Alteridad

También la mataron por ser pobre

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30 marzo, 2021 @ 8:48 am

También la mataron por ser pobre

Enrique Román

La policía de Tulum asesinó a una mujer migrante originaria de El Salvador solo por ser mujer, pero también por su tono de piel y por su clase social. Hay que poner más énfasis en esto último, hay un tipo de odio por clase que asesina personas, se trata del desprecio que hay hacia las pobres porque se piensa que son “parásitos” que no son funcionales a la sociedad.

Me llama la atención que cuando me burlo o critico las insultantes riquezas de los millonarios en el mundo, inmediatamente saltan un montón de odiadores a defender al estatus quo y a aquellos poseedores de tanta riqueza.

Por ejemplo, López Obrador criticó a las empresas que, como las tiendas Oxxo, reciben subsidios millonarios por parte del Estado, a la derecha aspiracionista le gusta defender a las grandes empresas sin que ellos sean empresarios porque se identifican con los poderosos, es decir, esperan serlo alguna vez y obtener movilidad social, también, el presidente hizo énfasis en las microempresas como las “tienditas” y que estas pagan mucho más por el servicio de luz.

Nadie hizo nada mientras le rompían la columna, sólo grabar el video para obtener “likes”

La deshumanización radica en que se ha privilegiado, por encima del bienestar humano, la ética y la democracia, al crecimiento económico, la riqueza y la fetichización de las mercancías (como diría Marx). Por eso nadie hizo nada cuando la policía asesinó a la mujer en Tulum, porque las personas de cierto grupo social “deberían ser exterminadas” ya que no sirven para la economía. Y también es económicamente rentable subir el video a las redes y recibir “likes”.

A propósito, en España los grupos fascistas neonazis andan como si nada tomando las calles. En México, el millonario Ricardo Anaya, se está paseando por el país conviviendo con los pobres como si estos fueran mercancías y objetos de consumo, es decir, son usados y mediatizados de acuerdo con lo que le conviene. No es casualidad.

Como tampoco es casualidad que hace unos días una señora “fifi” le dijo a otra: “tómale una foto a ese chamaco”, refiriéndose a mí ¿mi único “delito”? Usar lentes para sol. Es decir, su plan era criminalizarme desde el inicio por ser joven y por mi apariencia, y si hubiera llamado a la policía quien sabe qué me hubiera pasado tomando en cuenta que la policía sirve a los intereses de clase.

victoria tulum
Imagen: cosmopolitan.com.mx

A Victoria Salazar la mataron por ser pobre

A Victoria Salazar la mataron por ser pobre, porque para el neoliberalismo colonial le es imprescindible que el Estado intervenga con su violencia para aniquilar a aquellas personas que no contribuyen el engranaje económico de mercantilización social. Para la ideología neoliberal las personas pobres no tienen nada que intercambiar, qué ofrecer o qué producir. El odio por parte de la policía es brutal, le rompieron la columna y su cuerpo lo subieron en la parte de atrás de su vehículo a la vista de todas las personas.

Por lo tanto, el núcleo del crimen de odio no es un componente de xenofobia, sino de clase social. Pensemos también en las personas en situación de calle, se ha visto cómo en muchas partes del mundo estas personas son motivo de burlas y rechazo por gente que no vive en la calle, y que más bien los utilizan para fines perversos y mediáticos como pueden ser la burla, discriminación y la estigmatización.

Este es otro ejemplo del narcisismo que ha provocado el mundo digital y que necesita de seres humanos-carnada para incrementar la popularidad de quienes atentan contra la dignidad humana.

Un lugar como Tulum está lleno de turistas cada año, personas que provienen de Europa, Canadá o Estados Unidos vacacionan en México porque es barato, hay drogas de fácil acceso, los paisajes son hermosos y las instalaciones hoteleras son de calidad. No sé de algún caso en especial en donde algún extranjero proveniente de países ricos haya sido violentado por la autoridad policiaca.

Por eso es tan contundente afirmar que no existe un rechazo hacia los extranjeros en sí, sino a la clase social de ciertas personas, hacia los pobres. De hecho, en un mundo hiperconectado en donde la aceleración de la vida social es constante y los fenómenos sociales de gran trascendencia no duran en la opinión pública más que unos cuantos días, como si se trataran de mercancías que pierden su valor estético, resulta difícil no pensar en una especie de estetización de la vida.

Pensemos en situaciones mediáticas repletas de hedonización, como lo pueden ser la farándula, la vida de los ricos, programas de televisión de paga como “Shark tank”, premios a lo mejor del cine o la música. Es decir, hay una demanda mundial por querer saber cómo es la vida de los ricos, ya sean deportistas, músicos o artistas. Y los ricos, se vuelven objeto de admiración. Tan así que hay gente pidiendo que Arturo Elías Ayub (el yerno de Carlos Slim) sea candidato a la presidencia de México.

La estetización de la vida se basa en el capitalismo de seducción y de construcción de los deseos, una característica de la vida moderna es la alienación en todo ámbito de la vida cotidiana y el saqueo de la propia individualidad en donde los deseos van encaminados a consumir exactamente lo mismo. Por eso, a través de todo ese aparato de estetización capitalista las clases más elevadas, incluidas las dominantes, construyen una identidad social en donde, como dicen los ingeniosos del marketing, cualquier persona puede imitar a los que no son de su clase ¿cómo? Para eso construyeron la ideología meritocrática.

No incomodan los extranjeros, ya que provocan una derrama económica importante y esto incluye a hombres y mujeres; incomodan los pobres, y se vuelve peor por género y tono de piel. Pero siempre, siempre, está la clase social de por medio.

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