Gato con Lentes

El retiro de Colón: ¿Reivindicación histórica o saqueo cultural?

Diego Salgado Bautista


diksalgado

13 septiembre, 2021 @ 11:48 am

El retiro de Colón: ¿Reivindicación histórica o saqueo cultural?

En 2020 el gobierno de la CDMX retiró la estatua de Cristóbal Colón de la avenida Reforma, se dijo que la escultura necesitaba ser restaurada, a todas luces eso fue un pretexto. La decisión gubernamental parecía obedecer a una sensibilidad y entendimiento sobre las afrentas aun vigentes en todo el continente. Sin embargo, el método y principios elegidos para sustituir la estatua de Cristóbal Colón son tan torpes que parecen inspirados en un manual de saqueo cultural. El gobierno cambia la forma pero no modifica el fondo de las relaciones coloniales que persisten en nuestra sociedad.

La guerra de las imágenes

El episodio que nos ocupa forma parte de una disputa histórica por la producción y circulación de las representaciones; un proceso que el investigador francés Serge Gruzinsky denominó: La guerra de las imágenes y que no es otra cosa que la larga lista de batallas por definir qué se representa, quién produce las representaciones y dónde se colocan. Se trata de un complejo proceso de negociaciones que deja ver quién tiene el poder y para qué lo usa, desde la destrucción de códices y esculturas mesoamericanas en el siglo XVI, hasta las mañanitas a la virgen transmitidas por televisa. No se trata de un problema estético que deba interesar solo a los artistas. Las representaciones son reflejo de la forma en que se distribuye el poder, la visión que se tiene del mundo y quienes están validados para representarlo. La elección de los creadores de las obras de interés público y las características del proceso de producción hablan mucho de la comprensión y compromisos que motivan una obra. Por lo anterior no es ocioso poner atención en quién y cómo fue elegido para producir la pieza que sustituirá a Cristóbal Colón. Paradójicamente, se apellida Reyes.

¿Puede hablar el subalterno?

La jefa de gobierno anunció emocionada que a Colón lo sustituirá la representación de “una mujer indígena”, lo dijo como quien anuncia una hazaña: “es el gran reconocimiento a los 500 años de resistencia a las mujeres indígenas de nuestro país”, casi gritando sentenció: “a ellas nos debemos, por ellas estamos”. Paradójicamente, días después anunció que las mujeres indígenas no van a estar en el proceso de producción de su escultura, no serán ellas las que se representen, no serán sus hijas, ni sus nietas, no será ni siquiera una mujer. Será una firma reconocida y validada por el sistema, será un hombre nacido en la capital del país y hará lo que él considere apropiado para representar a las mujeres que resistieron pero no serán requeridas ni para opinar sobre el tema.

La forma de proceder del gobierno de la ciudad, validado por el gobierno federal, confirma su poco entendimiento y voluntad para asumir a los pueblos originarios como sujetos capaces de hablar por si mismos. Si se concreta esta estrategia será un caso más de saqueo cultural, es decir, generar valor y poder con una cultura sin reportarle beneficio directo, nada raro en la historia de los gobiernos mexicanos integrados históricamente por criollos y mestizos.

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Imagen: Internet

La política de la imagen de Claudia Sheinbaum parece estar motivada por una auténtica convicción y un desarrollado olfato político, pero exhibe ignorancia acerca del debate actual sobre los derechos y reivindicaciones de los pueblos originarios. Sin embargo, la arena política tiene otros intereses, claro que es oportuno reivindicar a las mujeres, y nunca viene mal acudir a “lo indígena” como esencia del estado nacional. “Mujer indígena” en abstracto, sin pensamiento contemporáneo, sin intereses y contradicciones, sin estética propia, sin capacidad de agencia. Quizá Sheinbaum no se entera que hace décadas que en la Ciencias Sociales resuena una pregunta que incómoda a muchos bien intencionados: ¿puede hablar el subalterno?, título de un texto escrito por Gayatri Spivak, que cuestiona la reproducción de relaciones coloniales en nombre del subalterno.

El flamante autor de la obra que sustituirá a Colón ya dio a conocer un avance, incluso le puso nombre en Náhuatl. La voz del “artista” ya fue contestada por miles de creadores digitales. No estamos en los tiempos en que los creadores eran únicos y solo necesitaban ser validados por el rey. El gobierno de la CDMX tiene que reconsiderar su torpe decisión. Seguir la ruta anunciada desnudará su verticalidad y falta de contexto. El riesgo es erigir otra “Suavicrema”. Las representaciones públicas no se logran solo con poder, el significado está apuntalado por un proceso de narrativas, imaginarios y prácticas. Sin lo anterior, el ridículo del poderoso es cuestión de tiempo.

The couple in the cage. Autor: Guillermo Gómez Peña

Los pueblos originarios tienen sofisticadas tecnologías para elaborar representaciones colectivas, para elaborar significados, para hacer de la representación una resistencia estética, una experiencia de vida. Claudia Sheimbaum debiera repensar pues tiene la oportunidad de abrir un proceso creativo y cultural que elabore la representación que sustituya a Colón, pero la participación de los pueblos originarios es imprescindible. Aunque el artista seleccionado este premiado en las ciudades occidentales, no podrá ofrecer la legitimidad, visión y sensibilidad que muchas colectivas de mujeres originarias pueden aportar. México tiene que entrar al debate profundo de nuestras prácticas coloniales y cambiarlas. Si se sustituye la estatua de Colón por una pieza producida con la misma lógica colonial; entonces se usará una reivindicación histórica reproduciendo el mismo orden colonial que margina a los pueblos originarios. Y todo cambiará para que todo siga igual.

¿Qué implicaría elegir otra ruta para construir una representación que sustituya a Colón?

Existen muchos riesgos asociados a la producción artística de una representación que sustituya a Colón. El primero y más importante es la cercanía que puede tener un gobierno con los saberes y prácticas originarias y los pueblos contemporáneos. Vestirse a la usanza indígena durante una campaña política está bien, pedir una porra para ellas, bueno es hasta políticamente correcto. Pero llamarlos para pedirles consejo o diseñar una institución a partir de su saber, ya no es permitido. Se trata de un problema epistemológico, es decir, ¿el gobierno valida los saberes de las mujeres que reconoce como indígenas? O solo es un merecido aplauso por 500 años de resistencia y nada más. El problema radica en que validar saberes implica otorgar poder, y esto se podría descontrolar. Quizá es mucho riesgo, ¿dotar a los pueblos originarios de capacidad estética y de representación monumental?. Quizá es muy riesgoso ceder una glorieta tan importante. ¿Qué pasaría si las mujeres mazahuas quieren intervenir para hablar de su lucha actual en defensa del agua? ¿Y si las mujeres mixes piden se les reconozca su derecho a habitar la ciudad? ¿y si el resultado es ridículo a los ojos de los curadores de New York, y lo critica la derecha internacional? ¿y si se concluye que más que una escultura el homenaje necesario es otra cosa? Existen diversos precedentes tanto en la reposición de patrimonio a los pueblos originarios como re elaboración de nuevos símbolos. ¿demasiados riesgos?

La vía elegida para sustituir a Colón es el proceso moderno y validado; el artista contemporáneo con credenciales internacionales,. No un consejo, no por medio de un tequio, sin peregrinaciones de por medio, ni mucho menos ofrendas. Lo curioso es que la representación más eficaz y poderosa en México si es producto de un proceso de negociación donde se dio lugar a algunas prácticas y saberes mesoamericanos y se respondió a una necesidad social. La virgen de Guadalupe es una conjugación de estrategias y negociaciones que dejaron espacio a distintos actores. Incluso la factura de la imagen se le atribuye a un artista náhuatl. Revisar otras batallas de La Guerra de las imágenes es oportuno. El problema no tiene solución fácil, pero el gobierno actual tiene en su círculo muchas voces críticas con inteligencias y sensibilidad, la autocensura los limita, hay que invitarlos a opinar aunque estén en nomina. La sociedad mexicana necesita expresarse sobre el tema y no dejar pasar la oportunidad histórica, venimos de décadas de lucha ejemplar de los pueblos originarios, queremos pensar que el gobierno actual es más sensible. Lo votamos porque queremos rutas acordes con la multiculturalidad del país, pero no hay que ser ingenuos, el peso de un Estado epistemológicamente racista es enorme, hará falta que la sociedad se involucre.

Diego Salgado Bautista

Candidato a doctor en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Cuajimalpa. Realizó estancia de investigación y académica en la Universidad Mayor de San Andrés en el Centro de Estudios Críticos del Desarrollo, Bolivia. En 2014 obtuvo el título de maestro en Comunicación con mención honorífica por la UNAM con la tesis: Bolivia y sus documentalistas, del fin de la dictadura a los hijos del fin del mundo.