Opinión

El misterio de la bata azul


15 enero, 2023 @ 11:04 pm

El misterio de la bata azul

Ricardo Rivas H.

La conciencia sobre el inexorable paso del tiempo suele asaltarnos de maneras extrañas. Una de ellas es cuando en el trascurso de la vida cotidiana, repentinamente nos embisten los recuerdos, generalmente evocados gracias a alguna imagen, un olor, un sabor o cualquier objeto al que por tal o cual razón le atribuimos algún significado, tornándose en el significante que completa el signo lingüístico.

Si he empezado con estas reflexiones básicas sobre la disciplina lingüística no es gratuito, puesto que justamente el día de hoy caí en cuenta de que, intempestivamente, se cumplió un año de que el maestro Leopoldo Valiñas Coalla, mejor conocido en el bajo mundo del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM como “El Polo”, dejó este plano de la existencia. Está de más hablar de su brillante trayectoria académica, bien conocida por todos, lo que me interesa es el significante que detonó en mí su recuerdo: la bata azul que siempre portaba.

La bata azul

Entre las obligaciones de la UNAM para con sus trabajadores se encuentra la de proporcionarles ropa de trabajo adecuada, pero hasta en eso existe diferenciación. Quienes laboramos en dicha institución educativa bien sabemos que a los académicos que la requieran se les provee de una bata blanca con el bordado que indica la categoría “ACADÉMICO”, mientras que a los auxiliares de intendencia y mantenimiento se les da una de color azul marino.

Esto parecería una nimiedad, pero en realidad es el meollo del asunto. Resulta que hace dieciséis años tuve la fortuna de ingresar a laborar al Instituto de Investigaciones Antropológicas como Auxiliar de Intendencia. No pasó mucho tiempo para comenzar a ver por los pasillos a un personaje alto, delgado, de cabello largo y blanco, con una sonrisa bastante peculiar y un excelente sentido del humor, amable y solidario. Siempre traía puesta una bata azul, lo que me hizo pensar que se trataba de un compañero “an-trapeólogo”, como nos denominábamos entre bromas. No obstante, en alguna ocasión me tocó hacer la limpieza del cubículo 213. Al entrar, me llevé la sorpresa de que, entre un impresionante cúmulo de libros y documentos, estaba Polo Valiñas muy concentrado escribiendo en una vieja computadora. Entonces caí en cuenta de mi error, era un investigador.

De inmediato pregunté entre mis compañeros la razón por la cual, a diferencia de los demás académicos que orgullosos ostentaban su bata blanca, él usaba la azul y, al escuchar la respuesta, quedé aún más sorprendido. Según ellos, se trataba de su peculiar manera de mostrar su repudio al elitismo académico y demostrar que se sentía más cercano a nosotros que a ellos, su conciencia de clase pues. Luego me enteré de que aun siendo académico estaba afiliado al STUNAM, y pensé que tenía sentido. En esos tiempos comenzaba con mis lecturas de Marx y eso me entusiasmo sobremanera.

Leopoldo Valiñas Coalla
Leopoldo Valiñas Coalla / Autora de la imagen: María de la Luz Arias Baltazar

Pasó el tiempo y cada vez que iba a hacer la faena en su cubil aprovechaba para charlar con él. Tengo la impresión de que me convertí en una especie de alumno extraoficial suyo, aprendí muchísimo e, incluso, sin tener obligación alguna, tuvo la bondad de revisar mi tesis de licenciatura. Entre muchas otras cosas, de él aprendí a no citar (y en general a no confiar) en la RAE, porque “es más ideológica que académica”.

Un día, cuando por fin me sentí con la confianza para hacerlo, me armé de valor para preguntarle si era verdad lo que se decía sobre el misterio de la bata azul. De inmediato se dibujó una sonrisa en su rostro y, acto seguido, me dijo: “La verdad es que preferí usar la bata azul porque la blanca se me ensuciaba un chingo, pero después de saber lo que andaban diciendo empecé a portarla hasta con orgullo”.

Polo hizo suyo el significado que los de abajo le atribuyeron a su bata porque, como solía decirme, “la vida no tiene significado si no tiene significantes…”

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