Se fue, sin rudeza, el rudo rudísimo Rivera
Héctor Reyes
La salud de Arturo Rivera había mermado. Se apagó su potente voz que empezó a escucharse en la XEX junto a muchos reporteros que dieron el salto a la televisión, principalmente a la fuente de información general bajo la dirección de Raúl Hernández y Jacobo Zabludovsky.
En esa escuela de periodismo, Arturo comenzó su carrera dentro de los medios de comunicación; un largo recorrido por Televisa, Ovaciones, revistas de lucha libre y junto con Pepe Segarra cerró el ciclo en un programa vespertino producido por el hermano de Toño de Valdés.
En el verano de 1979 conocí a Rivera, de traje y gabardina, en el entrenamiento del Necaxa o Atlético Español. Era la época de Benito Pardo y tal vez, no recuerdo, el técnico era Alfonso Portugal. Eran mis primeras prácticas para el Sol de Mediodía bajo la dirección de Raúl Sánchez Hidalgo y Teodoro Cano, a la postre, mi jefe en Televisa.
Arturo, tal y como lo conoció todo mundo, era un personaje singular en su forma de ser. Disfrutaba lo que hacía y esa fue la primera impresión que tuve del que fuera mi compañero de trabajo. En aquella ocasión me dio un “aventón” para salir del Deportivo Leandro Valle.
En Televisa fue, en algún tiempo, coordinador durante la gestión de Jorge Berry. Ya había dejado el fútbol y su carrera tomó un nuevo cauce en la lucha libre. Primero, en la Arena México y su boom se dio posteriormente en la AAA con el programador de funciones y luego empresario Antonio Peña.
El rudo rudísimo…
Arturo, a la muerte de Antonio Peña derramó lágrimas por el dolor que le provocó su ausencia y sobrevendrían los problemas de salud que cortaron su existencia a los 67 años.
Él y Raúl Sarmiento, otro integrante de la jefatura de deportes y luego Televisa Deportes, eran inseparables. En ese tiempo se relacionaron con el director de eventos especiales Benjamín Hidalgo.
Memorables eran los maratones de albures con él también ya fallecido Armando Zenteno, un redactor implacable, reportero de boxeo, quien fuera de Televisa trabajó en la fuente de espectáculos con Matilde Obregón. A mediados de los ochenta, algunas fiestas se hicieron en la casa de los suegros de Arturo en el Pedregal de San Ángel.
El grupo que formó Teodoro Cano y Luis Hernández, a partir de 1985, se fracturó con la llegada de Alfredo Domínguez Muro y luego de Javier Alarcón. Las fiestas de fin de año no fueron las mismas, se dejó a un lado el compañerismo y con ello se cerró un ciclo que tuvo una duración de 15 años.
Arturo, con su voz apagada debido a su problema pulmonar, un bastón a consecuencia de un accidente durante una función con el Negro Casas y luego una caída en el estudio de Foro TV, fue la última imagen que tengo en el turbio recuerdo de su presencia. Lo llegué a escuchar en el programa con Pepe Segarra y también en alguno que otro comentario en contra del actual gobierno, en sus redes sociales.
La cadena de fallecimientos de los últimos meses comenzó con Gerardo Valtierra, le siguió Javier Sahagún y ahora Rivera, integrante de la generación de Toño de Valdés, Eduardo Trelles y Fernando Schwartz. También se han ido otros famosos comentaristas de la talla del Mago Septién, Antonio Andere y Jorge Alarcón, entre muchos otros, pero ellos son parte de otra historia del periodismo deportivo de nuestro país.
Arturo Rivera, plasmó su forma de ser en la lucha libre y su humor terminará en Caborca. Él sabía porqué…