Judas y el Mesías negro: de premios, resistencia y contrainteligencia
Una de las películas de la temporada de premios que pude ver desde casa, debido al Covid 19, fue “Judas y el Mesías negro”. Dirigida por Shaka King, relata la historia de Fred Hampton, líder en Chicago del Partido de las Panteras Negras (Black Panthers) y de William O’neal, un ladrón reclutado por el FBI para infiltrarse en el movimiento. Aprovecho la mención a esta película, que me gustó mucho, para hablar de un tema quizá poco conocido y que se toma de manera tangencial en la película: el programa de contrainteligencia del gobierno de EU conocido con COINTELPRO.
En 1971 ocurrió un hecho que seguramente cimbró no solamente al FBI y su malencarado director y fundador J. E. Hoover. Fueron sustraídos documentos de una de sus oficinas en Pennsylvania por un comando de ocho personas que, cabe decir, nunca fueron arrestados y sus identidades fueron reveladas entre finales de 2013 y principio de 2014. Con estos documentos se reveló, a través de filtraciones a la prensa, la existencia del Programa de Contrainteligencia conocido como COINTELPRO – New Left. Bajo este nombre, el Programa incluía diversas actividades, algunas de ellas ilegales, como infiltración de movimientos que, a los ojos del muy conservador Edgar Hoover, eran considerados peligrosos para los valores tradicionales de la sociedad norteamericana.
Actividades de Contrainteligencia en los EU
Desde el movimiento de mujeres, pasando por movimientos ambientalistas, de derechos civiles, antiguerra, hasta el Partido de las Panteras Negras, organizaciones por la liberación de Puerto Rico, el partido comunista, entre otros, fueron no sólo infiltrados, sino que a sus líderes se les vigiló y acosó, se ‘pincharon’ teléfonos, se manipuló información, les fabricaron delitos, desprestigio mediático, falsificación de documentos, etc., fueron algunas de las acciones que el conocido ‘Buró’ realizó para desmantelar movimientos que consideraban comunistas y contrarios a los intereses de Estados Unidos.
La película “Judas y el Mesías negro” retrata la forma en que William O’neal se infiltró en el Partido de las Panterras Negras para seguir las acciones que llevaba a cabo el muy elocuente dirigente del partido en Chicago, Fred Hampton, conocido por su gran habilidad para dar discursos y su capacidad de negociar y aglutinar a los grupos en resistencia. Para el FBI, Hampton, al igual que otros líderes como Martín Luther King y Malcolm X, se estaba volviendo peligroso para los intereses de la clase dominante. Los movimientos sociales de esa época, de lo que se consideraba la ‘New Left’, se veían como nocivos y se trató, a través de diversas maniobras como la contrainteligencia, extinguirlos. Así, tras describir en una pedazo de papel cómo estaba distribuido el departamento de Hampton y cuántas personas habitaban en él, O’neal entregó al líder de los Black Panthers y la noche del 4 de diciembre de 1969 fue asesinado por la policía de Chicago y agentes del FBI. Las fuerzas policiacas hicieron casi 100 disparos, mientras que las personas que ya descansaban antes de la irrupción sólo hicieron un tiro. Hampton dormía y no reaccionó, pues O’neal había puesto en su bebida un barbitúrico para sedarlo y evitar que reaccionara durante la irrupción. Años después, O’neal se suicidó.
“Operaciones especiales”
Quise destacar esta parte de la historia, la del programa de contrainteligencia, para que sirva como recordatorio de la forma en que los gobiernos operan contra los pueblos, la resistencia y la búsqueda de un mundo mejor, más social y humano. Casi puedo afirmar que la comunidad afroamericana no volvió a estar tan bien organizada como en aquel tiempo en que los Black Panthers tenían un programa de diez puntos que buscaba llevar educación, salud, formación política, trabajo, una vida digna, etc., a sus comunidades.
Cabe decir que el programa de vigilancia, posterior a COINTELPRO, fue revelado por Edward Snowden y también hay que recordar el Acta Patriótica que legalizó, de alguna forma, la vigilancia hacia la población, entre otras acciones, después de los eventos del 11 de septiembre de 2001. Lo anterior ocurre en casa, pero las agencias estadounidenses también operan estas y otras prácticas en otros países, me atrevería a decir que no hay país en el mundo en el que no hayan accionado sus “operaciones especiales”.
Sobre estas OPS, como son conocidas en el ámbito de estas agencias, poco o nada se habla en los medios, poco se conoce, y es así porque, en general, los periodistas no investigan y ni difunden esta información, a veces conocemos de ello por las filtraciones (Wikileaks) o los ‘soplones’ como Snowden, entre otros. En EU se conoció, por ejemplo, que la guerra de Vietnam estaba perdida, mucho antes de que las tropas salieran de ese país, luego de que se filtrara a la prensa lo que se conoció como los ‘Documentos del Pentágono’ o Pentagon Papers. Las agencias estadounidenses, a través de organizaciones de la ‘sociedad civil’, medios de comunicación a su servicio, y hasta agencias gubernamentales como la USAID, financian, promueven e inciden en la política de los países e incluso han ‘tumbado’ gobiernos para poner otros que sean más favorables a sus intereses. Claro que no siempre sus acciones han sido exitosas, uno de los grandes fracasos fue la invasión a Bahía de Cochinos, Cuba, en 1961.
Una de las acciones que está documentado han llevado a cabo en sus OPS es la intoxicación de la información. Por tanto, cuando en los medios o en las redes sociales se publica información sobre organizaciones que evalúan el estado de la democracia, de los derechos humanos, etc., lo primero que hago es indagar qué organización es, quién la financia, quién la preside, qué otros trabajos ha realizado. Es el caso de la nota de Aristegui Noticias “AMLO, junto a Bukele y Bolsonaro, entre los presidentes latinoamericanos que más hostigan a medios: Sociedad Interamericana de Prensa” y la SIP es una organización con base en Miami integrada mayoritariamente por empresarios dueños de consorcios mediáticos y que incluso tuvo como presidente a Danilo Arbilla “quien se desempeñó como jefe de prensa de la dictadura uruguaya, durante su gestión se efectuaron numerosas clausuras de medios de comunicación y muchos periodistas fueron encarcelados y torturados.” Este es sólo un ejemplo de cómo organizaciones que se erigen como defensoras de los valores de la sociedad democrática y liberal en realidad defienden una visión burguesa y capitalista de la democracia y las ‘libertades’.