Cuando la UNAM se llamó UAM y cerró sus puertas
Desde hace décadas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recibe su presupuesto otorgado por el Estado mexicano. Con altibajos, recortes y periodos de bonanza, pero con la certeza de obtenerlo. Pero no siempre fue así, la Universidad tuvo que ganarse a pulso el reconocimiento social y ese derecho frente al Estado.
Hubo un tiempo en que la institución tuvo que cerrar sus puertas por falta de dinero, en los años en que de hecho dejó de llamarse UNAM, pues el Presidente Abelardo L. Rodríguez le quitó su carácter de Nacional, por lo que entre 1933 y 1944 fue la Universidad Autónoma de México (UAM). El objetivo de la Ley Orgánica de 1933 fue marcar una distancia entre el Estado mexicano y la Universidad, al otorgarle su autonomía absoluta, pero también un finiquito de 10 millones de pesos depositados a una cuenta bancaria, como único financiamiento.
Los gobiernos pos-revolucionarios intentaron desentenderse de la Universidad, pues el tipo de educación que ahí se impartía no iba acorde al nuevo régimen, el cual requería una educación más técnica y también más ideológica para consolidarse.
Contexto
En 1933 se llevó acabo un Congreso Nacional de Universidades presidido por la UNAM, donde se planteó y aprobó que la educación superior en nuestro país fuese socialista, acorde a la reciente reforma educativa en el sistema básico. Lo anterior desató un conflicto al interior de la Universidad entre quienes promovían la reforma y los que estaban en contra y en la defensa de la libertad de cátedra. Por lo que estalló una huelga de estudiantes y académicos contra la educación socialista.
Fue entonces que se aprobó una nueva Ley Orgánica ese mismo año. Para el gobierno mexicano estaba claro que era mejor apostar por nuevas instituciones de educación superior, que insistir en reformar a la UNAM en una instancia de transformación social, por lo que se creó el Instituto Politécnico Nacional en esos años.
Para 1934 la Universidad ya no tenía dinero, de hecho estaba en números rojos. La relación con el nuevo Presidente, Lázaro Cárdenas, no fue alentadora para la Universidad. El rector Manuel Gómez Morín se redujo su salario de 2 mil pesos a 800, pero de igual forma hubo recorte del personal administrativo y reducción de su salario al igual que a profesores. A los estudiantes se les aumentó las cuotas. Es decir, en ese periodo la institución se mantuvo de pie, sostenida por puro voluntarismo de los universitario en su conjunto.
1935, el año de la peor crisis económica de la Universidad
Uno de los años más críticos de la Universidad Nacional fue 1935, ya que su crisis financiera la obligó a suspender sus labores sustantivas en los días de septiembre. Meses antes, en la sesión del Consejo Universitario del 2 de enero se discutió la propuesta de separación de la Escuela de Medicina y Veterinaria de la Universidad, por falta de presupuesto, en la idea de adscribirse directamente a la Secretaría de Agricultura del gobierno. Propuesta que no prosperó a pesar del duro debate interno.
En esos mismos días sucedió otra desavenencia más entre la Universidad y el gobierno de Cárdenas, quien había dejado el Castillo de Chapultepec como residencia presidencial para que el pueblo mexicano pudiera apreciar y conocer el castillo como museo, por lo que adquirió el rancho La Hormiga, después conocido como Los Pinos, pero intentó intercambiar el nuevo espacio por La Casa de Lago de la Universidad Autónoma de México (UAM), sólo que ésta última no aceptó.
El rector Fernando Ocaranza no encontró otra salida más que cerrar las puertas de la Universidad en forma de protesta por el desprecio del gobierno y ante una inminente parálisis económica. En la sesión del 6 de septiembre de 1935 se votó tan temeraria propuesta, ya que la institución se jugaba su propia sobrevivencia.
En los días posteriores varios académicos distinguidos y diversos grupos de estudiantes se organizaron para reabrir la Universidad, fue así que desconocieron el Consejo Universitario y al rector, quien renunció el 17 de septiembre de ese mismo año, sustituido temporalmente por el Consejo Universitario entre el 17 y el 24 de septiembre, cuando dicha instancia colegiada votó como nuevo rector a Luís Chico Goerne, no debemos olvidar que entre 1933 y 1944, los rectores se votaban en el Consejo Universitario, en un formato de democracia indirecta, hasta la Ley Orgánica de 1945, cuando se creó la Junta de Gobierno para designar rector y directores de escuelas, facultades e institutos.
Con Chico Goerne como rector, la Universidad tuvo un respiro financiero, ya que el abogado tenía mucha cercanía con el Presidente Lázaro Cárdenas, al grado de convocar a una manifestación a los universitarios en apoyo a la expropiación petrolera años más tarde; decisión que le valió el repudio de distintos grupos conservadores dentro de la Universidad, que lo obligaron a renunciar en 1938, pero eso ya es otra historia.
El verdadero acercamiento entre la Universidad y el Estado mexicano se dio hasta los años cuarenta, con el rectorado de Gustavo Baz Prada y la presidencia de Manuel Ávila Camacho. Hasta que hubo coincidencia entre un Presidente conservador y una mirada de mayor compromiso social de la institución educativa, además de una amistad entre ambos personajes públicos.
Es importante recordar siempre el pasado para entender que todo obtenido y consolidado es resultado un proceso histórico, lleno de conflictos, desavenencias y sobre todo, sacrificio de distintas generaciones.
Blanca Lilia Ramírez
Es muy interesante darse cuenta como la máxima casa de estudios a sobrevivido y hecho frente a distintas situaciones que en el transcurso del tiempo ha vivido lo cual resulta un gran orgullo verla de pie .
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