Gato con Lentes

¿Qué hacer con Foucault?

Colaboradores


31 marzo, 2021 @ 6:29 pm

¿Qué hacer con Foucault?

Donovan Hernández Castellanos*

El 28 de marzo de 2021, el diario El Universal reprodujo una nota donde un contemporáneo del filósofo Michel Foucault lo acusa públicamente, de manera póstuma se entiende, de haber cometido actos de pedofilia con niños árabes en Túnez, durante su estancia en aquél país a finales de los años sesenta. Como un estudioso del trabajo del pensador francés señalado, me resultó imposible abstenerme de escribir algunas reflexiones al respecto. Agradezco a la Revista Consideraciones por abrirme el foro para pensar esto en voz alta, de manera colectiva. La nota, que reproduce los dichos de Guy Sorman, me ha hecho pensar las siguientes reflexiones:

Sobre la acusación

Desde luego, estoy totalmente en contra de la prostitución de menores en países periféricos y del abuso al que se exponen por parte de europeos y locales. En ese sentido, las declaraciones de Sorman no me parecen inverosímiles, si consideramos los años de explotación colonial por parte de Francia en el Magreb y el Mashreq.

Más allá del evidente oportunismo en las declaraciones de Sorman, hay un asunto que no puedo nombrar de otra forma que como judicial: debería interesarnos también el fondo de la acusación y esclarecer los hechos. Es una lástima que, precisamente debido a su oportunismo, Sorman no hubiera denunciado los eventos en vida de Foucault. Definitivamente creo que eso hubiera hecho una diferencia; pues, de ser el caso, podía ser vinculado a proceso. Por otra parte, sabemos que las autoridades corruptas de Sidï Bousaïd habrían podido hacerse de la vista gorda (no en balde esa región fue la zona cero de la Primavera Árabe de 2011, luego de la trágica autoinmolación de Moammad Bouazizi), pero eso habría sido, al menos, algo tangible y sólido. Un anclaje firme desde el cual posicionarnos.

Aunque Sorman, al igual que Mark Lilla y Geoffrey de Lasgagnerie, forma parte de las corrientes liberales franco-estadounidenses y la calidad de su obra sea relativamente menor, no veo en ello razones para imputar la veracidad de su testimonio. Ahora bien, respecto de éste último, algunas consideraciones:

La escena y el testimonio

Me ha llamado la atención que se haya descuidado tanto la escena que, prolijamente, Sorman reconstruye en su declaración ante la TV francesa. Estoy de acuerdo en dos de sus comentarios: primero, que la prostitución de menores en Túnez es un caso de violencia colonial sobre el cuerpo de los infantes (como lo es en el caso de las mujeres en Cuba, con el peregrinaje revolucionario, y el Caribe en general, que aborda profusamente Kamala Kempadoo), sea Foucault o quien fuere que lo hubiere practicado; segundo, que se trata de un comportamiento moralmente repudiable. Hasta ahí de acuerdo. Sin macula.

foucault pedofilia
Imagen: culturafilosofica.com

Mucho se ha dicho de la escena relatada por Sorman que o bien parece un cuento gótico y, por ello, ideológico, o bien –y en esto estoy completamente de acuerdo- que su presentación hace descansar la parte probatoria sobre la homosexualidad públicamente conocida de Foucault. Digámoslo bien claro: el relato suena verosímil sólo porque Foucault era ya un “perverso confeso”, un homosexual. Yo pienso, evidentemente, que una cosa no implica la otra: todas las personas homosexuales que militan en las causas contra la pedofilia lo demuestran, son aguerridas y defienden un asunto de justicia social. La pedofilia no es un asunto de preferencia sexual en nuestras sociedades.

Pero aún hay algo más, que me parece un quid importante:

En la escena de Sorman, quien sostiene que el asunto del consentimiento ni siquiera figuraba en el comercio sexual de Foucault con los menores, yo me pregunto: ¿habría hecho eso alguna diferencia?, ¿el consentimiento tácito o explícito de los menores habría sido, de alguna manera, una suerte de atenuante? Pienso, por supuesto, que no. Incluso si un menor, sobre todo de una sociedad colonizada y relegada por el proceso capitalista de Francia a la periferia, da su consentimiento, el acto sigue siendo ilegal y “moralmente feo”. Sorman relata, textualmente, que un grupo, una pequeña parvada de niños de entre 8 y 9 años, se acercan al profesor Foucault pidiéndole que “los tome”; él les da unas monedas y los cita en el lugar de siempre a la noche. Hasta aquí el testimonio de Sorman. He leído comentarios, en medio de toda esta rebatinga, diciendo que eso lo justificaría, ya que han sido los menores quienes habrían solicitado la atención erótica… Manifiestamente me opongo: resulta irrelevante, porque de todas formas hay abuso.

Algo que me intriga, y me deja profundamente incómodo, no es tanto la acusación en realidad (no tengo razones para defender la imagen pública de Foucault, que me es más bien indiferente), como el supino silencio que ha hecho la prensa en relación con las personas que habrían sufrido este abuso, fuera deseado o fantaseado o pedido (eso es indiferente). Se trata, de nuevo y siempre de nuevo, de un grupo de intelectuales franceses y estadounidenses hablando de la imagen pública de un ilustre pensador francés (que lo es), pero de los árabes implicados en el relato… nada, todos callan como momias, como si no hubiera nada que indagar. ¡Ni siquiera se han planteado seriamente la posibilidad de entrevistarlos si aún están vivos! Me gustaría saber su versión, conocer su voz subalternizada por los diarios de circulación global; es probable que tengan algo que decir, cualquier cosa. La prensa reproduce ese Orientalismo que le es tan caro al eurocentrismo.

¿Qué hacer con Foucault?

Por lo demás, he notado que a muchas y muchos les ha consternado la nota, les hiere emocional y personalmente muy hondo. Tengo que admitir que, personalmente, no me conmociona, no porque -como muchos detractores- “siempre lo haya sabido” o crea que “todo estaba en su obra” (eso me parece de lo más falso y mezquino), sino porque sencillamente me parece muy verosímil que un francés abusara de menores en Túnez, como tantos estadounidenses lo hacen con jóvenes raptadas en México o en cualquier parte del mundo. Este es el fondo que me moviliza y el núcleo irreductible del poder contra el que me opongo. Si el señor Sorman quiere vender más libros a causa del escándalo, allá él: no me interesan ni su libro ni él, ni atacarlo ni defenderlo. Me mueve el núcleo obsceno del dispositivo de la trata y la prostitución infantil, sea quien fuere que lo active y se posicione en él como consumidor de cuerpos.

A partir de esto: ¿Qué hacer con Foucault?

Desde luego, cada quien sabe qué hará o qué puede hacer. Nunca he sido partidario de la cultura de la cancelación, porque me parece conformista; me parece un esfuerzo bien intencionado por cerrar los ojos y fingir que lo que no vemos no puede hacernos daño: el supuesto de todo eso es hacer como si la censura de una representación cultural anulara al elefante que tenemos en la sala, y pretender, además, que esta fuera una respuesta suficiente. Eso me parece, para decir lo menos, infantil. Cada vez estoy más cerca de Adorno: hay que persistir en lo negativo. Tenemos que recordar que Michel Foucault estuvo implicado en estos actos, que Heidegger nunca renegó de su nazismo, que Althusser cometió feminicidio en un brote psicótico, que Schmitt fue abogado general del partido nazi. No podemos olvidarlo, no debemos negarlo ni borrarlo. Pero sabiendo eso, ¿no podemos trabajar críticamente con sus conceptos y abordar su pensamiento de maneras inconformistas?

Al mismo tiempo, me opongo enfáticamente a toda descalificación de las lecturas feministas, queer y posicionadas críticamente desde el género, que han practicado los defensores a rajatabla de Foucault. Me parece abominable que descalifiquemos argumentos, sólo porque atacan una postura que teóricamente nos es cara y que aprobamos. Tampoco creo que Foucault sea, como se ha dicho reductivamente, un defensor de la cultura de la cancelación: en sus textos nunca he leído una expresión de “no leamos a X, por tal; leamos ahora a Z por tal”. En Foucault no hay ese canon.

Creo que los intentos de descalificar el trabajo de Foucault a causa de su vida personal (intentos que encuentran en el mediocre trabajo de James Miller una “justificación” completamente ad hoc desde mediados de los ochenta) son para buenas consciencias y almas bellas. Las falacias ad hominem siguen siendo, no importa cuánto se grite, falacias ad hominem. Conozco a profundidad el trabajo de Foucault y nunca he visto una justificación, ni una normatividad a favor de la pedofilia ni la pederastia, e incluso si la encontrara ¿tendría que acatarla?, ¿en nombre de qué, precisamente? ¡Hay que tener criterio propio! Si encuentro algo injustificable en un texto, lo tengo que señalar: hay que criticarlo. Así como no he visto eso en Foucault, tampoco he visto una apología del acoso sexual en Searle, o una defensa abierta del colonialismo en Virginia Woolf y el largo etcétera. Mezclar la vida y la obra simplistamente me parece de mentalidades unidimensionales, simplemente no juego a eso.

A partir de esto, los juegos de defender o acusar a Foucault, de sostenerlo o desecharlo, me importan muy poco. Personalmente nunca sentí la tendencia, tan edípicamente reproducida, de admirar la moralidad y la “grandeza del alma” de los autores que leo. No necesito amos. Me basta con intentar ser una persona íntegra yo mismo, ¿por qué tendría que responder por las falencias de otros? Puedo leer Viaje al fin de la noche de Louis-Ferdinand Céline sin sentir el impulso antisemita de justificar el asesinato de 6 millones de seres humanos en cámaras de gas, ¿o no? Puedo leer Orlando de Virginia Woolf sin sentir el obsceno apremio de colgar, a manera de trofeo de sala, la cabeza de un nativo africano que resistió al imperialismo británico en el marco de mi puerta, ¿o volveremos a hacer lecturas selectivas? Ojalá este dossier se hubiera abierto y discutido en vida de Foucault, así al menos habría habido consecuencias como, de algún modo, las ha habido con personajes inconfesables como Woody Allen: hay gente que públicamente ha declarado que no vuelve a trabajar con el director. Me parece adecuado y congruente. El silencio de Sorman, en todo caso, me sigue pareciendo un craso error.

* profesor asociado “C” de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Realizó su estancia posdoctoral en la UAM Xochimilco en el Departamento de Comunicación y Política. Ha publicado tres libros sobre filosofía contemporánea, habiéndose especializado en el pensamiento francés y alemán del siglo XX

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7 comentarios
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    German

    Las base de "lo intelectual" se degradan por la penetracion de una cultura "show", cuasi religiosa, más bien algo atávica. Las primeras formas religiosas son totemicas. Son la asimilación del dios, creerse tal. Vamos hacia esa moral vigilada y comercializada por el virus de la virtualidad

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    juvenal salinas maldonado

    1. Realizar consideraciones sobre la nota del El universal y no sobre la nota original del periódico inglés es bastante mediocre. 2. Mezclar pedofilia con prostitución infantil como en algunos momentos se hace en esta reflexión es bastante estúpido, pues evidentemente hay distancias insuperables. 3 Al parecer es necesario el testimonio de las autoridades corruptas de la zona para considerar verídicas o falsas las afirmaciones de Sorman...bueno, la Gestapo tenía su razón de ser. 4 La obra de Sorman es menor, no es razón para despreciar sus afirmaciones...pero es bueno mencionarlo, es imprescindible mencionarlo... 5. ¿Sin mácula? ¿qué? ¿quién? Las consideraciones a brote-pronto pueden tener sus aportaciones pero esta....demasiado mediocre, perdí mi tiempo...muchas gracias.

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    Sebastián

    Dice "Conozco a profundidad el trabajo de Foucault y nunca he visto una justificación, ni una normatividad a favor de la pedofilia ni la pederastia" al parecer no la conoce tan bien. Busque sus posturas en la transcripción titulada "la ley del pudor" donde defiende abiertamente las relaciones entre niños menores de 15 años y adultos.

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    Irrupción filosófica

    Me gustó.

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    Irrupción filosófica

    Me gustó, es complicada la situación.

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    R. R.

    Por cierto, Woody Allen es inocente.

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    Kurdos Turing

    Francamente patetica esta defensa a ultranza de Foucault

Comentarios cerrados.

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