Alteridad Gato con Lentes

Rastreando voces en el silencio del pasado; el caso de Liliana Rivera Garza


raulraulgonzal1

23 marzo, 2022 @ 10:26 pm

Rastreando voces en el silencio del pasado; el caso de Liliana Rivera Garza

Liliana Rivera Garza fue asesinada cuando tenía veinte años. Estudiaba arquitectura en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), habitaba en la planta baja de una casa en Azcapotzalco. Gozaba de absoluta libertad para estudiar, trabajar y relacionarse con algunos de sus compañeros de la carrera que se fueron haciendo sus amigos, e incluso encontró pareja entre algunos de ellos. Joven, simpática, inteligente, curiosa, responsable y apasionada del mundo que le rodeaba. Su exnovio, Ángel González Ramos, la mató durante la madrugada del 15 de julio de 1990.

Y aunque Liliana fue víctima de feminicidio, cuando este delito todavía no se tipificaba, nunca se marchó completamente de este mundo, pues dejó una parte de ella a través de sus cartas, notas, poemas, ideas y demás pensamientos que escribió a lo largo de su breve existencia. Elementos todos que tres décadas después, se convertirían en fuentes de información primordiales para que su hermana, la reconocida escritora Cristina Rivera Garza, las utilizara en la elaboración de un libro acerca de su muerte.

El Invencible Verano de Liliana, publicado en 2021 bajó el sello de Random House, galardonado por el Premio Mazatlán de Literatura y el Iberoamericano de Letras José Donoso, representa más que una biografía novelada, pues constituye un manifiesto de denuncia en contra de la violencia misógina que le ha quitado la vida a cientos de mujeres en las últimas décadas. Al mismo tiempo, es una obra literaria impecable que documenta el riguroso proceso de investigación que cualquier historiadora o historiador tiene que llevar a cabo para poder reconstruir y explicar el pasado. En algún punto este se asemeja al oficio de un detective.

Dividido en once capítulos, este libro no solamente enuncia el dolor, tristeza y frustración por la pérdida de Liliana, sino que también plasma los momentos de alegría, felicidad y dicha que pasó junto a sus familia, amigos y conocidos, los cuales no dudan en describirla como una chica audaz, sociable, intelectual y entregada a los que más quería. Lili, como también gustaban de llamarle sus seres queridos, nunca dejó de vivir al máximo sus experiencias, se tratara de ir al cine, viajar a alguna playa del pacífico, tomar fotografías o nadar.

Todo esto se terminó cuando Ángel, quien la hostigaba y vigilaba durante varios meses, decidió saltar la barda de su domicilio, usar una escoba como llave para entrar a su cuarto y asesinarla. Desde julio de 1990, fecha en que la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal le giró una orden de aprehensión por homicidio, hasta el día de hoy no ha podido ser detenido. Un feminicida que durante treinta años ha gozado de plena libertad, a pesar de estar completamente identificado.

Huelga decir que leer este relato descarnado duele. Sin embargo, muy seguramente fue muchísimo más doloroso escribirlo, su hermana así lo expresa en cada una de sus páginas. Frase tras frase, la autora no deja de transmitir la permanente sensación de impotencia y dolor anclado por los años, sedimentado en terroríficos recuerdos que no se marcharán jamás. Pero también hay que reconocer el hermoso homenaje que Rivera Garza le hizo a su hermana pequeña, porque contra todas las implicaciones permitió que Liliana hablara y nos contara una parte de su vida.

Posibilitando descubrir una pequeña parte de sus más íntimos sueños, deseos, miedos y secretos. Haciéndonos saber que en realidad ella era la escritora de su familia, una joven que nunca abandonó el papel y la tinta para comunicar lo más profundo de sus sentimientos. Y eso es lo que siempre la mantendrá viva, su recuerdo presente contado por ella misma. Tal y como lo resumió en la frase que citó de Albert Camus: En lo más profundo del invierno aprendí al fin que había en mí un invencible verano.

Imagen: Noticias 22 Digital

Comentócrata, amante de la historia, bibliófilo por vocación, universitario por decisión.