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El ejército y la Cuarta Transformación

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13 octubre, 2022 @ 6:51 am

El ejército y la Cuarta Transformación

Los militares y la ley como que no se llevan

-Rafael Bernal

Jorge Grana

Es 16 de septiembre, el verde oliva se apodera del Zócalo de la Ciudad de México. Las botas hacen eco al pasar frente al balcón presidencial. El ejército y la presidencia son elementos fuertes de nuestro sistema. Un viejo dicho indica que en México no se puede insultar ni a la virgen de Guadalupe, ni al presidente, ni a los militares.

Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia con la promesa de regresar a las fuerzas armadas a sus cuarteles. Cuatro años después las palabras se las llevó el viento, el ejército no volvió a sus instalaciones. Por el contrario, se les entregó un aeropuerto, la custodia de puertos y la asignación de un presupuesto que supera a otros órdenes del Estado mexicano.

En nombre de la seguridad nacional los militares se quedarán en las calles hasta 2028. En nombre de la congruencia la ciudadanía exige respuestas.

Fuerzas armadas y sistema político

Para comprender el presente tenemos que recurrir a la historia. Las fuerzas armadas tienen como origen la Revolución Mexicana, el mito fundacional de nuestro sistema. El pueblo armado que defendería con su vida los principios revolucionarios. La Revolución hecha gobierno fue dirigida por militares hasta la llegada de los civiles, encabezados por Miguel Alemán.

El primer presidente civil representó un desplazamiento del ejército en la dirección del Estado. Aunque disminuido, mantuvieron una posición de poder importante al interior de nuestro sistema. El primer paso para reducir su influencia fue suprimir el sector militar del partido oficial.

Según el sociólogo Max Weber, el Estado posee el monopolio legítimo de la violencia; esta se expresa a través de sus fuerzas coercitivas: el ejército y la policía. A finales de los años sesenta y durante la década de los setenta, el PRI echó mano de las fuerzas armadas para reprimir a las disidencias del régimen.

El ejército ha jugado un rol central al interior del sistema político. Ya sea ocupando el gobierno, fungiendo como fuerza legitimadora del régimen hegemónico o como brazo represor del Estado mexicano. Sin embargo, no es la primera vez que existe de tensión entre militares y gobierno.

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Imagen Proceso

Cañonazos de 50 mil pesos

El 17 de noviembre de 1980 Juan Rulfo ofreció un discurso en el homenaje de Quiroga Santa Cruz, líder boliviano asesinado por militares golpistas. Durante su intervención, destacó una pregunta hecha por Santa Cruz: ¿por qué en México no había golpes de Estado? El autor de Pedro Páramo aludió a una anecdótica respuesta: “No hay general que resista un cañonazo de 50 mil pesos”.

Según el autor de Pedro Páramo, las medidas tomadas por el gobierno mexicano para mantener orden al interior del ejército era asesinar a los generales sublevados o corromperlos. Las declaraciones de Rulfo mancharon el uniforme de los militares. Las fuerzas armadas fueron acusadas de corrupción, una institución en apariencia intachable fue cuestionada por un escritor.

El ejército de la 4T

En 2018 arribó a la presidencia de México un gobierno identificado con la izquierda. La relación entre militares y la izquierda mexicana está escrita con sangre: Tlatelolco, la Guerra Sucia, Aguas Blancas, Acteal, Ayotzinapa. Después del asesinato de Carranza, Luis Cabrera (carrancista) escribió una reflexión que debemos traer a colación: quien quiera gobernar México debe hacerlo con el apoyo del ejército.

Durante un desayuno entre militares en 2019, el General Carlos Gaytán Ochoa criticó abiertamente al gobierno de López Obrador: “La sociedad está polarizada políticamente porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se basa en corrientes pretendidamente de izquierda que acumularon durante años gran resentimiento”.

El ejército es una institución conservadora. Las posiciones más importantes las ostentan miembros de un grupo de poder denominado el sindicato. Entre sus miembros más visibles está el ex titular de la SEDENA, Salvador Cienfuegos. De esa cofradía provienen las presiones a López Obrador.

Andrés Manuel llegó a la presidencia con un ejército fortalecido por la guerra contra el narco y las políticas de seguridad de Peña Nieto. Lógicamente el primer gobierno de izquierda necesita el apoyo del ejército para garantizar la gobernabilidad del país. ¿Cómo conseguir ese apoyo? Otorgando dádivas a esa institución, aumentando su presupuesto, cediendo el control de puertos y aeropuertos. En fin, garantizándoles impunidad.

No estamos ante un golpe de Estado, pero sí frente a un peligroso fortalecimiento del ejército.  Las filtraciones de Guacamaya dan un panorama de la urgencia de disminuir el poder de los militares. Se acerca el ocaso del sexenio, quien suceda a Obrador en la presidencia tendrá la tarea de reducir o aumentar el poder de las fuerzas armadas.

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