Orfandad y deserción escolar infantil; el otro daño colateral

“Tenía mucho miedo, no sabía qué era lo que pasaba, mi papá casi nunca estaba en casa, pero esta vez era diferente, veía a mi abuelita llorando mientras hablaba por teléfono… tal vez le había dado el coronavirus porque a todos les está dando…” nos dice Tamara, niña de 12 años recientemente huérfana por la muerte de su padre Enrique “N” de 33 años a causa de la COVID 19.

Tamara continúa “…me levanté en la mañana, mi abuelita me dijo que mi papá no había llegado a la casa a dormir y que no me preocupara, pero así estuvimos como una semana y me decían que él había salido de la ciudad a trabajar pero que estaba bien”. En ese momento la mirada de Tamara se desvía de mí y busca de manera involuntaria las fotos de su padre, recién fallecido, que reposan debajo del televisor.

Con tan solo 12 años Tamara es una de las tantas víctimas infantiles que nos ha dejado la pandemia. Su padre había sido internado en el Hospital Juárez de México en abril del 2020, considerándose una de las primeras pérdidas humanas de esta agresiva enfermedad en la Ciudad de México. De acuerdo con la versión de la señora Clara, abuela de Tamara, la familia no quería alarmar a nadie, mucho menos a la niña.  La intención de esto último fue con el fin y la esperanza de que Enrique “N” pudiera reponerse a la brevedad, desafortunadamente 5 días después de haber sido  hospitalizado, el padre de Tamara perdió la vida.

“Me quiero ir con él, mi mamá también murió, ya no tengo amigos y mi abuela no puede sola…” me susurra Tamara mientras sus manos arrugan con ansiedad la falda larga de puntos amarillo que lleva puesta.

Los estragos de la pandemia de la COVID 19 no solo se reducen a la situación de orfandad que padece Tamara al igual que miles de casos similares. A esto se le suma la pérdida del seguimiento de sus estudios, dado que la falta de apoyo parental les resulta complicado continuar con su ciclo escolar. De acuerdo con La Encuesta para la Medición del Impacto de la COVID-19 difundida por el INEGI el pasado 23 de marzo del presente año, el impacto de esta pandemia ha generado además un daño emocional que ya se visualiza irreparable, mismo que, en el caso de Tamara,  afectará su autonomía, reflejada entre otros factores en la deficiencia del conocimiento y coerción de sus derechos humanos en un futuro próximo.

Durante el 2020 la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, otorgó la Beca Leona Vicario con una ayuda económica de $832 pesos mensuales m/n para las y los huérfanos de la COVID-19. Sin embargo, en entrevista reciente con Juan Martín Pérez, Director ejecutivo de La Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) ha informado que no obstante estos apoyos gubernamentales, la pandemia rebasa el control estadístico sobre la orfandad en la infancia mexicana.

-Como bien sabemos no hay una cifra exacta de huérfanos por COVID-19 ¿Nos puedes compartir qué es lo que están haciendo ustedes y cómo surgió la idea?

-A través del balance anual le exigimos al Gobierno Federal acciones para la protección de la infancia, especialmente en estado de orfandad,  ya que durante el 2020 el gobierno hizo caso omiso sobre los daños de la COVID 19 por considerarlos inexistentes. A lo largo de un año sigue sin haber una estrategia que proteja a la infancia y promueva el artículo 4to constitucional que coloca como interés superior a la niñez.

-Juan, ¿nos puedes comentar más sobre los estragos de la pandemia?

-La COVID 19 no solo se manifiesta a través de la orfandad en la infancia, sino que son todos los estragos que vienen a partir de ella tales como la pérdida del ciclo escolar, el daño emocional y problemas económicos que producen rezago social e incluso discriminación,  problemas que  repercutirán en el desarrollo de los infantes.  Todo esto es conocido como el efecto dominó de la pandemia en la infancia mexicana.

Juan Martín Pérez comenta a su vez que la REDIM se suma a la comunidad científica la cual hace un llamado a los Estados de la República  para cambiar el enfoque de la definición de pandemia a sindemia; “…un enfoque sindemico revela interacciones biológicas y sociales que son importantes para el pronóstico, el tratamiento y la política de salud. Limitar el daño causado por el SARS-COV-2, nos dice el director ejecutivo, exigirá mucha más atención a las enfermedades no transmisibles y a la desigualdad socioeconómica de lo que se ha admitido hasta ahora. Una sindemia no es simplemente una co-morbilidad. La sindemias se caracterizan por interacciones biológicas y sociales entre condiciones y estados, interacciones que aumentan la susceptibilidad de una persona a sufrir daños o empeoran sus resultados de salud”    

Fuente:Balance Anual REDIM 2020

Nos queda por tanto como ciudadanas y ciudadanos, y así mismo al gobierno federal analizar desde otra perspectiva esta situación de la pandemia en la infancia de nuestro país. En un mes como abril que se conmemora a la infancia a nivel mundial sería pertinente concientizar que durante mucho tiempo hemos invisibilizado los problemas de las y los infantes.  Solemos suponer que ellas y ellos no se dan cuenta, lo cual es completamente erróneo.  La infancia mexicana está sufriendo los estragos de la pandemia y es urgente comenzar a ser más empáticos y exigir acciones gubernamentales que protejan y promuevan el bienestar socioeconómico y emocional de la infancia en México, misma que a futuro será la que mirará hacia un pasado para cuestionar nuevamente lo que pudimos hacer por ellas y ellos en este presente.