Nacional

14 de junio del 2006: la represión que unió a Oaxaca


14 junio, 2021 @ 8:39 pm

14 de junio del 2006: la represión que unió a Oaxaca

Osiris Israel Benítez Vasconcelos

Hoy se cumplen 15 años del intento del desalojo por parte, del entonces gobernador, Ulises Ruiz Ortiz a los maestros pertenecientes a la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). Aquella mañana fue sorpresiva para los habitantes de la capital oaxaqueña, mientras la mayoría de la población apenas se preparaba para iniciar sus labores cotidianas, en el centro de la ciudad de Oaxaca se libraba una batalla que sobrepasaba a la ficción.

Imagen: Internet.

La huelga y el plantón de los maestros pueden ser vistos como rituales anuales, los cuales varían en su duración cada año; a veces ha durado un par de semanas, en otras hasta meses. En ese entonces, yo tenía 17 años, era estudiante de bachillerato y seguía yendo a mis clases. En ese momento no me importaba las razones de los plantones y las huelgas, para mí sólo era una lucha de egos entre los dirigentes del sindicato y los representantes del gobierno, mientras el centro de la ciudad se perdía entre lonas y orines. En lo personal, cada vez que se instalaba el plantón, lo único que deseaba era el fin del mismo, y hasta dónde entendía, ese deseo era compartido por la mayoría de la población oaxaqueña. Sin embargo, esa mañana mi perspectiva cambió.

Esa mañana de miércoles me desperté temprano, aunque mis clases empezaban al mediodía. Me arreglé para ir a la escuela y opté por ir a desayunar al centro de la ciudad. Cuando salí de mi casa, la primera señal de que el día sería distinto era el helicóptero que sobrevolaba por la ciudad. La última vez que había visto un helicóptero de la policía fue en 2004, debido al autoatentado del exgobernador José Murat, padre del actual gobernador Alejandro Murat; por lo mismo le resté importancia a la presencia de la aeronave.

Imagen: Organización Radiofónica de Oaxaca.

Como vivo cerca del centro de la ciudad, opto por caminar para llegar. En esa mañana mientras caminaba para el centro, me extrañó que no hubiera mucha gente en las calles. Conforme me fui acercando al centro, el silencio de la mañana se iba perdiendo y las voces de los maestros iban creciendo. Entonces fue en ese momento que pude ver a los maestros y a los policías en alerta, los miembros de ambos bandos se veían entre ellos esperando el mejor momento para romper filas. Los maestros gritaban consignas, los policías golpeaban sus escudos. No recuerdo que bando atacó primero, pero cuando vi que las piedras y los gases lacrimógenos surcaban los aires, el miedo me invadió.

Me paralicé por un momento y reaccioné en el momento en que los maestros fueron replegando a los policías hacía donde me encontraba. La parálisis se convirtió en energía para mis piernas y corrí como nunca en mi vida. Tenía miedo de que los policías me vieran y pensaran que era parte de la manifestación, por lo que recibiría mi dosis de abuso policial. Corrí y corrí hasta que llegué a una parada del autobús para irme a mi escuela, cuando llegué pude estar más tranquilo. Me fui a desayunar a una de las casetas que están afuera del colegio y varias de ellas tenían sintonizados los diversos noticieros radiofónicos, en los cuales se narraban en vivo los enfrentamientos en el centro. Fue por esas narraciones que supe que la policía disparaba desde el helicóptero a los maestros y que al final los maestros lograron replegar a los gendarmes. Además de que los primeros enfrentamientos se dieron desde la madrugada por el intento de desalojo por parte de las autoridades.

Imagen: https ::pcmml org / Partido Comunista Mexicano.

Faltando unos minutos para iniciar las clases, mis compañeros y compañeras platicaban sobre lo que estaba pasando, entre teorías, suposiciones y lo que me sorprendió en primera instancia fue las expresiones de apoyo hacia los maestros y el repudio hacia la violencia de la policía, ya que no conocía el lado crítico y empático de mis compañeros y compañeras. Aunque las clases de ese día eran de Física y de Informática, el intento de desalojo fue el tema de conversación. La mayoría dentro del aula se expresaron en contra del actuar de la policía.

Al salir de clases, me arriesgué a ir al centro para ver cómo seguía el conflicto. Los autobuses que pasaban por ahí cambiaron sus rutas y no se acercaban a la zona. Me bajé y caminé algunas cuadras para llegar al Zócalo. Ya ahí, el olor del plástico quemado era predominante, las primeras barricadas eran levantadas. Uno de los maestros me vio y me sugirió que me fuera a mi casa porque no se sabía cuándo podrían regresar los policías. Seguí su consejo y me retiré caminando. Un silencio aterrador predominaba en la zona y este se fue perdiendo conforme me alejaba del centro. En diversas casas y autos se escuchaba los reportes de los noticieros y las opiniones de la gente que marcaban a las estaciones de radio. La mayoría expresaban su apoyo a la CNTE y pedían cuentas al gobierno. Las personas resaltaban que, aunque era desagradable sortear las casas de campaña improvisadas de los maestros, lo realizado por el gobierno no tenía madre. En ese momento, los oaxaqueños y oaxaqueñas nos unimos en una misma causa.

Imagen: elpais.com

Espacio para nuestros colaboradores ocasionales, quienes amablemente nos comparten sus reflexiones. En la Revista Consideraciones caben todas las opiniones.