Sí voy “carnal”, pero no con ustedes, los evasores fiscales

Sr. Eduardo Caccia

Editorialista del Grupo Reforma

Te escribo a ti, sí, tú, que eres parte de una empresa en la que alguien llamado Manuel Camacho Solís decidió arriesgar el dinero de los mexicanos y les regaló el terreno donde se instalaron. No sólo eso, el gobierno rescató a su empresa y nos deben, a quienes nos ganamos el chivo cada semana y nos rompemos la madre detrás de una máquina, 150 millones de dólares con los cuáles resolvimos sus pésimas finanzas.

A ti, quien imagina nuestra cotidianidad como una película de Pedro Infante. No, señor, no decimos derecha la flecha al pecho, ni somos Chachita o El Camellín. Se supone que un “editorialista” ostentaría una cultura mínima, pero es evidente que en su empresa contratan charlatanes. Y no le decimos mi buen a los amigos. No hablamos así por una razón muy básica: ya no estamos en una primaria en los años ochenta. ¿Qué sigue en su catálogo de frases infantiles de barrio? “¿Neta neta, patineta?” “¿No oigo no oigo soy de palo?” Si su modelo etnográfico es El Vítor, el personaje televisivo, podemos entender, entonces, la calidad de su medio de comunicación.

A lo que voy. Ya vienen las elecciones el mero día 6 de junio. Es un día muy importante para México, especialmente para ti y tus miserables amistades, porque están a punto de seguir perdiendo poder político. Te lo explico y te la pinto muy clarito: no puedes pedirme que crea en ti y en los empresarios multimillonarios. Ni te creo ni me conmueves. Mi sueldo semanal me hace dudar de tus intenciones. ¿Me pides que confíe en tus palabras cuando, durante décadas, evitaste pagarme a mí, a mis padres, a mis hermanos y amigos, sueldos dignos? ¿Sabes que la jefecita de mi amigo trabajó, hasta muy avanzada edad, sin prestaciones laborales? ¿Sabes cuánto le pagaron en su jubilación? ¡Exacto! ¡Nada, porque no tuvo jubilación! ¿Te lo digo más cabrón? Va.

Te lo voy a decir, pero no se lo cuentes a nadie, o ve y cuéntalo, es irrelevante, porque entre ustedes y nosotros sólo hay un acuerdo financiero: mi fuerza de trabajo a cambio de una paga muy jodida. Es decir, no somos amigos. Quiero decirte que, en tus parrafadas sobre las medicinas, los impuestos y los migrantes, te comportas como un embustero. Media familia mía vive en Estados Unidos porque se fue del pueblo a buscar trabajo. ¿Quieres hacerme creer que es responsabilidad de este presidente la migración ocasionada por la pobreza?

Por otro lado, tus queridos amigos “empresarios” resultaron no ser tan buenos para los negocios, porque sin el dinero de los gobiernos, llevan sus empresas hacia el fracaso. Las farmacéuticas, por ejemplo, son sinónimo de corrupción y pusieron en peligro a miles de familias al encarecer sus productos; quisieron extorsionar al gobierno y obligarlo a comprarles medicamentos a sobreprecio, pero no lo lograron y ahora están muy enojados. ¿Crees que lo hemos olvidado?

Muchos empresarios me han preguntado como hablarles a sus colaboradores acerca de la importancia de su voto en las próximas elecciones. Un buen ejemplo para codificar el mensaje nos lo da @eduardo_caccia. Ustedes saben cual es el mejor conducto. pic.twitter.com/5fuZN3jVYZ

— Gustavo de Hoyos W (@gdehoyoswalther) May 23, 2021

 

¿Quieres otra? Dices, con cinismo, que los diputados viven del dinero que paga tu patrón con los impuestos de la empresa. ¿Cuáles impuestos? Si algo caracteriza a tu clase, es la evasión fiscal. El presidente, ese que, según dices, ha espantado el dinero de México, los obligó a pagar impuestos. ¿Y cómo sabemos que debían carretadas de dinero a la Hacienda pública? ¡Porque lo pagaron! Por eso ahora lloriquean, porque los obligaron a pagar lo que debían. Cualquier empresa está con madre si no paga impuestos.

Por eso no somos amigos, porque representas a una clase empresarial corrompida y explotadora. Sí, tú Eduardo Caccia. Esta misiva es para ti y tus amiguitos vividores, como esos que, felices, retuitearon tus sandeces. No todos los empresarios de México, porque hay de todo, como en botica, unos buena onda, muchos más son ojetes, como tú. Así que no me digas valedor o compa, ni hables de mis hijos o mi jefecita. No soy tu carnal.

¿Quieren mi voto? Para empezar, no me mientas. Tengo información suficiente sobre la realidad. No me trates como idiota. Si sólo me informara con Reforma, quizá no podría diferenciar tus mentiras de la realidad. Es más, tu periódico se ha encargado de hacernos pensar en él como un medio para una clase “letrada”, a la cual no correspondo. Reforma no es para mí, si lo fuera, habrías escrito esas palabras para mí, no hubieras mandado al “patrón” a decírmelas.

Nunca has pensado en mis necesidades, pero te atreves a pedir mi voto. ¿Sabías que en una empresa de tus amiguitos me contrataban cada tres meses para evitar que acumulara antigüedad? ¿Sabías que gracias a tus amiguitos empresarios y políticos la comida subía y subía, mientras el salario se estancaba durante años? ¿Sabías que, a pesar de tener estudios, sólo se podía aspirar a tener empleos mal pagados porque así lo decidieron las cúpulas empresariales? ¿Sabías que el gobierno no les cobraba impuestos a ustedes, los más ricos, pero a los pobres sí? Creo que quienes están en contra de nosotros y nuestros hijos son ustedes. O mejor dicho, tú, Eduardo “El Cachas” Caccia, estás en contra de la clase trabajadora.

¡A circular esto por todos lados!#VasCarnal @eduardo_caccia @Reforma pic.twitter.com/Jpipp4sBcR

— 𝐉𝐚𝐯𝐢𝐞𝐫 𝐋𝐨𝐳𝐚𝐧𝐨 𝐀. (@JLozanoA) May 23, 2021

No somos amigos, Cachas. Aunque tu autoapodo tenga sonoridad, es ridículo. Nadie en la calle se pone su propio apodo. Gracias a tu foto, se me ocurren varios, pero no puedo decirlos porque NO SOMOS AMIGOS. En el barrio, el “carnalito”, “compa” o “valedor”, es una categoría ganada, no una fórmula amistosa. La familiaridad es necesaria para hablarnos sin formalismos. El barrio de tu imaginario no existe y, por tanto, no nos hables con esa displicencia. No lo hagas. No eres bienvenido en esta clase social que tanto desprecias.

Por último, quiero preguntarte: ¿me estás amenazando? ¿Qué es eso de tu voto va a decidir si tus hijos van a tener chamba cuando crezcan? Porque de ser así, debes saber que en el barrio, cuando nos “cantan el tiro”, nos lo tomamos muy en serio. No la chifles que es cantada, Cachas. De todo tu ridículo inventario de frases de barrio, debiste pensar en aquellas que sonaran a amenaza; debiste ponderar la relación social sobre la lingüística. Entonces, Cachas, ten cuidado, porque somos muy susceptibles a la intimidación. Y si estás condicionando mi voto, entonces podrás verme, vernos, realmente encabronados. Y toda esa jerga grotesca que usas se apagará ante una andanada de palabras y frases absolutamente reales, con las cuáles sentirás la contundencia del lenguaje del barrio.

Sin más por el momento, me despido con una poderosa frase verdadera y honesta: ¡huevos, pinche payaso!