura, Ciencias, pero no en la mayoría de las dependencias académicas, por lo que hubo un intenso debate acerca de si era oportuno o no la conformación de un sindicato académico.
Al final, ganó la postura de la fundación inmediata de la organización sindical: “Así, ante notario público y en la Facultad de Ciencias de la Ciudad Universitaria, el sábado 13 de julio de 1974 quedó constituido el SPAUNAM, con una afiliación de 1 861 profesores e investigadores” (Basurto, 1997: 111) lo que representaba poco más del 10% del total de académicos (17 mil) en la Universidad Nacional, en esa primera etapa de la organización sindical.
Auge
Su auge fue entre 1975 (con su primera huelga) y 1977 con la huelga emblemática por el reconocimiento como sindicato único (STUNAM) en unidad con los administrativos.
La administración universitaria apostó por el contrapeso con asociaciones de académicos fomentadas desde rectoría y las respectivas direcciones de Escuelas y Facultades. Unas semanas después de la Constitución del SPAUNAM, se fundó en 1974, la Federación de Asociaciones del Personal Académico de la UNAM (FAPAUNAM), que vendría a ser el antecedente de la Asociación Autónoma del Personal Académico de la UNAM (AAPAUNAM).
El SPAUNAM demandó a la Universidad su reconocimiento, pero también la firma de un Contrato Colectivo, en donde se contemplaba la creación de una Comisión Mixta de Adscripción y Promoción, que en esencia se encargaría de regular y transparentar los procesos de admisión, selección y promoción académica, dicho de otra manera, significaba disputarle el control hacia el sector académico y por ende, el control mismo de la institución a largo plazo, lo que hubiera derivado en su democratización posterior.
“El 16 de junio de 1975 estalla la huelga del SPAUNAM, con 46 dependencias paralizadas” (Pulido, 1995: 171), misma que se levantó el 25 de junio, nueve días después. Lo que obligó al rector Guillermo Soberón a discutir con el sindicato académico las condiciones gremiales del personal académico.
Durante esos años hubo distintas manifestaciones, movilizaciones, paros, que convirtieron a los trabajadores administrativos y académicos en los nuevos protagonistas de la vida política dentro de las distintas universidades públicas y algunas privadas de todo el país.
El momento cumbre del sindicalismo en la Universidad Nacional, fue en la conformación del Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), el 27 de marzo de 1977, cuando el SPAUNAM y STEUNAM se fusionan. Evidentemente la rectoría desconoció la creación del sindicato único, por lo que el recién creado sindicato emplazó a huelga para el 20 de junio de ese mismo año.
Como es sabido, la administración universitaria rompió la huelga el 7 de julio con el uso de la fuerza policial. Con un saldo de 531 detenidos y miles de despedidos. A pesar de la represión, el triunfo de la huelga fue posible en gran medida por el respaldo nacional de distintas organizaciones sindicales, políticas y sociales que obligaron al rector Soberón a negociar con el STUNAM.
Descenso y crisis
Su descenso empezó a partir del 13 y 14 de noviembre de 1980, cuando se pierde el recuento del número de afiliados para obtener la titularidad del sector académico. “Participaron 60 dependencias universitarias, con un padrón de 22 mil 414 académicos. Los resultados fueron los siguientes: 7 mil 316 se manifestaron por AAPAUNAM y 6 mil 582 lo hicieron por el STUNAM, la diferencia fue de 734 votos, y se abstuvieron de votar 8 mil 516 profesores.” (Pulido, 1999: 33).
Desde entonces, el papel que ha jugado AAPAUNAM ha sido para contener, desmovilizar y despolitizar al sector académico; quienes son clave para la transformación de la vida universitaria, pero también la vida pública en nuestro país.
La derrota del recuento ha tenido graves consecuencias para la vida laboral de los académicos hasta el día de hoy. La rectoría utilizó todos sus recursos para que AAPAUNAM ganara el recuento de afiliación, pues eso significaba además, desmantelar el más grande proyecto sindical de la dirigencia del STUNAM: el sindicato único nacional de universidades, que hoy tendría un papel de enorme relevancia en la política nacional.
El propio ex rector Octavio Rivero Serrano, quien en 1980 era director de la Facultad de Medicina, sostiene en sus memorias: “A mi regreso de París, estando a punto de las elecciones de la AAPAUNAM o STUNAM como sindicato de los académicos, visité al rector en su casa y le transmití la opinión de mis colaboradores, en el sentido de que no era cierto que estaba ganado el recuento con la AAPAUNAM. A partir de esa reunión, se modificaron algunas cosas, fue muy importante la participación de los clínicos de la Facultad de Medicina y se ganó por pocos puntos. El recuento había sido planeado por la AAPAUNAM, sindicato afín a la rectoría, y desde entonces me di cuenta de lo poco confiable que es un sindicato blanco. Estaban acostumbrados a que se les hiciera el trabajo y mostraron gran incapacidad para mover realmente a lo que ellos llaman las bases académicas.” (Rivero, 2015: 241).
En vísperas de un nuevo recuento
El STUNAM ha intentado recuperar la mayoría de afiliados académicos para lograr la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo del sector, con el objetivo de reivindicar sus derechos laborales y su dignidad política. A inicios de este milenio, se llegó a contar con más de 11 mil afiliados académicos en el STUNAM; sin embargo, el control ejercido por la rectoría no ha permitido la consolidación del sindicato único.
Una de las tácticas ruines es desafiliarlos del STUNAM sin siquiera avisarles desde la administración central, o simplemente castigarlos con ya no darles ningún grupo o asignatura para el siguiente semestre. Recordemos que el 70% son de asignatura, quienes consumen el 30% del presupuesto destinado al salario de los académicos, mientras que el otro 30% son de carrera y tiempo completo, quienes consumen el restante 70% del presupuesto salarial académico, es decir, la brecha de ingreso económico es abismal.
La reciente votación para la legitimación del CCT de las AAPAUNAM, ha vuelto a poner en el debate público la necesidad de reflexionar en torno a la reivindicación laboral de los académicos, quienes manifestaron su inconformidad a través de un abrumador abstencionismo. Y a pesar de que del universo de votantes, ganó el sí para legitimar el CCT, hubo miles de votos en contra, por lo que el tribunal laboral decidió no otorgarle la legitimación, además de que es sabido que esa organización es, desde su origen, un sindicato de protección.
El rechazo mayoritario de los académicos hacia las AAPAUNAM tanto en abstencionismo como en los votos en contra, permitió que el gobierno, a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, negara la legitimación del CCT, lo anterior tiene una consecuencia de carácter político para la Universidad Nacional, pero más en específico, contra la élite universitaria que gobierna la institución, ya que las AAPAUNAM es un instrumento clave (de control) para la gobernabilidad en la UNAM.
El tema es más que vigente, y tendrá en los próximos años, un papel relevante en la vida universitaria, pues se abre la política hacia un suelo fértil que se creía clausurado.
Es verdad que siempre ha existido una apatía entre el sector académico, porque ni el momento más álgido de su organización se logró movilizar a la mayoría, como se ve con el abstencionismo del recuento de 1980. Pero una de las razones de esa condición, es el no contar con una basificación laboral como sí lo tenemos los administrativos sindicalizados, lo que nos permite organizarnos, convocarnos, es decir, tener una vida política más activa.
Lo que se tendría que hacer es mapear las dependencias según los resultados de la votación del recuento de este año. Brigadear con distintas propuestas, formatos y contenido, según la participación de los académicos en dicha votación. Todos tienen problemáticas, sólo que son distintas. Acercarse a los profesores que tienen un liderazgo pero que se han distanciado de la vida sindical. Convocar a foros encaminados hacia un encuentro académico. Además de una fuerte campaña de afiliación.
Recuperar el anhelo del sindicato único, es recuperar también un mayor protagonismo en la vida universitaria y en la vida pública del país. Organizar y movilizar el sector académico en la defensa de sus derechos laborales y un proyecto alternativo de nación, representa despertar un gigante dormido que bien podría incidir en la transformación nacional.
Bibliografía
Basurto, Jorge, (1997), Los movimientos sindicales de la UNAM, IIS-UNAM, México.
Chávez de la Lama, Ignacio, (2011), La madre de todas las huelgas, la UNAM en 1966, UANL, México.
Pulido Aranda, Alberto, (1995), La crónica de 50 años del sindicalismo universitario, STUNAM, México.
———————————, (1999), Cronología del sindicalismo universitario, 1980, STUNAM, México.
Rivero Serrano, Octavio, (2015), Remembranzas y relatos, UNAM, México
Jesus David Mancila Sanchez
Tarea de todos afiliacion masiva, Dirigencia, Delegaciones Sindicales Administrativas y Academicas, dejar atras recels mutuos, intensificar Promocion y Propaganda,Vencer y convencer, no solo verbalmente, llegar a las concienias, corazones y mentes del Academico, y de ahi avanzar a una Reforma Universitaria real, plena e integral, primero entre nosotros y despues convencer (o en su caso, que tato conceder o negociar) a la Clase Politica de consensuar, no de imponer